Orígenes de la reserva de biosfera del Mediterráneo: veinte años no son nada (II)

Reserva de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo

Las coordenadas de la Unesco permitió la creación de una reserva de biosfera aunando los esfuerzos de territorios pertenecientes a dos países, situados geográficamente en dos continentes

Orígenes de la reserva de biosfera del Mediterráneo: veinte años no son nada

Vistas del Estrecho desde el mirador de Tarifa.
Vistas del Estrecho desde el mirador de Tarifa. / ES
Rafael Silva López

Algeciras, 17 de septiembre 2025 - 01:20

Además de la cooperación y buen entendimiento con la administración marroquí, de la que hablábamos en el anterior artículo, cabe citar, como segundo hecho relevante para las dos orillas, el interés oficial que surgió en la Junta de Andalucía en los años 90 del pasado siglo por la puesta en valor de la migración intercontinental de aves. Una faceta de este fenómeno había movilizado décadas atrás el interés de científicos y entidades europeas, concretado en la compra de terrenos y la protección de Doñana en los años sesenta. Su razón primordial eran las aves migratorias que van de norte a sur y viceversa, de Europa a África, y vuelta.

Resulta paradójico que, a comienzos de los noventa, permaneciese desatendido en Andalucía, salvo para amantes de la ornitología ingleses, aficionados locales y algunos estudiosos españoles, como el profesor Manuel Fernández Cruz, pionero en este tema. Después de unos contactos exploratorios con este profesor, la Sociedad Española de Ornitología y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Consejería de Medio Ambiente encargó en 1995 un estudio al investigador del CSIC Miguel Ferrer, precisamente denominado “Puesta en valor de la migración intercontinental de aves”. De este estudio surgiría un programa de trabajo que dio lugar al seguimiento anual de la migración, en marcha desde entonces año tras año, y posterior creación de la fundación Migres.

Al interés suscitado por la migración de aves contribuyeron los efectos indeseables en la avifauna de la naciente instalación de aerogeneradores para el aprovechamiento de la energía eólica en la zona del Estrecho. Fue este un hecho más que puso el foco en el territorio cercano al Estrecho como protagonista medioambiental.

El mayor conocimiento del medio marino vino de la mano de los trabajos del profesor José Carlos García. En estas aguas habitan unas 2000 especies de flora y fauna, siendo frecuente la presencia de cetáceos como los delfines comunes, los calderones o las orcas, residentes todo el año, mientras que cachalotes y rorcuales las atraviesan ocasionalmente.

Con estos mimbres iniciales, como eran migración de aves, cooperación con Marruecos, medio litoral, recursos marinos, y bajo el amparo de la Estrategia de Sevilla, recién formulada por UNESCO, se concretaron, en los albores del presente siglo, las primeras ideas sobre un proyecto ecológico trasfronterizo, si bien inicialmente centrado en el área del Estrecho y zonas cercanas.

Acto Inaugural de la Conferencia de Sevilla en 1995.
Acto Inaugural de la Conferencia de Sevilla en 1995. / ES

Las reservas de Biosfera son extensos territorios que contribuyen a la conservación de ecosistemas y especies amenazadas; buscan equilibrar las necesidades humanas con la conservación del medio ambiente, promoviendo un desarrollo que sea socialmente justo y ambientalmente responsable; sirven como laboratorios naturales para la investigación científica y como espacios de aprendizaje para la gestión sostenible; y fomentan la participación de las poblaciones locales en la gestión de sus territorios. Esta es la doctrina oficial.

Estas coordenadas de la UNESCO sirvieron para que los ingredientes que citábamos en nuestro anterior artículo cuajasen en una concreta propuesta: explorar la creación de una reserva de biosfera aunando los esfuerzos de territorios pertenecientes a dos países, situados geográficamente en dos continentes, con un carácter marítimo y terrestre.

Con la entrada en el siglo XXI había quedado reconocida la red mundial de reservas de la biosfera, acentuándose la cooperación internacional y el intercambio de experiencias entre diferentes países. No ha parado de crecer desde entonces. Hoy se extiende por una superficie de más de 7 millones de kilómetros cuadrados en 134 países, casi el mismo tamaño que Australia, albergando unos 275 millones de habitantes en todo el mundo. Solo 34 son reservas transfronterizas.

El proyecto al que nos referimos, elaborado por la Dirección General de Planificación de la Consejería de Medio Ambiente de Andalucía, en coordinación con las autoridades de Aguas y Bosques del país vecino, se denominó “Apoyo a la creación de la Reserva de la Biosfera Transcontinental Andalucía-Marruecos”. Fue presentado al programa europeo INTERREG, dentro de un eje relativo a la estructuración del espacio transfronterizo y una medida sobre ordenación territorial de zonas costeras. Su importe era de casi cuatro millones de euros y una duración de cinco años, los comprendidos entre 2002 a 2006. Se justificaba por la presencia de valores ambientales similares en ambas orillas del Estrecho, tanto de flora y fauna, como ecosistemas y paisajes. Suponían una oportunidad para una puesta en valor conjunta que favoreciese el desarrollo socio-económico y la conservación de los recursos naturales, tanto en Andalucía como en el norte de Marruecos.

Infografía de 2007.
Infografía de 2007. / ES

La lista de actuaciones recogía, en primer lugar, levantar información sobre el terreno y recopilar la ya existente, para diseñar unos límites de la reserva de biosfera. Se daba por descontado que el Parque Natural del Estrecho, de reciente creación, formaría parte del mapa, pero había que sopesar qué otros espacios redondearían la propuesta. Dentro de esos límites sería necesario hacer una zonificación para delimitar las áreas de mayor valor ecológico, con alto grado de protección, que quedarían rodeadas por otras que les sirvieran de amortiguación y con mayor permisividad de actuaciones económicas compatibles.

En segundo lugar, se planteaba elaborar unas directrices de planificación y gestión para la conservación de los recursos naturales y el desarrollo de actividades sostenibles, a ambos lados del Estrecho. Esto incluía obtener criterios para la mejora de la calidad ambiental del litoral, con especial atención a las ciudades; el seguimiento de especies migratorias, tanto marinas como terrestres; creación de corredores verdes, planes de manejo y recuperación de especies; proyectos piloto de restauración de ecosistemas frágiles y la puesta en valor de los recursos forestales como el corcho.

Por último, un tercer bloque de actuaciones contemplaba la elaboración de programas para la promoción del desarrollo socio-económico sostenible. Por ejemplo, el diseño de productos ecoturísticos, la formación para el mejor aprovechamiento del alcornocal y el corcho, la comercialización, así como la búsqueda de nuevas actividades que potenciasen la economía.

El proyecto fue aprobado por la Unión Europea, cumpliendo etapas bajo el impulso de ambas partes. Continuaremos en una próxima entrega.

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