Un niño de 13 años, usado como 'mula' para pasar casi 4.000 pastillas a Marruecos

El menor, acompañado por su padre, ocultaba los psicofármacos adheridos al cuerpo. La droga iba destinada a fabricar karkubi, una peligrosa sustancia consumida por jóvenes vulnerables en el Magreb

Karkubi: la tormenta perfecta entre salud mental, exclusión y narcotráfico que tomó fuerza con el Covid-19

La Policía Nacional en Ceuta.
La Policía Nacional en Ceuta. / Joaquín Sánchez / El Faro De Ceuta

Algeciras/Un niño de apenas 13 años ha sido utilizado para introducir casi 4.000 pastillas en Marruecos en una operación frustrada este viernes por la tarde en la frontera con Ceuta. La intervención, llevada a cabo de forma conjunta por la Policía Nacional y los agentes de aduanas marroquíes, ha evitado que los comprimidos acabaran en manos de las redes que fabrican karkubi, una droga de bajo coste que causa estragos entre los jóvenes más vulnerables del norte de África.

El menor viajaba con su padre, un ciudadano marroquí residente en el extranjero, en un vehículo que cruzó desde Ceuta hacia el lado marroquí. Fue allí, durante el control de acceso al país, cuando los agentes detectaron algo extraño. El niño llevaba 3.769 comprimidos de diversos psicotrópicos ocultos bajo su ropa, pegados al cuerpo con cinta adhesiva.

El hallazgo provocó la inmediata detención del padre y la apertura de una investigación judicial para esclarecer el alcance del intento de contrabando.

El reverso silencioso del tráfico de drogas

Aunque el foco mediático y policial suele centrarse en el hachís que viaja de Marruecos a Europa cruzando el Estrecho, existe una ruta inversa que genera creciente preocupación: la del tráfico de medicamentos desde España hacia Marruecos. Muchos de estos fármacos —ansiolíticos, antiepilépticos, sedantes— parten del sur peninsular, especialmente del Campo de Gibraltar, y cruzan las fronteras de Ceuta o Melilla hacia el Magreb.

Una vez allí, son mezclados de forma rudimentaria con hachís, alcohol o incluso disolventes en laboratorios improvisados, dando lugar al karkubi, también conocido como la droga de los pobres. Sus efectos son demoledores: provoca estados de euforia descontrolada, agresividad extrema, episodios paranoicos y conductas autolesivas.

Las autoridades sanitarias marroquíes han alertado en repetidas ocasiones sobre el incremento de la adicción entre los adolescentes de zonas desfavorecidas. Uno de cada cinco jóvenes en áreas deprimidas ha consumido esta sustancia al menos una vez, según datos del Ministerio de Salud del país vecino.

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