Medallas sin explicaciones

Crónicas de la prosperidad compartida

Exteriores ha condecorado en privado a los responsables del acuerdo político sobre Gibraltar sin haber desvelado el contenido y el alcance de lo pactado con la UE, Reino Unido y la colonia

La frontera fluida con Gibraltar

Albares, con los condecorados.
Albares, con los condecorados. / E.S.
Teófilo Morón

La Línea, 27 de julio 2025 - 04:00

A la finalización de las Guerras Napoleónicas (1803 y 1815), las potencias europeas se reunieron en Viena para restablecer el equilibrio de poder en Europa y reorganizar el mapa político del continente. Allí se presentó la diplomacia española sacando pecho de la resistencia en Cádiz, de las guerrillas españolas libradas por los Empecinado, el cura Merino y demás, de los sucesos del Dos de Mayo y del hospitalario trato dado por la población española a las tropas napoleónicas, espectacularmente recogido por el genio fuendetodino de Francisco de Goya en su serie los Desastres de la Guerra.

Además, España llevaba en su currículum el Stalingrado de Napoleón, que fue la Batalla de Bailen. Mucho se habla del General Invierno, pero montar una batalla en el valle del Guadalquivir en julio de 1808 sin aguadas, ya le digo yo que, para el no iniciado, es toda una experiencia inmersiva como huésped de Lucifer.

Pues allí que fue nuestra diplomacia, despedida por el resto de potencias europeas con un “gracias por venir” y “lo importante es participar”. Otra exitosa negociación de nuestra Diplomacia. Este es el trato que hemos venido recibiendo de nuestros vecinos europeos desde que cometimos el pecado de ensombrecerlos descubriendo un Nuevo Mundo en el que no les dejábamos mojar el pan. Y no lo olvidan.

Este es un ejemplo muy claro de cómo funciona esta España nuestra, que bien resumió don Rodrigo Díaz de Vivar con aquello de “que buen vasallo, si tuviera buen señor”.

Esta turra viene a cuento del titular de este periódico, con el que me despaché hace unos días: “Exteriores condecora sin publicidad a los altos cargos que negociaron el acuerdo de Gibraltar“. Me llama la atención que el secretario de Estado que ilustraba la noticia lo recordaba de haber salido esos días en los telediarios haciendo el ridículo en Europa, pidiendo que el catalán se convierta en lengua oficial. “Gracias por venir”, le dijo el selecto club de vecinos europeos.

En las declaraciones que salieron de este secretario de Estado, se desvivía por estar dispuesto a dar todas aquellas explicaciones que necesitasen nuestros socios europeos para que le aprobaran el chantaje separatista. Señores diplomáticos, se olvidan ustedes que trabajan por los intereses de esta población, que ustedes son los que nos representan en Europa. Tengan presente el “hágase digno de esto, merézcalo”, de Salvar al Soldado Ryan.

Cita a escondidas con Picardo

No han dado explicaciones sobre qué han negociado. Pero este laureado secretario de Estado solo ha girado una visita a este Campo de Gibraltar, cuyo principal objetivo era reunirse a escondidas con el señor Picardo. Ni siquiera saben cuáles son los problemas de la población de esta comarca con respecto al contencioso de Gibraltar. Tengo la firme convicción de que todos estos laureados no se expondrán nunca a contestar preguntas sobre las pensiones de los trabajadores españoles en Gibraltar, la residencia ilegal de gibraltareños en España, la devolución de IVA, el contrabando de tabaco, el asunto Diésel, la vivienda en España, etc, etc, porque no tienen ni idea de ninguno de estos problemas, ni de cualquier otro relacionado con el contencioso de la colonia.

A día de hoy, no hay nadie en el Ministerio de Exteriores que esté en el asunto Gibraltar y lleve en el mismo puesto desde que se iniciaron las negociaciones

¿Qué han estado negociando? ¿Cómo se puede plantear una negociación cuando sus compañeros de Consejo de Ministros incumplen la Ley de Fronteras o miran para otro lado cuando ganan terreno al mar? ¿Hay alguien dirigiendo esta nave? Da la sensación de que el manual para la negociación del Asunto Gibraltar se ha encomendado al becario que lo ha elaborado con todo aquello que se encuentra bajo el epígrafe de “Qué no hacer”.

La estructura del Ministerio de Asuntos Exteriores dispone de una serie de oficinas dedicadas al asunto de Gibraltar que se han convertido en una trituradora de personas desde que empezaron las negociaciones. A día de hoy, no hay nadie en el Ministerio de Exteriores que esté en el asunto Gibraltar y lleve en el mismo puesto desde que se iniciaron las negociaciones.

Especialmente significativo es el caso del delegado Especial del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación en el Campo de Gibraltar, lo que vienen siendo los ojos y oídos del ministerio en el Campo de Gibraltar. En plenas negociaciones, el puesto lleva vacante desde enero de 2024.

Los “laureados” llevarán menos de un año en los cargos que tienen. Esto huele mal. En este país no sabemos con certeza donde está enterrado Blas de Lezo, mientras a Nelson lo enterraban en loor de multitudes. Los que tendrán que poner en valor el trabajo realizado seremos los afectados por ese acuerdo. Si uno se monta un aquelarre autocomplaciente a escondidas, sin que se sepa qué han hecho para merecerlo, solo da que pensar que cuando se sepa qué han hecho, les van a correr a gorrazos. Se están poniendo medallas antes de que les pidan explicaciones.

Esto es como si a una joven promesa futbolística se le da el Balón de Oro sin que haya jugado ni un partido, en ninguna competición. Pues prometerá mucho, pero igual el balón lo tiene que devolver.

Permítanme despedirme contándoles un episodio histórico que hemos de tener presente. Durante las negociaciones del Tratado de Utrecht, la delegación española permaneció retenida en París casi un año -con la excusa de que necesitaban un pasaporte para ir a Utrecht- para que “no interfiriera en las negociaciones” que se traían entre manos Francia, Gran Bretaña y los Países Bajos.

Unan esto a este reciente titular de Europa Sur: "El acuerdo sobre Gibraltar: llave para que España desbloquee el acceso de Reino Unido a los proyectos de Defensa europeo". Que alguien le diga a los del Palacio de Santa Cruz que, si la UE tiene que congraciarse con el Reino Unido, lo hará a costa de que la factura la pague el contribuyente campogibraltareño, por muy socios europeos que seamos. No tengan la menor duda. Por aquello de la Prosperidad Compartida.

P.D.: Gracias a este medio nos hemos enterado de que la Flota Rusa del Diésel se aprovisiona de tabaco en Gibraltar. “Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras”.

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