Un gobierno de brazos caídos

La astenia primaveral invade el Ayuntamiento de Los Barrios. El equipo de gobierno, dividido en dos bandos que reman cada uno hacia una orilla, trabaja estos días al ralentí ya que el sector crítico mantiene una auténtica huelga de brazos caídos como una maniobra más para forzar el desgaste político de la alcaldesa, Ángeles Ariza.

Sin actividad aparente por parte de los siete concejales que se han declarado alérgicos a la regidora, el Consistorio se mueve gracias al esfuerzo de los técnicos (los que tienen electricidad y teléfono para trabajar), las concejalías de las dos ediles fieles a Ariza (Pilar Olivares y Monserrat Almagro) y la Alcaldía, que no ha cesado su actividad institucional a pesar de que faltan horas al día para buscar recursos con los que afrontar el pago de las nóminas. Aún con el esfuerzo titánico para encontrar fondos con los que acallar las sirenas y tambores que ya desesperan a los residentes en la Plaza de la Iglesia, Ariza no ceja en su empeño de acudir a actos públicos -donde se encuentra de frente con los sindicatos y sus pancartas- y mantener encuentros para tratar de mantener a flote el barco.

La situación contrasta enormemente con la de los ediles críticos, sin apenas apariciones en público ni trascendencia de su actividad. De hecho, ayer mismo se celebró una importante reunión entre el Consistorio y los agentes sociales con el fin de promover naves de protección oficial en Las Marismas presidida por la alcaldesa. El concejal de Urbanismo para zonas industriales, Javier Grimaldi, no estuvo presente a pesar de ser un ámbito de su competencia.

El edil de Urbanismo y Medio Ambiente, Alfonso Pecino, ejerce de portavoz municipal en los plenos a duras penas mientras que Estefanía Ruiz, responsable de Patrimonio, Régimen Interior y Personal se dedica a rellenar sudokus.

Juan Montedeoca, en pleno retiro político de vuelta a la empresa de la que se marchó con excecendia, no se deja ver por las juntas de gobierno de los viernes por la mañana y su concejalía, la de Vivienda, no da respuesta a la promesa electoral de Alonso Rojas de edificar 3.000 viviendas protegidas durante el mandato.

Antonio Rodríguez, edil de Presidencia, Informática y Nuevas Tecnologías, por su parte, pasa más tiempo en la sede de servicios de la Mancomunidad de Municipios en Guadacorte, donde es consejero delegado de la empresa Arcgisa, que en el nuevo y flamante despacho que se ordenó habilitar en la tercera planta de la Casa Consistorial desplazando a los cuatro trabajadores del gabinete de prensa a la Casa de la Cultura, donde no hay electricidad ni teléfono.

Los dos únicos ediles que muestran algo de actividad, forzados por las circunstancias, son Cristóbal Melgar, edil de Limpieza, Parques y Movilidad, y Salvador Acosta, responsable de Festejos y Seguridad Ciudadana. El segundo, fiel a su estrategia de no posicionarse a las claras y navegar entre dos aguas, se afana estos días en la preparación de la Romería de San Isidro y la feria de mayo, donde sus concejalías están implicadas de lleno porque no queda más remedio. Los trabajadores a cargo de Melgar, por su parte, se afanan en quitar malas hierbas de los parques aunque la máquina barredora no se deja ver por las calles porque no hay gasolina suficiente.

En el lado contrario, Monserrat Almagro estudia estos días cómo hacer compatible el mercadillo (es concejal de Consumo) con la feria de mayo y mantiene al día las concejalías de Puente Romano, Guadacorte y Los Cortijillos. Pilar Olivares, el segundo apoyo de la regidora dentro del grupo municipal socialista, sigue pendiente de la obra del paseo marítimo de Palmones y de atender las necesidades de la población en tiempos de crisis desde el área de Bienestar Social.

Mención aparte merece el concejal socio de gobierno de Izquierda Unida, José Carlos Tocón, encargado de Empleo, Formación y Cultura, entre otras. Su despacho tampoco tiene electricidad, aunque la falta de luces no impide que su departamento busque empleos para los parados de la localidad.