La frontera terrestre de Gibraltar no siempre fue así
TIERRA DE FRONTERAS
La expansión inglesa por el Peñón comenzó en 1739 con la plantación de árboles y creció hasta la creación del campo de aviación en 1938 pese a las denuncias de figuras como el comandante general marqués de Zaya en 1781
Los aeropuertos del Campo de Gibraltar. Muchos proyectos y pocas realidades

El siglo XVIII marcará la configuración de la frontera de Gibraltar, a partir de los hechos históricos que tuvieron lugar en las distintas líneas fronterizas, y el devenir diplomático, los intentos de recuperar la plaza por parte de España, la llamada zona neutral y el concepto nacido de neutralidad, y la pésima gestión diplomática por parte de España durante este periodo.
Sin profundizar en el contexto geopolítico de la época, desde que Felipe V y la reina Ana de Inglaterra firmaron en Utrecht el tratado de 1713, en cuyo artículo el rey católico cedía a la corona de Gran Bretaña la ciudad y castillo de Gibraltar, se suscitaron múltiples cuestiones, me centraré en la controversia de los límites de la plaza. Al margen de los medios empleados durante el siglo XVIII para rescatar la plaza, bien por medios pacíficos o militares, si habría que señalar que desde los inicios las negociaciones ejercidas por la diplomacia española, destacaron por su falta de unidad. Estas negociaciones podemos englobarlas en tres grandes grupos: Las que se siguieron desde Londres, las que se siguieron en Madrid por los ministros de Estado y muchas, las más, las que mantuvieron los antiguos comandantes militares del Campo de Gibraltar, que hasta épocas muy recientes mantuvieron relaciones directas de carácter político o diplomático con las autoridades inglesas del Peñón.

La falta de unidad de estas negociaciones revela, entre otras cosas, una carencia absoluta de un plan fijo político a seguir, que fue apreciado siempre por el gobierno británico y por la propia colonia, atentos en todo momento a ir ensanchando o extendiendo su dominio a costa del territorio español, a ir anulando cada una de las antiguas defensas contra la plaza y a ir extendiendo el límite de sus aguas jurisdiccionales en la bahía de Algeciras.
El tratado de Utrecht y la controversia de los límites
El 4 de agosto de 1704 se rindió Gibraltar con arreglo a las capitulaciones acordados por el cabildo de la ciudad. El príncipe Jorge de Darmstard que mandaba las fuerzas de los aliados de la guerra de Sucesión tomó posesión de la plaza y quedó como gobernador. El rey Felipe, desde los inicios, quiso recobrar la plaza y dio comienzo el primer sitio que duró hasta finales de 1705. Para defenderse, los ingleses emplazaron sus baterías en el sitio del Molino del Viento, que estaba a unos 800 metros de la plaza y allí se construyó una fortaleza con 12 cañones y cuatro morteros. Durante este tiempo los ingleses recibían provisiones de "los moros" que venían con sus barcazas desde Tánger y Tetuán.
La primera línea fronteriza venía marcada por el propio tratado de Paz y Amistad entre España e Inglaterra, firmado en Utrecht (momentos en que el Derecho Internacional está naciendo) el 13 de junio de 1713, que resumiendo “cede por este tratado a la corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto y defensa fortaleza que le pertenece, dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país vecino por parte de tierra. Y su majestad británica a instancias del rey católico consiente y conviene en que no se permita por motivo alguno que judíos ni moros habiten ni tengan domicilio en dicha ciudad de Gibraltar, y como hay tratados de amistad, libertad y frecuencia de comercio entre los ingleses y algunas regiones de la costa de África, ha de entenderse siempre que no se puede negar la entrada en el puerto de Gibraltar a los moros y sus naves que sólo vienen a comerciar”.
Como las baterías levantadas en el sitio de 1705 aún estaban en pie, es decir, que todavía dominaba España todo el territorio que se extiende hasta el mismo corte del Peñón, no se cedió este territorio en el tratado de Utrecht, "es decir no hubo necesidad de señalar fronteras porque ella estaba en las mismas puertas de la plaza". Esta falta de fronteras motivó que se retiraran los centinelas españoles que estaban al pie mismo del Peñón a una distancia prudencial, aprovechando al efecto los edificios de Gibraltar que en aquella época existían. Estos edificios eran la Torre del Diablo y la Torre del Molino. La primera aún existía en estado ruinoso en la década de 1940, y la segunda estaba al otro extremo del istmo.

Esta primera línea así marcada no podía ser traspasada sin una real autorización y no sufrió alteración hasta las operaciones del sitio de 1727. Ella mantenía además la incomunicación prescrita en el tratado y sus baterías dominaban la Bahía y fondeadero.
El cambio de la línea fronteriza lo podemos situar en los primeros días de enero de 1727, en que el embajador español en Londres marqués de Pozo Bueno, presentó ante el gobierno británico un escrito en que se declaraba nulo de pleno derecho el artículo X del tratado de Utrecht, por incumplimiento de lo estipulado: los británicos extendieron las edificaciones militares más allá de los límites establecidos, habían permitido la entrada y establecimiento de judíos y musulmanes y no había protegido la religión católica (hechos contemplados en el tratado). Este hecho provocó la retirada del embajador español de la corte británica. Como estos puestos o avanzadas estaban al alcance de los fuegos de fusil de la plaza, al romperse las hostilidades en 1727 se retiraron a retaguardia de las baterías arriba mencionadas.
Durante muchas escaramuzas, las obras de ataque llegaron al borde de la desaparecida laguna donde quedaron detenidas desde el 13 de julio, en que se suspendieron las hostilidades, hasta marzo de 1728 en que se abandonaron en cumplimiento de los preliminares de paz de la llamada "Acta del Pardo”. En esta retirada se dejaron subsistentes los puestos avanzados de Torre del Diablo y Torre del Molino, como lo habían estado anteriormente. Mas por consecuencia de las reclamaciones del ministro inglés Mr. Keeners, se ordenó por real disposición de 20 de mayo de 1718 que mientras resolvía el congreso de paz convocado en Soissons sobre el alcance y sentido del artículo X del tratado de Utrecht, se retirasen las tropas españolas de aquellos puestos avanzados, bien entendido que tampoco los debían ocupar los ingleses. Las tropas españolas se retiraron a distancia del alcance de punto en blanco de las piezas de las fortificaciones más avanzadas de la plaza, el alcance del "punto en blanco" era el obtenido por el raso de metales, con la pieza horizontal y carga de una cantidad de pólvora igual al tercio de peso del proyectil. Este alcance en las de 24 era de 700 u 800 metros. Este máximo de 800 metros sería el que se tomaría como medida. Pero en real orden de 4 de diciembre de 1727 se dijo al comandante general del Campo, marqués de Zayas, que lo estipulado después del sitio de 1727 fue, considerar neutral el terreno comprendido desde el puesto más avanzado de la plaza al alcance de punto en blanco, que no debía ser ocupado por nadie.
En esta segunda línea fronteriza la incomunicación en la plaza siguió siendo absoluta, como lo demuestran varias reales órdenes dictadas al efecto. En la retaguardia de esta línea fronteriza se estableció un campamento de barracas para las fuerzas que quedaron de observación frente a la plaza, al retirarse el grueso del ejército que había asistido al sitio.
La tercera línea fronteriza nace a partir del proyecto de defensa presentado durante el sitio de 1727 por el ingeniero marqués de Verboon, que fue aprobado en 1731.
Durante el medio siglo que siguió al sitio de 1727, en Gibraltar reinó una calma tensa. El estado internacional de guerra en Europa, hacía que ninguno de los dos bandos sintiera resuelta la situación.
El origen de una zona neutral
Estas obras se empezaron dicho año a retaguardia del campamento de barracas y tomaron el nombre de línea de Gibraltar, ascendiendo su presupuesto a 8.467.516 reales. Se construyó una verdadera fortaleza que cortaba istmo de orilla a orilla, y que acabó denominándose "La Línea Española de Contravalación" (the Spanish Lines, en la cartografía británica).
Consistía, empezando por la playa de levante, en un fuerte llamado fuerte de Santa Bárbara, pudiendo emplazarse en todo el fuerte diez cañones y seis obuses que cruzaban sus fuegos con los fuertes de la Atunara y San Felipe. A este fuerte se le unía la línea llamada de contravalación, que hasta poniente contenía tres cuerpos de guardia, el de San Benito, el de Santa Mariana, y el de San José hasta desembocar a Poniente en el fuerte de San Felipe. En las plazas de armas de los ángulos entrantes de dicho frente había otros dos cuerpos de guardia denominados de San Fernando y de San Carlos. Todos estos cuerpos de guardia tenían capacidad para un oficial y 25 hombres.
Para el trazado de la línea se tuvo muy presente los cañones que defendían la plaza. El emplazamiento de la línea determinó por tanto una tierra de nadie, que Gibraltar no podía considerar jurídicamente suya ni los españoles disputaron su ocupación. Este fue el origen de una zona neutral que comprendía buena parte del istmo.

En aquella época la jurisdicción de las plazas de guerra se computaba por el alcance del punto en blanco, y en tal concepto, de tener alguna jurisdicción, Gibraltar no podía pasar de este alcance. Mas como por el tratado de Utrecht no se le había concedido ninguna jurisdicción, y no pudiendo tener España la pretensión de anular el alcance de sus piezas, era evidente que en tierra la ejercía, de cierto modo, sobre un terreno que no podía ser suyo, pero que tampoco consentían que lo fuera del vecino, y de ahí nació el concepto de neutralidad de esa zona o de esa jurisdicción que de hecho se ejercía. Al propio tiempo, considerando la línea como plaza de guerra fronteriza, España ejercía su jurisdicción sobre terreno propio como era la distancia de punto en blanco que tenía a vanguardia de aquella.
Después de muchas tentativas por parte de gobernadores ingleses para que desaparecieran estas baterías, se aprovecharon de la alianza entre Inglaterra y España en la guerra contra Napoleón, y con el pretexto de que iba llegar un destacamento francés que se aproximaba a la plaza en 14 de febrero de 1810, destruyeron esta línea con minas que ellos mismos habían preparado de antemano. Se llevaron los escombros al interior de la plaza, con permiso del mismo general Castaños, que entonces mandaba el ejército de Andalucía. Oficiales ingleses de artillería se encargaron de demoler todos los fuertes. Muchos de esos materiales fueron aprovechados para levantar otras construcciones en Gibraltar. Además de destruir esta línea destruyeron también los edificios y cuarteles alrededor de la Bahía, incluyendo las baterías de Punta Mala, Torre del Mirador (cerca del río Guadarranque), Punta Cabrita y Punta Carnero.
La expansión inglesa por el Peñón
En 1739 comenzaron los ingleses a hacer plantaciones de árboles delante de la laguna, explotando huertas más a la vanguardia que después cerraban con empalizadas, abriendo pozos donde colocaban norias y construían casetas para viviendas de los encargados.
Para el revestimiento de la línea que el duque de Crillón intentó perforar desde la Torre del Diablo a la plaza se acumuló gran cantidad de madera que, siendo preciso retirar al abandonar las trincheras, se juzgó mejor venderla a los ingleses. Verificada la venta aprovecharon estos la ocasión para ocupar nuevamente la Torre del Diablo con una guardia con el pretexto de custodiar dicha madera. A finales de 1781 el comandante general marqués de Zayas comunicó al Gobierno que los ingleses estaban construyendo al borde de la Torre del Diablo una batería para la defensa de la bahía de los Catalanes, que levantaban tapias para cerrar el cementerio y que en la playa de poniente habían establecido unas cantinas.

A pesar de las repetidas protestas, se fueron extendiendo por toda la zona con nuevas instalaciones, pero cuando estas alcanzaron mayor auge, fue en el tiempo de la alianza hispano inglesa contra los franceses, y muy particularmente en 1813 y 1814.
En 1812 sobrevino una epidemia de fiebre amarilla que se repitió en 1828, acamparon en la zona neutral cercana al Molino de Viento tres batallones y algunas fuerzas de artillería de ingenieros. En vista de que la epidemia diezmaba la población de Gibraltar se les permitió acampar en dicho sitio, pero con carácter interino. Esta tolerancia durante algunos años se convirtió en costumbre en lo sucesivo. Con motivo de la epidemia se establecieron garitas y cordones sanitarios, acampando la tropa en tiendas de campaña hasta que en julio de 1872 empezaron a construir grandes barracones de madera sobre sólidos cimientos.
Durante los años sucesivos siguió la tolerancia (o la dejadez) y los jardines y edificios fueron multiplicándose en la zona que era antes neutral, zona en la que en 1938 se comenzó a construir el campo de aviación.
Como la llamada antiguamente zona neutral fue de este modo ocupada, dio como resultado que este terreno, comprendido entre su línea y la aduana, se denomina neutral.
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