Una cocina para volver a la realidad

La Escuela de Hostelería de la Fundación Prolibertas obtiene uno de los Premios al Valor Social de Cepsa Una veintena de alumnos asisten a estas clases para lograr un empleo

V

17 de enero 2016 - 08:42

Pollo con patatas con salsa de tomate y de postre, flan de huevo. Es el menú de un día cualquiera en la casa de acogida de la Fundación Prolibertas, elaborado en la cocina de la Escuela de Hostelería por alumnos que ya han terminado el curso años anteriores. Paralelamente, una veintena de nuevos alumnos dan teoría con un profesor, hoy la clase va sobre las maneras de elaborar arroz.

Esta institución ha obtenido uno de los premios al Valor Social que recientemente ha concedido la compañía Cepsa por su proyecto de Escuela de Hostelería. Dar continuidad a esta actividad que comenzó hace tres años es el objetivo del premio, cuya dotación económica es de 10.000 euros.

El presidente de la Fundación Prolibertas, Luis Miguel Alaminos, señala que es un impulso para el sostenimiento y continuidad de la escuela cuyo fruto es la inserción. Así, indica que esta actividad depende de organismos estatales y privados. "Gracias a ellos podemos realizarla, no tenemos recursos para esta actividad", apunta.

El equipo que trabaja en el centro, liderado por la directora Lourdes Rojas, explica que la escuela está compuesta por dos módulos: Cocina y Operaciones Básicas de Bar y Restaurante, ambas tienen su parte teórica y práctica.

Olga Salas es la profesora de sala y también se encarga de realizar el seguimiento a los alumnos que tras las prácticas en la Fundación realizan otras externas en hoteles y restaurantes con los que existe algún tipo de convenio. En algunos de los casos ha habido suerte y algunos alumnos han encontrado trabajo.

"Es importante que los usuarios puedan salir de su situación y generar expectativas de reinserción, eso nos da una gran satisfacción", apunta la directora.

Olga Salas destaca que los alumnos lo hacen muy bien, "tienen muchas ganas, algunos quieren tener estudios y a otros les gusta la hostelería".

Los alumnos de este curso -de tres meses de duración-, tienen edades comprendidas entre los 18 y los 50 años y presentan todos los perfiles: inmigrantes, personas en riesgo de exclusión... No todos residen en la casa de acogida permanentemente, algunos incluso son derivados de otras instituciones y de otras ciudades, es el caso de Miguel que vino desde Córdoba para realizar el curso y ahora es uno de los internos.

El próximo mes de febrero los alumnos cocinarán para gente de fuera. La Fundación invitará a representantes de diferentes instituciones sociales a un almuerzo en su comedor, en el que los propios alumnos se encargarán de todos los detalles, no sólo la comida sino también el servicio y la colocación de las mesas. En este caso sólo aportan un donativo.

El curso concluye con el diploma acreditativo expedido por la Escuela de Hostelería de Sevilla. "Casi todos los alumnos terminan el curso, si alguno no lo hace es por el idioma, con el que algunos suelen tener más problemas", añade Lourdes Rojas.

Las clases de Hostelería ocupan sólo la mañana, si bien el día en la Fundación es bastante entretenido. Por la tarde, los alumnos reciben un completo programa de reinserción, desde talleres formativos, habilidades sociales, informática, resolución de conflictos, inglés y apoyo psicológico. Belén Galera, educadora social, y Paloma Núñez, trabajadora social, son las encargadas de realizar estas actividades.

Núñez apunta que en su taller se realizan currículum, se busca en pleno a través de internet y se realizan gestiones con el Servicio Andaluz de Empleo (SAE).

"El gran objetivo de esta casa de acogida es la reinserción socio-laboral y para ello le ofrecemos herramientas para la búsqueda de empleo fundamentalmente. Las personas acogidas son reclusos, exreclusos, inmigrantes, mujeres en riesgo de exclusión o víctimas de maltrato", añade Alaminos, quien indica que se trabaja en red con otras instituciones que también derivan a personas, como Cáritas, Cruz Roja, Proyecto Juan Bosco o centros de tratamiento ambulatorio. La casa tiene actualmente 15 usuarios fijos, al que se unen dos o tres más en permiso y varios en tercer grado penitenciario. "Tenemos en torno a los 23-25, pero a veces llegamos a los 30", apostilla Rojas.

Prolibertas es una Fundación creada en 2001, por la Orden Trinitaria. Se inició en Algeciras en 2006 en una casa con dos camas en El Rinconcillo. Se acabó desbordando de usuarios lo que llevó a construir el edificio en San José Artesano, barriada que acogió con recelo esta casa de acogida pero con el tiempo ha logrado una convivencia estable. La Fundación cuenta con muchas ayudas, tanto públicas -Ayuntamiento, Junta de Andalucía-, como privadas o las Cáritas parroquiales de El Rinconcillo y San José Artesano o el Banco de Alimentos.

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