Carlos Marín A 35, el espía republicano que fue detenido en la Plaza Alta de Algeciras

Tierra de Fronteras

Enrique Moreno enviaba a Gibraltar las notas escritas en papel de fumar con lápiz tinta a una tienda de comestibles de la calle Real para la red de espionaje más importante de la mitad sur de España

Un recorrido histórico por las aguas jurisdiccionales de Gibraltar

Documento de la causa con la firma de algunos de los encausados.
Documento de la causa con la firma de algunos de los encausados.

Algeciras/Cuando Enrique Moreno Chicano, el agente Carlos Marín A 35, paseaba por la Plaza Alta y fue detenido aquel diciembre de 1938, no esperaba que poco más de tres meses después, él y los demás miembros de la red de espionaje republicano más importante de la mitad sur de España, terminarían fusilados. En plena guerra civil, en una zona donde no hubo episodios bélicos importantes, ya que la represión del ejército rebelde comenzó desde los primeros momentos de su llegada al poder, estuvo funcionando la red de espionaje republicano más importante de la mitad sur de España, esto es lo que manifestaban las autoridades franquistas en sus informes.

Enrique Moreno Chicano tenía 36 años en el momento de su detención, estaba casado y era mecánico y vecino de Algeciras. Él captaba las noticias que podía bien directamente, bien valiéndose de diversos contactos, y las enviaba a los agentes republicanos de Gibraltar por medio de Juan Rubio Benítez El Lechero para que las entregara en una tienda de comestibles de Gibraltar situada en la calle Real. Enrique Moreno enviaba a Gibraltar las notas escritas en papel de fumar con lápiz tinta, algunas de estas fueron las que se les ocuparon en su detención en plena Plaza Alta. Este las recogía directamente por su estancia en el muelle y estación férrea de Algeciras como las que le comunicaba Francisco Hera Martín, de 45 años, portero de la estación de Sevilla, que se las enviaba por conducto de Florentino Cabello Mesa, de 61 años, jefe de tren y vecino de Algeciras y de Manuel López Fernández, de 68 años, maquinista de tren y vecino de Algeciras quienes les trasmitían tanto las noticias que le daba Hera, como las que le facilitaba Manuel Prado, de 35 años, factor de estación, vecino de Bobadilla y las que ellos en sus viajes recogían. También les facilitaban las noticias Antonio González García, mozo de la estación de Algeciras.

Los que se arriesgaron con el espionaje a apoyar a la república desde un primer momento tenían claro que su final sería el fusilamiento si caían en manos franquistas. Para formar parte de la red de espionaje republicano se requería que careciesen de politización o al menos que no fuese conocida su ideología, que no hubiesen actuado en la política públicamente durante la república. La mayoría procedía de clases humildes, trabajadores, conductores, mecánicos, a veces estudiantes.

Según los documentos franquistas, fueron agentes al servicio de Franco en París cuando en febrero de 1938 confirmaron que en el Campo de Gibraltar funcionaba un centro de captación y descifrado de información y documentos, una red de espionaje que tildaron en varios documentos como la más importante de la mitad sur de España.

Su funcionamiento era a través de mensajes escritos en papel de fumar. Sus miembros enviaban sus mensajes a Tánger (donde estaba abierta un consulado gubernamental) y a Gibraltar, donde existía otro consulado del gobierno republicano, y desde allí al gobierno de la república en Valencia o Barcelona. Este centro de espionaje se nutría de una amplia red regional de agentes, que teniendo como centro Algeciras, se ramificaba extensamente por las provincias de Cádiz, Sevilla, Córdoba y Málaga. Se servían de personas residentes en Algeciras y en la comarca del Campo de Gibraltar, la mayor parte de ellos ferroviarios y conductores de autobuses, aunque también encontramos empleados de banca, mecánicos, jornaleros, etc.

Mensajes incautados al agente A35, escritos en papelillos de fumar.
Mensajes incautados al agente A35, escritos en papelillos de fumar.

Esta red estuvo realizando un intenso trabajo de espionaje a favor de la república. El principal enlace de Algeciras era Enrique Moreno Chicano, el agente A 35, así se denominada y aparecía en la red de espionaje.

Esta red de espionaje respondía a las siguientes características generales, características que podemos encontrar en la mayoría de las redes republicanas durante la guerra civil: procedían de clases humildes, trabajadores, conductores, mecánicos, a veces estudiantes, la edad media era de unos 30 años. Tenían un sueldo asignado mensual con una media de 500 pesetas al mes, lo que era una alta asignación acorde a los peligros que las misiones entrañaban. Desde un primer momento tenían claro que su final sería fusilamiento si caían en manos franquistas. Las medidas tomadas desde principios del golpe de estado por los militares sublevados eran vigilar de un modo permanente los pasos procedentes de ambas zonas y “desconfiar por sistema de todo el que habite en comarcas limítrofes y estratégicas”

La red de espionaje fue organizada a iniciativa de los consulados republicanos de Gibraltar y de Tánger. Desarrolló en el Campo de Gibraltar un servicio destinado a proporcionar al gobierno de la república todas las noticias de movimientos de barcos, tropas, mercancías militares y en general los datos de la retaguardia franquista relativos a posibles actividades de guerra. Entre los individuos residentes en la España franquista se encontraban Juan López Macías (el agente A 15), de 33 años, casado, sastre, llamado “el camisero”, natural de San Fernando y vecino de Cádiz. Él se encargó de controlar las tropas, buques y material de guerra que entraba y salía del puerto de Cádiz, le facilitaban los datos los agentes Damián Anastasio Tornay (A 16), de La Línea, con 25 años y soldado de artillería quien le comunicaba los datos referentes a las baterías y movimientos de fuerzas en el puerto de Cádiz.

También auxiliaban a Juan López Macías, José María León López (A 5), Manuel Tinoco Rodríguez (A 17), Alonso Morales Barranco (A 18), José Serrano Pérez (A 10) y Sebastián León. Todas estas informaciones se entregaban en La Línea de la Concepción a Juan Rubio Benítez El Lechero, el cual las pasaba a Gibraltar entregándolas a los agentes republicanos Carlos y Leopoldo. También Pedro Gallardo González El Línea, entregó a Carmen Sánchez Maresco dos notas informativas del movimiento de tropas y un escrito para poder pasarse a la zona roja con el encargo de que se le hiciese llegar a Gibraltar a los agentes rojos Carlos y Leopoldo.

Los envíos unas veces los traían personalmente a La Línea de la Concepción y se las entregaban bien a José María León o a Juan Rubio Benítez, de 37 años, vendedor de leche y otras enviándolas por conducto de Alfonso Morales Barranco, de 35 años, jornalero, vecino de la Estación de San Roque; cuando venía Juan López personalmente utilizaba el auto de Tinoco, quien conocía el servicio que prestaba. Las notas se conducían a Gibraltar por Juan Rubio excepto una vez que las llevó José María León, y se entregaban a Gibraltar a los agentes del consulado republicano.

En la misma red de espionaje encontramos a Sebastián León López, de 36 años, chofer, vecino de Algeciras, quien las noticias que captaba las enviaba por escrito con la contraseña "A 5”, entregándoselas directamente unas veces y por conducto de su hijastro Enrique Melero Wilson, de 16 años, aprendiz de tornero y vecino de Algeciras que tenía la contraseña “A 6” a José Serrano Pérez de 37 años, chofer, vecino de La Línea de la Concepción que tenía la contraseña “A 10” quien las llevaba a La Línea de la Concepción y las entregaba a Juan Rubio Benítez, el que las llevaba a Gibraltar como lechero debajo de los grandes cantaros de leche.

Igualmente Pedro Gallardo González, de 30 años, casado, empleado de banca y vecino de Algeciras envió al consulado republicano de Gibraltar dos noticias; una verbal y otra escrita referentes una a movimiento de tropas, y otra al artillado de determinadas unidades de la marina de guerra, dando dichas notas a Carmen Sánchez Maresco, de 43 años, vecina de esta plaza la que conociendo de lo que se trataba la entregó a un tercero para su pase a Gibraltar y su entrega a los agentes del consulado republicano.

Registro Civil del Puerto de Santamaría. Hoja de defunción del agente Enrique Moreno Chicano.
Registro Civil del Puerto de Santamaría. Hoja de defunción del agente Enrique Moreno Chicano.

El eje de la organización de espionaje era Enrique Moreno Chicano, de 36 años, casado, mecánico, vecino de esta plaza quien captaba las noticias que podía bien directamente bien valiéndose de diversos elementos las enviaba a los agentes republicanos de Gibraltar por medio de un individuo que se encuentra huido, para que la entregara en una tienda de comestibles. Este enviaba a Gibraltar las noticias escritas en papel de fumar con lápiz tinta, que recogía directamente por su estancia en el muelle y estación férrea de Algeciras como las que le comunicaba Francisco Hera Martín, de 45 años casado, portero de la estación de Sevilla, que se las enviaba por conducto de Florentino Cabello Mesa, de 61 años, jefe de tren y vecino de Algeciras y de Manuel López Fernández, de 68 años, maquinista de tren y vecino de Algeciras quienes les trasmitía tanto las noticias que le daba Hera, como las que le facilitaba Manuel Prado López, de 35 años, factor de estación, vecino de Bobadilla y las que ellos en sus viajes recogía. También les facilitaban las noticias Antonio González García, mozo de la estación de esta vecindad. Todos estos daban las noticias a conciencia al consulado rojo.

Enrique Moreno frecuentaba además una casa, sita en la Villa Vieja, el Patio Conte, domicilio de la maestra interina Dolores García Pérez, de 28 años, y vecina de Algeciras. Con ella iba a escuchar las radios “rojas” y se reunía con varios entre ellos con Francisco Muñoz Avilés, mecánico del garaje de Cervera, de la Villa Vieja, que vivía en el piso alto del mismo, al que, por tener en su garaje algunos conductores militarizados, conocía las reformas de algunas de las baterías de costas y de las que daba conocimiento a Moreno Chicano.

Tras ser detenidos se le instruyó causa militar sumarísima. Tras su traslado el 4 de enero de 1939, desde la prisión militar del cuartel de escopeteros al penal del Puerto de Santamaría, el 28 de marzo de 1939 serían fusilados en el Puerto de Santa María; Enrique Moreno Chicano, Juan López Macías, José María León López, José Serrano Pérez, Sebastián León López, Juan Rubio Benítez, Pedro Gallardo González, Alfonso Morales Barranco, Manuel Tinoco Rodríguez y Damián Anastasio Tornay. También serían condenados a reclusión perpetua, más tarde conmutada por la pena de 30 años, a Francisco Heras Martín y Florentino Cabello Mesa, a los que se les concedió libertad condicional en mayo de 1942, fijando su residencia en la Plaza Alta 26, de Algeciras. Manuel López Fernández, fallecería en la prisión del Puerto de Santa María el 6 de mayo de 1939.

Francisco Muñoz Avilés, quedaría en libertad condicional en noviembre de 1942, habiendo fijado su residencia en garaje Cervera, y más tarde en Tarifa en calle Castelar, nº 7.

Enrique Melero Wilson con 16 años de edad, fue condenado a la pena de 12 años y un día de reclusión menor y a la accesoria de inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena, moriría en la prisión de Segovia el 3 de mayo de 1940 por colapso cardiaco, según reza en la documentación.

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