Avances en el proyecto de catalogación y actualización del arte rupestre en el Parque Natural del Estrecho (y II)

Observatorio de La Trocha

La combinación de tecnología y arqueología hace posible reconstruir el lenguaje visual de miles de años de antigüedad

Avances en el proyecto de catalogación y actualización del arte rupestre en el Parque Natural del Estrecho (I)

Vuelo de drone en actuación arqueológica puntual en el PNE.
Vuelo de drone en actuación arqueológica puntual en el PNE. / E.S
Hugo Alberto Mira Perales
- Especialista en arte prehistórico de la Asociación Cultural La Trocha y consejero de número de la 2ª sección (Arqueología, Etnología, Patrimonio y Arquitectura) en el Instituto de Estudios Campogibraltareños, Miembro del comité ejecutivo de la revista 1902 COMMITTEE, Miembro del Proyecto First Art.

Campo de Gibraltar, 11 de julio 2025 - 05:01

El siguiente paso es la localización de las pinturas rupestres y no todos los motivos se ven a simple vista. Actualmente y gracias al software digital, en nuestro caso, el software Dstrech que analiza la correlación de colores, podemos detectar aquellas figuras o motivos que nuestro ojo no llega a percibir, tras ir fotografiando las diferentes zonas de la cavidad vamos pasando el software para localizar todas las pinturas allí reflejadas. En algunos casos son solo pequeños trazos de figuras incompletas que con el paso del tiempo desaparecieron parcialmente, o simples manchas de pigmentos, la idea es tras una minuciosa prospección localizar todos los restos que en su momento había allí pintados.

Después, una vez en gabinete, se exporta toda esa documentación y se van localizando y ubicando en paneles los diferentes motivos y restos de pigmentos, pasando a una numeración. En nuestro caso, se numeran con el número de zona primero y a continuación con un número del motivo; este conteo se realiza de izquierda a derecha, en orden de posicionamiento en la sección. Después de clasificar todos los motivos en áreas y numerarlos, se realizan los calcos de los diferentes tramos.

Uno de los pasos fundamentales en el estudio del arte rupestre es la elaboración de calcos digitales, una técnica que permite obtener una representación más clara y exacta de las figuras que se conservan en las paredes de cuevas y abrigos. Este procedimiento es esencial para que arqueólogos e investigadores puedan interpretar correctamente los motivos prehistóricos, a menudo deteriorados por el paso del tiempo o difíciles de distinguir a simple vista.

Equipo de trabajo prospectando en la cueva de la Jara, PNE.
Equipo de trabajo prospectando en la cueva de la Jara, PNE. / E.S

El proceso comienza con la creación de una capa digital separada a partir de una fotografía original del panel. En esta capa se extraen únicamente los elementos pigmentados que componen las figuras, eliminando cualquier rastro visual que no forme parte del motivo: suciedad, manchas no intencionadas o pigmentos residuales sin forma clara. De este modo, se consigue aislar las grafías reales de su entorno, facilitando su estudio. Una vez obtenida esta capa limpia, se superpone sobre la fotografía original en blanco y negro, lo que permite resaltar los motivos con claridad. Es como si los dibujos prehistóricos cobraran vida de nuevo ante nuestros ojos. La clasificación y numeración de los motivos se mantiene igual que en las imágenes originales, aunque ahora se tiene una visión más completa y depurada de todo lo que aún queda en el panel. Este mismo proceso se repite de forma sistemática en todos los paneles localizados dentro de la cavidad.

Una vez realizados todos los calcos, estos se posicionan sobre una ortofotografía general, es decir, una imagen aérea precisa que muestra el conjunto del espacio en el que se encuentran las representaciones. Así, se obtiene una visión espacial integral de la cueva y sus motivos, lo que permite comprender la distribución de las figuras en su contexto físico original. El trabajo continúa con la descripción detallada de cada panel. En primer lugar, se documenta su ubicación exacta dentro de la cavidad, su orientación, la altura con respecto al suelo y su relación con los paneles cercanos. Estos datos espaciales son clave para entender cómo los artistas prehistóricos utilizaron el entorno para crear sus obras.

Luego, se realiza una descripción minuciosa de cada motivo individual. Se identifican su tipología —es decir, si se trata de una figura humana, animal, símbolo o trazo abstracto—, el color del pigmento utilizado, las dimensiones exactas y cualquier característica especial que presente. Esta información se ordena siguiendo la numeración establecida previamente en el calco del panel.

Ortofoto de los paneles rupestres del abrigo de Ranchiles, PNE.
Ortofoto de los paneles rupestres del abrigo de Ranchiles, PNE. / E.S

Todo este esfuerzo documental no es meramente técnico: es lo que nos permite comprender mejor el mundo simbólico de nuestros antepasados. Gracias a este trabajo, los investigadores pueden realizar un conteo general de todas las figuras presentes en el abrigo, agruparlas por tipos y calcular porcentajes de representación que nos hablan de las preferencias simbólicas o rituales de las comunidades prehistóricas.

Así, a través de una combinación de tecnología moderna y rigurosidad arqueológica, es posible reconstruir con fidelidad un lenguaje visual que tiene miles de años de antigüedad. Y cada calco se convierte en un puente entre el presente y ese pasado remoto que todavía tiene mucho que contar.

Uno de los aspectos clave en el estudio del arte rupestre es analizar la composición de los paneles. Esto implica observar detenidamente la posibilidad de superposiciones o incluso posiciones por debajo entre los distintos motivos representados. Este análisis nos ofrece pistas valiosas sobre la secuencia temporal en que fueron realizados. De forma lógica, se entiende que un motivo que aparece superpuesto sobre otro es más reciente, mientras que el que queda debajo pertenece a una etapa anterior. Esta información resulta crucial para situar cronológicamente cada figura y establecer su clasificación estilística.

Cuando nos adentramos en la cronología del arte prehistórico, podemos distinguir tres grandes momentos o etapas, definidos por el estilo de los motivos representados. En primer lugar, encontramos un periodo que podríamos calificar como Paleolítico arcaico, seguido por una fase de Paleolítico pleno o clásico, y finalmente llegamos a una etapa más reciente caracterizada por representaciones esquemáticas.

Realización de fotogrametría en paneles de abrigo con grafías rupestres
Realización de fotogrametría en paneles de abrigo con grafías rupestres / E.S

Cabe destacar que una figura de estilo paleolítico no necesariamente tiene que aparecer debajo de otras representaciones; perfectamente puede haber sido pintada en una superficie sin superposiciones. Sin embargo, para comprender y diferenciar estos momentos históricos, es fundamental reconocer los rasgos que caracterizan a cada uno.

En el Paleolítico arcaico, o lo que se considera como las primeras manifestaciones artísticas, ya contamos con ciertos elementos identificativos: trazos gruesos, formas puntiformes dispuestas en grupos o en paralelo, manchas de pigmento, y las famosas manos aerografiadas en negativo. En este periodo, el arte figurativo aún no es predominante, aunque puede haber excepciones puntuales.

El siguiente gran periodo es el Paleolítico figurativo, donde aparecen representaciones claramente reconocibles, como caballos y ciervos. Estas figuras, localizadas en zonas como el Parque Natural del Estrecho, se pueden datar con mayor precisión gracias a sus características estilísticas.

Finalmente, llegamos a la etapa de las representaciones esquemáticas, que son las más abundantes en los enclaves rupestres del Parque Natural del Estrecho. Estos motivos pueden variar entre lo naturalista y lo altamente esquematizado, pero todos ellos reflejan una evolución del pensamiento simbólico de nuestros antepasados.

A través del estudio detallado de estas figuras, los investigadores no solo descifran el arte del pasado, sino también los modos de vida, creencias y formas de expresión de las sociedades prehistóricas. Así, cada trazo en la roca se convierte en una ventana abierta a miles de años de historia.

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