Observatorio de La Trocha | Nuestra Decoración Urbana

El Quijote en la Plaza Alta de Algeciras

  • Este enclave es el mayor espacio de socialización de la ciudad

  • Como elemento más característico destaca el conjunto de baldosas inspiradas en la obra magna de Cervantes

Vista de la plaza Alta en 1930, ya con la nueva decoración cerámica.

Vista de la plaza Alta en 1930, ya con la nueva decoración cerámica. / Asociación de la Memoria de Algeciras

Cada ciudad tiene una plaza que se convierte en su espacio público por excelencia. En el caso de la refundación de Algeciras en el siglo XVIII esta función la cumplió desde sus inicios la Plaza Alta, cuyo nombre le viene dado por su posición, a mayor nivel, sobre la que se llamó en los inicios de la nueva población Plaza Baja, cerca del puerto. Hoy el nombre de esta última es el de Plaza de Ntra. Sra. de la Palma, aunque todo el mundo la conoce como la Plaza de Abastos, porque allí tiene su asiento el mercado local.

La plaza funciona como el mayor espacio de socialización de la ciudad junto a sus calles aledañas, la calle Ancha (oficialmente Regino Martínez) y la calle Convento (oficialmente Alfonso XI). En ella tienen lugar las citas del día, bien sea en la misma plaza, en los cafés, los bares o los negocios de alrededor. En ella se desarrollan las principales manifestaciones culturales, festivas y religiosas de la ciudad; pero sobre todo es el espacio íntimo ligado a la infancia, las pandillas de juventud y los noviazgos de cualquier edad.

La que hoy contemplamos no es la primera que hubo en ese espacio. De ésa, diseñada en 1807 cuando el general Castaños, el héroe de Bailén, fuera comandante del Campo de Gibraltar, nos queda su perímetro, marcado por un gran cuadrilátero achaflanado en sus esquinas, lo que le da la forma de un octógono irregular y sus ocho calles, evidentemente.

Baldosa correspondiente a la primera serie de ‘El Quijote’. Baldosa correspondiente a la primera serie de ‘El Quijote’.

Baldosa correspondiente a la primera serie de ‘El Quijote’. / Museo Municipal de Algeciras

El emblema de esta plaza siempre ha sido el monumento central, que en sus orígenes fue una fuente sobre la que se situó un obelisco de madera, dedicado a Godoy, que no duró mucho. Éste fue sustituido por un monumento conmemorativo de las batallas de la Guerra de la Independencia, que a su vez sería reemplazado por una columna conmemorativa de piedra (1826-1926), sobre la que se pensó poner el busto de Castaños, a lo que éste rehusó, por lo que nunca tuvo un remate digno de ser recordado. Su lugar lo ocupó, por poco tiempo, una farola a la que popularmente se le dio el nombre de Cocina Económica y por fin con la renovación integral de toda la plaza entre 1929 y 1930, el espacio central lo ocuparía la gran fuente cerámica que aún subsiste. Parecida a ella es la Plaza de España de Vejer de la Frontera.

Si hubiera que destacarse de la Plaza Alta algún motivo especial, éste lo sería sin duda el conjunto de baldosas que nos cuentan varios episodios de la novela de las novelas: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Efigie de D. Miguel de Cervantes Saavedra. Fuente central, hacia 1930. Efigie de D. Miguel de Cervantes Saavedra. Fuente central, hacia 1930.

Efigie de D. Miguel de Cervantes Saavedra. Fuente central, hacia 1930.

 

Don Quijote y Sancho Panza cabalgan por La Mancha. Don Quijote y Sancho Panza cabalgan por La Mancha.

Don Quijote y Sancho Panza cabalgan por La Mancha.

 

La famosa escena de la aventura con los molinos de viento (Libro I, capítulo 8). La famosa escena de la aventura con los molinos de viento (Libro I, capítulo 8).

La famosa escena de la aventura con los molinos de viento (Libro I, capítulo 8).

Sobre la encimera de la fuente central se hallan dieciséis escenas, que pueden pertenecer a la primera hornada de 1930, y en ellas podemos ver las efigies de Cervantes, don Quijote, su escudero Sancho Panza y trece secuencias referidas a la novela cervantina.

Pero la temática cervantina tiene un mayor recorrido. De nuevo las escenas quijotescas se van a repetir, esta vez sobre los bancos que flanquean la fuente, tanto en los de doble asiento como en los octogonales. En los primeros las escenas se distribuyen en dos filas con diez escenas en cada una de ellas, por tanto, hay cuatro filas y cuarenta azulejos en cada uno de estos bancos, pero no por ello hay motivos diferentes en los tres bancos restantes. Los cuarenta de cualquiera de los bancos de doble asiento que elijamos son los mismos que se van a repetir en los bancos restantes. Estos mismos motivos se van a alternar sobre los bancos poligonales, aunque no en el mismo orden. Por tanto, un exiguo número de azulejos son los responsables de la totalidad de la obra cervantina reflejada sobre los bancos de la Plaza Alta algecireña.

A través de estas piezas cerámicas se describen algunos de los sucesos de trece capítulos del primer libro. De las cuatro partes que lo componen, las piezas de la Plaza Alta se van a centrar en tres de ellos: el primero con diez escenas, el segundo y octavo con siete, mientras que el sexto, el décimo, decimoquinto, decimosexto, decimoséptimo y decimoctavo sólo cuentan con una única representación.

Uno de los bancos de doble asiento, con el escudo de Algeciras. Uno de los bancos de doble asiento, con el escudo de Algeciras.

Uno de los bancos de doble asiento, con el escudo de Algeciras.

En su conjunto podemos decir que en ellos predomina un sentido descriptivo bastante gráfico. Se trata de una obra en la que destaca el juego de imágenes sobre el detalle y en la que hay claras diferencias estéticas entre los azulejos que se encuentran sobre la encimera de la fuente ornamental y los que lo hacen sobre los bancos, en beneficio, claro está, de los de la fuente central.

La técnica usada en todo el conjunto cervantino es la de la cuerda seca. Los colores son los habituales dentro de la cromática trianera: azules, amarillos, rosas y verdes, en todas sus tonalidades.

La decoración cerámica del conjunto se debe a los talleres sevillanos de la Casa González, Cerámica Santa Ana y Coca Campos, esta última en la década de 2010.

La inclemencia del tiempo y la actividad de nuestros bárbaros generacionales han tenido mucho que ver en su deterioro y la necesidad de remplazar periódicamente, desde 1930, tan interesante conjunto patrimonial.

Don Alonso Quijano con su “galgo corredor”. Don Alonso Quijano con su “galgo corredor”.

Don Alonso Quijano con su “galgo corredor”.

El porqué de la nueva Plaza Alta y el elegir la obra cervantina para decorar el nuevo espacio público tienen varios orígenes. En 1926 se había demolido el obelisco central y la plaza se encontraba desangelada. Había que repensarla y en 1929, junto a un macroproyecto de modernización de la ciudad, se pensó en remodelarla, coincidiendo con el gran megaproyecto sevillano de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, uno de cuyos espacios más representativos fue la glorieta cervantina, que subsiste tras el Museo de Artes y Costumbres Populares.

Había triunfado la cerámica y esto se va a reflejar en Algeciras. Había que pensar un tema y éste se encontró en Cervantes y su obra cumbre, El Quijote.

En 1915 el gobierno de turno decidió conmemorarlo y para ello se promovió que en las capitales de provincia y cabeceras de partidos judiciales, caso de Algeciras, se llevaran a cabo propuestas con este fin. No pudo hacerse mucho a causa de la Primera Guerra Mundial, que paralizó el proyecto, pero el alcalde de ese año, Emilio Morilla Salinas, retuvo la idea y en su segundo mandato, en 1930, relanzó el proyecto y esta es la causa de por qué tenemos la actual plaza cerámica dedicada a Cervantes y su magna obra, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

La decoración cerámica de la Plaza Alta ha sido restaurada por el Ayuntamiento, corriendo la ingente tarea a cargo de Taracea, prestigiosa empresa dedicada a la conservación y restauración del patrimonio monumental.

Andrés Bolufer Vicioso. Asociación Cultural La Trocha e Instituto de Estudios Campogibraltareños.

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