Flamenco

Mercé muestra la variedad de su genio flamenco

  • Triunfo del jerezano en vísperas del cierre de la Bienal de Canela

José Mercé, durante su actuación en San Roque.

José Mercé, durante su actuación en San Roque. / Jorge del Águila

José Mercé ha puesto esta noche en el teatro Galiardo de San Roque uno de los broches de oro a la II Bienal Canela de San Roque. Llegó más que responsabilizado por el hecho de que ésta sea una plaza de honda raigambre flamenca. 

Pero como el biznieto de Paco de la Luz y sobrino de Manuel Soto Sordera es en sí mismo un genio musical, gustó y mucho al público del abarrotado espacio escénico de la alameda Alfonso XI. Dedicó su presencia aquí a Alejandro Segovia Camacho, Canela de San Roque. 

Mercé mostró sus intenciones desde el principio. Así fue al ajustarse a la jondura y riqueza de esta cita nada más sentarse en la silla acompañado por el tocaor Antonio Higuero.

Arrancó por malagueñas del Mellizo y de esta manera cosechó la primera ovación cerrada de la noche. Luego cantó por soleá, ese reto que este palo es para cualquier intérprete porque lo pone a prueba de forma total. 

Lo hizo de forma más que notable con esa voz que solo tiene él. Sonriente, relajado pasados los primeros minutos de su recital y en constante diálogo con el público entre cante y cante, abordó luego las seguiriyas: "Me gusta hacerlas porque el flamenco es marca España y tenemos que llevar esta música por todo el mundo entero". 

"No quiero a naide, que con mi Curro y mi niña tengo yo bastante", se acordó de sus hijos de la forma conmovedora y estremecedora que conlleva la seguiriya. Emoción en recuerdo del hijo desaparecido y emoción hasta las lágrimas. La seguiriya es así o no es nada. Y José Mercé puso toda la carne en el asador en San Roque, tan profesional y sabedor como es de que éste es uno de los centros neurálgicos de la afición en toda Andalucía en cuanto a conocimiento. 

Para hacer las alegrías, salieron a acompañarlo a las palmas Chicharito y Mercedes García. Mercé jaleó a la playa de la Caleta y el barrio de Santa María y luego contagió de una dulce brisa rítmica y de sabor al patio de butacas, que para entonces estaba ya en el bolsillo de este jerezano universal. Le pidieron Aire y respondió secándose el sudor a chorros: "Aire, aire, eso necesito yo". 

José Mercé brilló por bulerías, innegable su origen de Santiago en Jerez de la Frontera. Inseparable de su raíz y su historia desde que era un niño. Lo bordó. Compás, ritmo, imposible exigir más porque lo dio todo con naturalidad, genio, raza. Derroche de facultades. Una fiesta, que es sinónimo de bulería y de cante del bueno de su ciudad, que es la catedral del flamenco por antonomasia. También se acordó en este cante de su niño Curro. Más emoción. 

Vaya escolta que tuvo Mercé en el Galiardo con la guitarra de Higuero: inmejorable y espectacular. Una caja de música precisa y sin fallos. 

Se apartó de los micros y ahí sobrevino una nueva demostración de poderío jondo, cantando y bailando con una gracia enorme. De lo mejorcito de una velada que queda para la historia del flamenco en el Campo de Gibraltar. Inolvidable. Puerta grande para José Mercé. 

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