Instituto de Estudios Campogibraltareños

Iluminaciones de los privilegios rodados de Tarifa (I)

  • Describimos las iluminaciones de los privilegios rodados que se conservan en el Archivo Municipal de Tarifa, el primero fechado en el año 1295 y el último en 1456

  • Hacemos la descripción de los crismones y las ruedas como elementos más llamativos de estos documentos

Privilegio rodado de Juan II de 1436.

Privilegio rodado de Juan II de 1436. / Archivo Municipal de Tarifa

El Archivo Municipal de Tarifa tiene una magnífica colección de 21 documentos reales, el primero de los cuales fue expedido por el rey Sancho IV en 1295 y el último por Carlos IV en 1791, una colección que abarca medio milenio.

La colección está dividida en dos partes, como resultado del cambio de legislación sobre la expedición de los privilegios reales. 16 de estos documentos son exentos, todos ellos escritos en pergamino de cuero. El primero es el citado de Sancho IV (lámina 1) y el último el de la reina Juana de 1509. De entre ellos hay ocho privilegios rodados, profusamente miniados como era costumbre en la cancillería del reino castellano- leonés (lámina 2), y los restantes son cartas plomadas (lámina 3), solo una de ellas iluminada —documento número 8 de la colección—.

Todos estos documentos fueron restaurados en 2001 por la Junta de Andalucía en el taller de restauración del Archivo Provincial de Cádiz, por Rocío Hermosín Miranda (2002).

La otra parte de la colección, que comienza con el documento de Felipe II de 1560 y termina con el de Carlos IV, se encuentra encuadernada como resultado de la normativa de incluir los privilegios antiguos dentro de las nuevas confirmaciones.

Los documentos exentos eran validados con el sello de plomo pendiente de hilos de seda, los que como es tan frecuente, se han ido perdiendo. Actualmente se conservan los sellos, todos ellos bifaces, de Pedro I, Juan I, Enrique III, tres de Enrique IV y el de la reina Juana —números 5, 8, 9, 13, 14, 15 y 16—. La colección de privilegios fueron expuestos en 1929 en la Exposición Iberoameriana de Sevilla, donde no fueron bien tratados, perdiéndose los sellos de Alfonso XI y el de Juan II (“Tarifa y la Exposición Ibero- Americana”, 1929).

Todos los documentos son privilegios de confirmación —es decir, ratificación de otro existente— excepto el primero que es de concesión —o sea, el privilegio originario—. Tarifa tuvo otro privilegio de concesión, el que dio el rey Alfonso XI en 1330, que no se conserva en la colección, aunque conocemos su contenido por estar incluido en las posteriores confirmaciones. Todos los documentos reales del Archivo Municipal de Tarifa fueron transcritos por Vidal Beltrán —1957—.

El privilegio de Sancho IV de 1295 es una merced sobre excepciones fiscales y encaminado a convertir Tarifa en un puerto comercial.

El de Alfonso XI de 1330 es un privilegio de homicianos y al igual que el anterior tenía la intención de facilitar la repoblación de Tarifa poco después de la conquista cristiana. El privilegio de Alfonso XI fue confirmado por última vez por Enrique IV en 1456, mientras que el Sancho IV se estuvo confirmando hasta el reinado de Carlos IV.

Un interés especial tiene esta larga colección de documentos regios, porque puede observase, como veremos a continuación, la evolución en su elaboración y las modificaciones legales que por diversos motivos se registraron a lo largo de los siglos.

El estudio de estos documentos se puede hacer desde varias perspectivas: paleográfica, diplomática, histórica o sigilográfica, nosotros nos vamos a limitar al estudio de las iluminaciones que adornan ampliamente a los privilegios rodados.

Tamaño, escritura y estructura

En la Partida III, título 18, ley 2, el código alfonsino define lo que es un privilegio: “Preuilegio tanto quiere dezir como ley que es dada o otorgada del rey apartadamente a algund lugar: o algund onbre para fazer le bien & merced”. Se reserva el nombre de privilegio rodado a aquel que tiene la rueda o signo real validatorio en el centro y que desde el reinado de Alfonso X están profusamente iluminados.

Entre los ocho privilegios rodados del archivo de Tarifa no encontramos una pauta en cuanto al tamaño del soporte, ni en su orientación, estando indistintamente escritos en apaisado o en vertical. Tampoco la proporción entre alto y ancho indica intencionalidad en establecer una norma fija y van de la proporción 1.5 a los prácticamente cuadrados. Sin embargo, el ancho de la plica —doblez de la parte inferior del pergamino— tiene un tamaño más normalizado, encontrándose en torno a los siete centímetros.

Privilegio rodado de Sancho IV de 1295. Privilegio rodado de Sancho IV de 1295.

Privilegio rodado de Sancho IV de 1295.

El privilegio rodado de mayor tamaño es el número 2 expedido por Fernando IV en 1310, que llega a los 928 milímetros de largo y el más pequeño el número 10 de la colección, de Juan II de 1436 con 540 milímetros de largo.

Los pergaminos están cortados en líneas rectas por la parte superior y los lados, dejando las irregularidades del soporte por su parte inferior, irregularidad que se elimina al hacer la plica o doblado del documento para darle más consistencia para soportar el sello de plomo.

La primera operación en la preparación del privilegio era definir la caja de escritura, que debía acomodarse al tamaño del pergamino y dejando márgenes por los cuatro lados, siempre más grande el inferior para dejar lugar al doblado de la plica e iguales los de derecha e izquierda. Los dos primeros privilegios de la colección de Tarifa tienen márgenes muy estrechos, lo que hace que la apariencia del documento sea más abigarrada y menos estética. En los restantes privilegios rodados, los márgenes son muchos más anchos y en armonía con el tamaño de la caja de texto.

Como operación previa a la escritura había que definir el pautado o interlineación y dibujar o marcar la falsilla o líneas rectas que le servían al escribano para mantener la horizontalidad de la escritura y la verticalidad de ambos lados para conseguir un documento justificado. En el privilegio número 2 de la colección de Tarifa es perceptible la falsilla débilmente trazada, tal vez con un lápiz de plomo.

La escritura es en todos los documentos con letra gótica redonda, en minúscula y con tinta ocre, color adquirido por la oxidación de las tintas metaloácidas. La goticidad de las letras, es decir, la combinación de trazos gruesos y finos, no es excesiva, lo que facilita la lectura del documento a pesar del pequeño tamaño de las letras, a la vez que permitía al escribano conseguir una caligrafía elegante.

Hay bastante separación entre palabras, con escasos nexos y abreviaciones. Los astiles superiores de algunas letras se inclinan esbeltamente hacia la izquierda, en especial la d; también los astiles inferiores se orientan hacia la izquierda, muy marcadamente en la letra g.

Es escaso el uso de las mayúsculas, reservadas al nombre de los reyes. Todos los privilegios de la colección tarifeña están escritos en castellano, práctica que se generalizó en el reinado de Alfonso X.

Carta plomada de Enrique IV de 1456. Carta plomada de Enrique IV de 1456.

Carta plomada de Enrique IV de 1456.

Al usarse este tipo de letra en los privilegios, se le dio el nombre de letra gótica de privilegios o gótica cancilleresca. La escritura permanece casi inalterable en el curso de los casi dos siglos en que se concedieron a Tarifa privilegios rodados.

La ley de la Tercera Partida antes referida indica las partes en que debía estar estructurado el privilegio: invocación —citar el nombre de Dios—; preámbulo —razones genéricas por las que se hacen las concesiones reales—; notificación —advertencia a los que leyeran el documento—; intitulación —nombre del rey y miembros de la familia real—; dirección —quien es el beneficiario de la merced—; exposición —motivos por las que se concede el privilegio—; disposición —descripción de la concesión—; sanción —pena a aplicar a los que incumplan el privilegio—; anuncio de validación —referencia a la validación por sello de plomo— y finalmente la validación que comenzaba con la suscripción real —en el que se repetía los nombres de la familia real—.

Las partes que suelen encontrarse iluminadas son la invocación, notificación, intitulación, suscripción real y la validación. Hay que advertir que no todos los privilegios siguen la regla alfonsina, y que como veremos, hay una ligera evolución en la estructura diplomática de estos documentos regios.

Hay que indicar que los privilegios de confirmación diferían en cuanto a estructura a los de concesión a los que antes hemos aludido. En particular no había que poner los nombres de los miembros de la familia real, solo el del rey y la reina y la exposición y dirección se suprimían al ir adjunto el documento de concesión en el de confirmación.

El Crismón o invocación simbólica

La legislación establecida en la Tercera Partida dice que el privilegio “primeramente deue començar con el nombre de dios”; es lo que se llama la invocación. Los privilegios rodados de Sancho IV, Fernando IV y Juan I —números 1, 2 y 7— de la colección tarifeña tienen una doble invocación: simbólica y verbal.

La invocación verbal es en los tres casos mariana y hace referencia a la Santísima Trinidad y a la Virgen; su texto varía de un documento a otro. Es muy corta en el de Sancho IV y más amplia en los restantes. El primero de los privilegios de la colección comienza: “En el nombre de Dios, Padre e Fijo e Spiritu Sancto, e de Santa Maria su madre”. Señalar que en las cartas plomadas, que eran documentos reales más simplificados pero de igual valor legal, se omitía, entre otras cosas, la invocación.

Desde el reinado de Enrique IV la invocación verbal desaparece de los privilegios rodados, de tal forma que el documento se inicia con la notificación: “Sepan quantos esta carta de privilleio e confirmaçion vieren commo yo [nombre del rey seguido de la intitulación]”. Los privilegios rodados de Sancho IV, Fernando IV y Juan I —números 1, 2 y 7 de la colección— comienzan con la invocación simbólica, el llamado crismón (lámina 4). Aparentemente puede parecer que los crismones de la colección tarifeña son cristológicos, es decir que hacen referencia exclusivamente a Jesucristo. Este símbolo es la superposición de las letras mayúsculas griegas ji y rho, que tienen la misma forma que la X y P del alfabeto latino y que representan las dos primeras letras del nombre de Cristo en griego.

Crismón trinitario del privilegio de Fernando IV. Crismón trinitario del privilegio de Fernando IV.

Crismón trinitario del privilegio de Fernando IV.

Los tres crismones que analizamos añaden una S entrelazada a la parte inferior de la P, por tanto, se trata de un crismón trinitario o románico, que, aunque tiene un gran parecido con el cristológico, son bastante diferentes entre sí, tanto en el significado de sus letras como en su simbolismo.

Las letras de los crismones a los que nos referimos son la P —Padre— y la S —Espíritu Santo—. Además, en la parte superior de la P hay un pequeño trazo horizontal, con el que se dibuja una cruz latina, que es la representación de Cristo. A este crismón se le añade, al igual que al cristológico, las letras griegas alfa y omega —el principio y el fin—, la primera en mayúscula y la segunda en minúscula. La X de este crismón ya no es una letra sino un aspa que divide en cuatro partes el símbolo, que sirve para enmarcar cada una de las letras y que a veces tiene decoración en los extremos de sus brazos.

El crismón del privilegio de Sancho IV ocupa cuatro líneas de texto, tiene forma de círculo, cuya gráfila o borde que la engloba, tiene su interior pintado en verde y limitada por dos circunferencias de color ocre. Las letras han perdido su color y solo permanecen sus perfilados, a excepción de la letra alfa pintada en rojo. Todo el conjunto se encuentra encerrado en un cuadrado con el fondo en tinta ocre.

Más vistoso y mejor conservado es el crismón de la confirmación de Fernando IV. La silueta de sus letras es bien visible y se entrevé que estuvieron pintadas en oro, del que quedan algunos rastros, mientras que el interior de la gráfila conserva algo del plateado original. El crismón que ocupa cinco líneas de texto, es circular y enmarcado en un cuadrado de bordes ocres y el interior pintado en azul, el mismo que el fondo de la letra S. También la letra P tenía un fondo que hoy se nos presenta de color sepia bastante desdibujado.

Finalmente, el crismón del privilegio de confirmación de Juan I presenta una completa policromía, el interior de las letras es plateado y los fondos azul, rojo y dorado, el cuadrado que engloba el círculo del crismón es doble y con tinta ocre. Resaltar que el aspa está ancorada y que se ve en el fondo de las letras un enrejado, pintado con el mismo color que el fondo, pero con tonalidad más intensa. Las enjutas del cuadrado están torpemente dibujadas, con tinta negra las superiores y ocre las inferiores.

Artículo publicado en el número 56 de Almoraima, Revista de Estudios Campogibraltareños (2022).

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