El camino empezó en el instituto Isla Verde de Algeciras. Allí, en los años 70 ya despuntaba por buen estudiante un alumno que había llegado del colegio Los Pinos. De familia sanroqueña, era el mayor de los seis hijos de José María Fernández, administrador de la aduana de Algeciras. En junio del 1977, tras acabar el COU, el joven se matriculó en la Facultad de Medicina de Sevilla. No sabía entonces hasta dónde le llevaría su vocación investigadora. Ahora, sí. Este martes, la Real Academia Nacional de Medicina de España entrega al doctor Emilio Fernández Espejo el Premio Doctor Espina y Capó de investigación sobre neurociencias. 

Emilio Fernández Espejo es catedrático de Fisiología del Departamento de Fisiología Médica y Biofísica. Imparte docencia en primer y segundo curso de Medicina, en la Universidad de Sevilla. Dirige el grupo de investigación BIO127, donde trabaja sobre la neurodegeneración dopaminérgica de tipo parkinsoniano y sobre los desórdenes adictivos. Es autor de más de 60 publicaciones indexadas dentro del campo, así como más de 80 comunicaciones a Congresos, y varios capítulos de libros.

La Real Academia Nacional de Medicina de España celebra este martes la Solemne Sesión Inaugural del Curso Académico 2022 durante un acto telemático -por la pandemia del coronavirus- que se podrá seguir a través de www.ranm.tv y desde la página de Facebook de la institución. La tarde se cerrará con los galardones que reconocen públicamente la labor, la entrega, el trabajo y la trayectoria de los profesionales de la medicina española. La convocatoria engloba un total de 23 distinciones que se otorgan en 8 categorías diferentes. 

El pasado 2021, Fernández Espejo y Ángel Martín de Pablos, especialista en Anestesiología del Hospital Universitario Virgen Macarena, publicaron en la revista científica internacional Brain Research, dedicada a la investigación fundamental en las ciencias del cerebro, un artículo en el que se recogen los últimos avances en la identificación de un posible biomarcador cerebral de la enfermedad de Párkinson. 

El trabajo investigador analiza el papel de la lactoperoxidasa como factor patogénico en la enfermedad de Párkinson. La lactoperoxidasa se encuentra en secreciones como la leche, las lágrimas o la saliva, donde desempeña un papel defensivo gracias a su capacidad oxidante y citolítica. Esta enzima también está presente en el tejido cerebral y el líquido cefalorraquídeo, donde su concentración está aumentada en la enfermedad de Párkinson y podría participar en el daño de la sustancia negra durante el desarrollo de la enfermedad. 

Estos especialistas han detectado, a lo largo de cuatro años de investigación, que en el líquido cefalorraquídeo de los enfermos existe un incremento de la enzima llamada lactoperoxidasa. Esta enzima es tóxica para las neuronas si se encuentra en exceso, y por tanto podría participar en la muerte neuronal propia de la enfermedad. Aunque es una conocida sustancia defensiva del organismo, su aumento en cerebro en los pacientes es algo nuevo, no descrito hasta la fecha.

Gracias a este conocimiento se abren nuevas vías para el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad. Contemplar la inhibición de dicha enzima sería un nuevo enfoque terapéutico que podría ayudar a enlentecer el avance del Parkinson.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad de Parkinson afecta a 1 de cada 100 personas mayores de 60 años y, aunque sus causas son aún desconocidas, los expertos apuntan que se debe a una combinación de factores genéticos, ambientales y de envejecimiento.