Este domingo, horas antes de que comience en Londres la décima ronda de negociación entre la Comisión Europea (CE) y Reino Unido sobre Gibraltar, se cumplen 38 años desde que España firmó con el Gobierno británico la Declaración de Bruselas, por el que ambos se comprometían a comenzar un "proceso negociador" para "promover en beneficio mutuo la cooperación en materia económica, cultural, turística, aérea, militar y medio ambiental" e incluso tratar "las cuestiones de soberanía". 

Ahora, casi cuatro décadas después, están inmersos en otras conversaciones, España como parte de la Unión Europea (UE). Y ni siquiera al apartar este último elemento -el que más discordia causa, el de la soberanía- europeos y británicos han conseguido sellar un acuerdo sobre el Peñón, que permanece peligrosamente encallado en cinco puntos claves mientras el anunciado derribo de la Verja sigue sin cumplirse.    

El contexto es muy diferente, casi opuesto, al de entonces. Aquel 27 de noviembre de 1984, cuando el ministro de Exteriores español, Fernando Morán, y su homólogo británico, Geoffrey Howe, se comprometieron por escrito a resolver el problema de Gibraltar con la implementación de la Declaración de Lisboa de abril de 1980, España ni siquiera pertenecía a la UE. Había solicitado su adhesión el 26 de julio de 1977, la logró el 12 de junio de 1985 con la firma del Tratado de Adhesión en Madrid y la culminó con su entrada en vigor el 1 de enero de 1986. Sin embargo sí estaba en el club comunitario Reino Unido, que entró en 1973 y empujó consigo a Gibraltar.   

Ahora, han cambiado los papeles. España pertenece a la UE y Reino Unido y Gibraltar, la dejaron el 31 de enero de 2020. Los británicos alcanzaron un Acuerdo de Retirada por el que regulaban su relación con los 27 que no está en sus mejores horas por su aplicación entre las irlandas. España consiguió que en ese gran pacto no se incluyera al Peñón. Hace dos años comenzó otra negociación para la confección de un Tratado Internacional que regulara la relación de los gibraltareños con Europa, que comienza en La Línea, a cinco kilómetros de Main Street.

Tras llegar a acuerdos en la mayoría de los puntos, llegó la hora de abordar cinco en los que las posiciones estaban (y están) más encontradas. Tanto es así que apenas se han producido avances desde enero. Y la exención que España consiguió de sus socios de Schengen para flexibilizar el paso por la Verja puede terminarse en cuando estos decidan que ya ha pasado un tiempo prudencial.

Las discrepancias se mantienen en torno a la igualación de las pensiones de los trabajadores españoles con las de los llanitos, la transposición de la normativa medioambiental de los 27 al Peñón, la armonización fiscal de la colonia con España, el sistema de control de las fronteras exteriores y el uso militar del puerto y aeropuerto.

Para intentar solucionarlas la CE hizo suya una "propuesta global" lanzada por España a la que Reino Unido no ha respondido de momento. La recibió en la novena ronda de negociación, celebrada en Bruselas los días 10 y 11 de este mes. Desde entonces, la CE y España han empujado para que los británicos se pronuncien. "Ahora le toca a Reino Unido terminar el diálogo con la Comisión Europea. No estamos en un estadio distinto, llevamos mucho tiempo hablando y ha habido parones por el covid, los cambios de Gobierno en UK, pero probablemente en estos momentos es cuando encontramos voluntad política por ambas partes para avanzar. Quiero ser positivo hoy porque es el estado en que se encuentran las cosas", dijo hace unos días el ministro de Exteriores española, José Manuel Albares.

Su única respuesta hasta ahora ha sido que ven factible un acuerdo pero para ello hace falta "flexibilidad de todas las partes". Los negociadores europeos consideran que ya lo han sido, hasta el extremo de presentar la proposición "más generosa" jamás lanzada sobre el peñón, según fuentes cercanas a las conversaciones. 

La negociación tiene como base el memorándum de entendimiento que firmaron los gobiernos británico y español el 31 de diciembre de 2020, al filo de la Nochevieja, en el que se prevé la futura supresión del paso fronterizo y trasladar los controles fronterizos en el Peñón al puerto y el aeropuerto.