El flamenco se despide de los jueves en Cádiz
Festival Cádiz Flamenco
La I edición del Festival Cádiz Flamenco llegó a su fin este 12 de agosto en el Baluarte de la Candelaria tras cuatro noches ofreciendo un programa jondo diverso y variado
Tras varios años sin flamenco los jueves (sin Jueves Flamenco), el festival Cádiz Flamenco irrumpió este verano en el Baluarte de la Candelaria para recuperar el espíritu de aquellas noches estivales que ofrecía la peña Enrique el Mellizo. Eso sí, con todas las restricciones de movilidad y horarias que marcan los actos culturales en estos tiempos de pandemia.
No hubo aficionados que se acercaran a la orilla de la escena para dar dos vocinazos al artista de sus anhelos, ni besos a diestro y siniestro en el patio, ni mesas redonda cuajadas de fritos gaditanos. La Covid-19 no entiende de arte, ni de ánge (ni de hambre). Pero, a cambio, sí hubo una barrita (la fija de este verano del recinto) para refrescar los gaznates, espacio de seguridad para sentirnos tranquilos y, sobre todo, en el Baluarte de la Candelaria hubo duende en toda su diversidad.
Porque la I edición de Cádiz Flamenco se desmarcó con un cartel donde no sólo el flamenco de tradición llamaba a la puerta de la fortaleza gaditana. También el flamenco más heterodoxo, los lenguajes más actuales y la conciencia inclusiva que tienen grabada a fuego buena parte de los nuevos artistas que hacen su propio camino.
El 12 de agosto el flamenco se despidió de los jueves en Cádiz y, si me apuran, prácticamente de todos los días de la semana, excluyendo gloriosas excepciones como la de Rosario la Tremendita este mismo viernes en el Castillo de Santa Catalina o las presencias de David Palomar y Riki Rivera en el festival Música del Mar.
Han sido, como en un crucero, cuatro noches con escala en cuatro puertos distintos, con sus propios aires, su propia filosofía y hasta con sus propios presentadores.
Cuatro noches que arrancaron apostando por poner la voz de la mujer en primer plano, que continuaron con esa vertiente heterodoxa, que prosiguieron buscando cómo se entiende la ortodoxia también en la juventud y que culminaron este jueves ofreciendo la fuente de la tradición, con la que bebimos y brindamos a la salud de Juan Villar, de Juana la del Pipa, de la saga de mujeres Rancapino. Y a la del propio Rancapino, claro.
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