Renovarse o morir

Objetivos

España propone redefinir las cumbres iberoamericanas al mismo tiempo que diversos líderes cuestionan el papel que juegan estos encuentros en los tiempos actuales

Redacción / Cádiz

17 de noviembre 2012 - 21:08

Las cumbres iberoamericanas se crearon hace ya veintidós años, con una realidad bien distinta a la actual. Por eso, como cualquier edificio, monumento u objeto en general, empiezan a ser cada vez más evidentes los defectos o deterioros y se requiere ya una revisión, una especie de rehabilitación. Esas voces críticas a la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que surgieron hace ya unos años han ido creciendo. Y ha sido en Cádiz donde se ha planteado ya una propuesta seria de redefinición del formato de estos encuentros.

España ha sido, precisamente, el país que ha planteado esta reforma, pidiendo que la Cumbre "tenga una estructura más equitativa en cuanto a cargas y responsabilidades", reconociendo no obstante que estas reuniones "han sido un elemento vertebrador de la identidad iberoamericana" y defendiendo que se mantengan "como foro de concertación". "La evolución de la realidad iberoamericana requiere una redefinición de las cumbres", añaden desde el Gobierno español.

Según argumenta el que ha sido país anfitrión de esta 22 edición, Latinoamérica ha registrado "avances sustanciales" en materia económica, política y social, por lo que se hace necesario redefinir el formato y papel de estas cumbres.

En ello trabajará de cara al próximo encuentro de Panamá una comisión que coordinará el ex presidente chileno, Ricardo Lagos, y de la que formarán parte también la canciller mexicana, Patricia Espinosa, y el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias. Su misión será de concretar esos cambios que se piden, basándose fundamentalmente en cuatro ejes: la periodicidad -se da por hecho que a partir de 2013 se harán cada dos años-, la estructura de la Segib -a la que por cierto España aporta más del 60% de su financiación-, el reparto de cuotas y el formato de los encuentros.

Sobre estos asuntos, precisamente, han hablado algunos de los mandatarios estos días en Cádiz. Así, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, afirmó ayer mismo que "cualquier cumbre que incluya a más de dos ya pierde eficiencia". "Esos plenarios donde todo el mundo tiene obligación de intervenir no es el mecanismo, no es eficiente para tratar los temas. Debe venir con una temática establecida y referirnos a los puntos de esa temática, abrir una discusión mucho más espontánea que ese formalismo, ese rigor protocolario de que cada uno tiene que intervenir con un determinado tiempo y por orden alfabético", indicó Correa en referencia a una falta de agilidad y de cercanía en estos encuentros, reconociendo que "igual nuestros pueblos se cansan de que estemos en tantas cumbres y ellos en tantos abismos".

Por su parte, el ministro de Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, también cuestionó ayer esos "múltiples" encuentros iberoamericanos con resultados "limitados" que se producen a lo largo del año. Rodríguez llegó a plantear si las cumbres iberoamericanas son ya "necesarias", "como tampoco muestran serlo las múltiples y frecuentes reuniones sectoriales, de resultados limitados", toda vez -apuntó el ministro de Exteriores cubano- que Latinoamérica se está dotando de sus propios mecanismos de coordinación, cooperación y concertación.

A estas intervenciones pueden sumarse otras realizadas años atrás por otros mandatarios latinoamericanos en los que la cumbre iberoamericana se ha puesto en tela de juicio, dudando de su efectividad 22 años después de aquel encuentro en Guadalajara. El futuro final de estas cumbres dependerá, parece, del nuevo modelo que el próximo año presente esta comisión creada en Cádiz. Renovarse o morir, parece que será la misión de la cumbre iberoamericana.

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