El difícil proceso de inyectar linensismo en la Balona

Uno de los grandes deseos de la afición de la Balona es recuperar un mayor protagonismo del acento linense en la plantilla, un ADN que se ha ido perdiendo progresivamente durante los últimos años. La Real Balompédica Linense afronta, tras su descenso a la Tercera Federación, un proceso de reconstrucción total, un borrón y cuenta que para muchos balonos se antoja apropiado para reintroducir ese gen local tan necesario en el próximo proyecto.

Ya desde el tramo final de la recién terminada campaña, eran muchas las voces que reclamaban más sangre linense en el equipo, aunque fuera a través de la cantera, de esas categorías inferiores respaldadas por la inagotable fuente del Atlético Zabal. El problema es que no se trata de un deseo sencillo de cumplir por varios factores que han provocado que la Balona se haya distanciado de esa Balona que hace una década respiraba linensismo con los Ismael Chico, Carlos Guerra, Alberto Merino, Joe, Olmo y una larga lista de futbolistas que defendieron la elástica albinegra en la desaparecida Segunda B.

Uno de los grandes escollos, seguramente el principal, de que se haya recudido drásticamente la presencia de linenses en la Balona se llama Gibraltar. La Premier del Peñón se ha convertido en un foco continuo de atracción para los futbolistas de La Línea y, también, del resto del Campo de Gibraltar. El mayor poderío económico, el aliciente de llamar la atención de alguno de los grandes clubes de la Roca y la posibilidad de disputar competición europea (previa de la Champions, la Europa League o la Conference) han hecho de Gibraltar un reclamo que convence a muchos jugadores jóvenes y otros ya más maduros que quieren exprimir sus últimos años cerca de casa y sin esa presión añadida que conlleva un club de la trascendencia de la Balona.

Tan solo hace falta echar un vistazo rápido a la nómina de linenses que copan equipos en Gibraltar, gente como los mencionados Joe y Olmo y linenses como Labra, Borja Valadés, Domingo, Nacho Holgado, Chico Rubio, Caro... El último ejemplo ha sido Juanje Argüez, reclutado por el Lincoln Red Imps del guadiareño Juanjo Bezares, vigente campeón y clasificado para la fase previa de la Champions League. Argüez, de 30 años, sonaba insistentemente en los mentideros como posible fichaje de la Balona para el nuevo proyecto, pero el rumor se esfumó incluso antes de saber quién llevarás las manijas de la dirección deportiva en el nuevo equipo de Andrés Roldán.

Si uno se pone a buscar futbolistas linenses en activo, más allá de un jugador de primera fila como Tete Morente (Lecce italiano), el abanico se reduce mucho a nombres como el de Loren, que tiene contrato en vigor con el Orihuela de la Segunda RFEF; Celso Bermejo, perteneciente a la cantera del Cádiz, o Dani Clavijo, mitad sanroqueño mitad linense, que va a dispitar el playoff de ascenso a Segunda con el Antequera.

Seguramente haya un buen puñado de promesas jóvenes en las categorías inferiores de clubes de élite, chavales que se marcharon pronto de casa, fuera del radar, como el caso del linense e José David Fernández Torres, que defiende los colores del juvenil del Atlético de Madrid y ha sido convocado por la selección sub-18 de España.

La cuestión es si la Balona puede echar mano de algunos canteranos para tratar de reinyectar esa sabia linense. Lo lógico es que el club abra la puerta durante la pretemporada a los jugadores de la casa que han venido participando en el último curso y que, al mismo tiempo, el futuro cuerpo técnico pruebe a nuevos valores del filial y el juvenil mientras toma forma la plantilla.

La Balona 2025/26 va a requerir un proyecto casi desde cero en el que de momento solo hay una primera piedra, la continuidad del defensa marroquí Moha Hamdoune, el único con contrato en vigor de la última plantilla.