La Balompédica rememora este sábado su inolvidable eliminatoria copera con el Athletic

Real Balompédica Linense | Tercera Federación

La Peña Balona organiza una convivencia que tendrá continuidad en los prolegómenos del encuentro con el Dos Hermanas

(0-2) Dignidad, divino tesoro

(6-0) Y el resultado nos da igual

El once inicial de la Balona en la ida de la eliminatoria contra el Athletic.
El once inicial de la Balona en la ida de la eliminatoria contra el Athletic. / Erasmo Fenoy

La Peña Balona celebra este sábado el penúltimo acto conmemorativo del 50 años de su fundación. La entidad que preside Julio Vega llevará a cabo un homenaje a la plantilla que participó en la recordada eliminatoria de Copa del Rey que enfrentó a la Real Balompédica Linense y al Athletic Club de Bilbao los días 3 y 16 de diciembre de 2015. Nunca una derrota global por 0-8 dejó mejores recuerdos entre la afición del equipo supuestamente damnificado.

Julio Vega entiende que la conmemoración de hoy está más que justificada: "La Balompédica es un club grande, con más de cien años de historia, pero al mismo tiempo modesta, como demuestra la categoría en la que está militando en estos momentos. Por eso mismo, una eliminatoria de Copa con el Athletic Club para los balonos significó mucho. Justo ahora que se cumplen diez años de aquella eliminatoria hemos querido homenajear a los que la hicieron posible".

Buena parte de los integrantes de la plantilla —aunque con excepciones tan señaladas como la de José Ramón, Canario, Mateo o el míster Rafa Escobar, que han justificado su ausencia— visitarán a mediodía un Ciudad de La Línea que muchos desconocen y a las 13:30 disfrutarán de una jornada de convivencia en la sede de la Peña junto a muchos de los que por entonces formaban parte del entorno del club. Esta última cita ha sufrido algunas modificaciones por mor de las condiciones meteorológicas.

El domingo, en el prólogo del encuentro de liga entre la Balona y el Dos Hermanas, los protagonistas recibirán el homenaje de la afición de La Línea.

Dos partidos para el recuerdo

Aquella eliminatoria, que como era previsible no tuvo equilibrio deportivo alguno, sirvió, sin embargo, para establecer entre las dos hinchadas unos lazos que perduran y, casi con total seguridad, perdurarán en el tiempo. Desde esa inolvidable noche el Athletic Club y Bilbao tienen un embajador dentro de cada balono de bien.

El 3 de diciembre el equipo de Ernesto Valverde ya había dejado garantizada la clasificación con un 0-2 en el entonces Municipal, que se sabía irremontable y más cuando el técnico rojiblanco decidió alinear a su mejor once en el partido de vuelta. "Una muestra de respeto", recalcó en la rueda de prensa.

El resultado adverso no arrugó a los incondicionales de la Real Balompédica, que en un número superior al medio millar se cruzó España de punta a punta para poder presenciar in situ la histórica visita de su escuadra a La Catedral.

La noche previa al encuentro ya hubo autocares que emprendieron el camino de ida, durante la madrugada lo hicieron numerosos turismos y poco antes de las siete de la mañana el aeropuerto San Pablo de Sevilla recordaba a una céntrica calle de La Línea en hora punta. Era imposible andar dos pasos sin encontrarse con una cara conocida. Luego, en el avión, había un interés especial en hacer saber a la tripulación, con un orgullo inabarcable, que la mayor parte de los presentes iba "a ver a la Balona".

Una vez en la capital vizcaína los linenses se distribuyeron por diferentes zonas del casco, pero en todas recibieron un trato que aún cuentan en las tertulias futboleras o no tanto. Muchos fueron invitados por bilbaínos a los que no conocían de nada y que ejercían de exquisitos anfitriones.

El hotel en el que el equipo había montado su cuartel general tuvo a bien colocar en su entrada una bandera con los colores albinegros, que saludó la visita de uno de los nombres más ilustres de la historia de ambas entidades: Carmelo Cedrún, quien fue recibido entre numerosas muestras de cariño y que más tarde presenció el duelo desde el palco. "Nunca imaginé que vería a mi Balona en San Mamés, es algo muy emocionante", comentó quien mejor encarna, sin duda posible, la estrecha vinculación creada entre las dos instituciones.

Athletic y Balona saltan al césped del antiguo Municipal.
Athletic y Balona saltan al césped del antiguo Municipal. / Erasmo Fenoy

El encuentro de vuelta

Más de una hora antes de que arrancase el encuentro los alrededores de La Catedral estaban llenos de linenses, que agotaban las baterías de sus móviles a base de selfies porque querían tener la prueba de que ellos sí habían disfrutado de ver en ese incomparable marco al equipo al que Rafa Escobar había llevado a cumplir uno de sus sueños, después de eliminar a Recreativo de Huelva (1-0), Talavera (0-2) y Ebro (2-0).

Un día tan desbordante de felicidad no podía tener mejor fin que el que tuvo. Mientras miles de linenses seguían el partido por televisión, los presentes en el estadio presenciaron una muestra de cariño inolvidable.

"Lo que convierte el partido en extraño es que el comportamiento de la afición de casa haya conseguido que el resultado quedase reducido a la condición de anécdota", explicaba este periódico en su edición del día siguiente, en una crónica titulada "Y el resultado nos da igual". "San Mamés se encariñó con los de La Línea, a los que arropó para suavizarles la amargura del resultado. El público, y eso está al alcance de muy pocos, entendió que el fútbol no era más que una fórmula para hermanar dos ciudades y dos aficiones que la lógica señalaba que estaban llamadas a no encontrarse. Y, paradojas de la vida, el Athletic ocupa, desde anoche, un lugar privilegiado en el corazón de los balonos de pro".

Más adelante se podía leer: "Fue entonces cuando la grada de San Mamés tomó la palabra para suavizar lo que sus futbolistas estaban haciendo, con la profesionalidad como aval, sobre el terreno de juego. Empezó aplaudiendo a los jugadores de la Balona cuando eran relevados. Y no está mal que Carlos Guerra y Copi, que tanto han dado por este club y que están en el tramo final de sus carreras, se llevasen esa satisfacción".

"Continuó literalmente haciendo la ola al masajista Pepe García cuando a éste le correspondió hacer sus labores e incluso abucheó al colegiado —el catalán Estrada Fernández— por conceder una falta indirecta dentro del área al confundir un mal despeje con una cesión. Incluso solicitó a sus jugadores que indultasen a la retaguardia albinegra, pero Raúl García entendió que la mejor forma de respeto a la Balompédica era seguir comportándose con la mayor codicia. Como debe ser", abundaba Europa Sur.

"San Mamés había unificado a las dos aficiones y después del pitido final los jugadores del Athletic regresaron corriendo a la caseta para dejar solos en el semicírculo a los pupilos de Rafa Escobar, que escucharon una atronadora ovación de los diecisiete mil bilbaínos que habían acudido al encuentro, al tiempo que los suyos, mientras se les escapaban no pocas lágrimas, se dejaban la garganta cantando aquello de 'oé, Recia oé' que había retumbado entre esas paredes desde horas antes", decía la reseña más adelante.

Ah, por cierto, ese partido acabó 6-0

stats