Relevo en la rtva Rafael Camacho concluye ocho años de gestión y da paso a Pablo Carrasco, un hombre de 'consenso'

El hombre que no se fiaba de la jungla

  • Su buena relación con el vicepresidente Gaspar Zarrías ha permitido a Camacho trabajar con margen al frente de Canal Sur

Como ex portavoz del Gobierno de la Junta, cargo que ejerció en los cuatro años anteriores, Rafael Camacho llegaba con las cartas marcadas al frente de la RTVA en septiembre 2000. Sin plazos de confianza, dada la procedencia del directivo, desde un primer momento el PP vio en Camacho la figura propicia para asfixiar a la menor oportunidad a Manuel Chaves, a través de uno de sus juguetes más caros, la corporación autonómica audiovisual, uno de los altavoces de lo que podríamos llamar la (ir)realidad andaluza. Las polémicas sobre parcialidad en el tratamiento informativo, los costes y presupuestos de la casa, y la calidad de los contenidos alejados del servicio público, han marcado los ocho años de gestión de Camacho, que vino a relevar al periodo del autoritario Eduardo Abellán, quien terminó su mandato al enfrentarse con el consejero Gaspar Zarrías, verdadero Gran Hermano de la casa. A su vez el director general saliente puede presumir de números contables responsables, apoyados por subvenciones generosas (más de 180 millones anuales a lo largo de estos ejercicios) y una mejora en las cifras de la audiencia, coartada que justifica la cuestionada programación televisiva, con un mejor rendimiento de las cadenas de radio.

Rafael Camacho (Baena, Córdoba, 1954), criado en el ombligo geográfico de nuestro mapa, Nueva Carteya, ha sido pragmático en la aritmética; pasional, a veces demasiado, en el plano político; y algo seco en las distancias cortas. Su entorno le reconoce el olfato para crear buenos equipos. Su flamante sucesor, Pablo Carrasco, fue una de sus promociones internas. Desde el inicial despacho donde se analizaban las audiencias se fueron añadiendo aliños a una parrilla en la que se reflejó una creciente masa incondicional cuando el ahora director general era jefe de programas. Sin embargo, el talento para reunir recursos se ha echado en falta para mantener buen ambiente en algunas dependencias.

Desde fuera de Andalucía, en la federación de cadenas autonómicas (FORTA), por ejemplo, el trabajo de Camacho se valora con nota alta. El saliente apeló siempre a su condición de economista perspicaz. Está doctorado en Economía por la Universidad de Sevilla, a lo que hay que añadir sus títulos en Comunicación y en Sociología y Políticas por la Complutense. Antes de llegar al trono audiovisual, a este cordobés presumido le respaldaba su labor periodística en rotativos de su tierra, en la jefatura de El Correo de Andalucía y en la fundación y longeva dirección del mensual Andalucía Económica. En esas llegó el fichaje por Chaves en la portavocía que le condujo hasta la RTVA. Fue el segundo periodista en ostentar el cargo, tras Joaquín Marín. Sin duda, su preparación le ha permitido sobrevivir en estos selváticos años televisivos.

En septiembre de 2000 Canal Sur tenía un 16,4% de cuota mensual de audiencia (más 4,7% del Canal 2). En porcentaje de espectadores era la quinta de entre las autonómicas, por detrás de las de Cataluña (20,8), Valencia, País Vasco y Madrid. Pero las primas hermanas de la tele andaluza se han ido hundiendo en share durante estos años, con la llegada de nuevas ofertas, mientras que Canal Sur, tras una fulgurante subida, ha ido aguantando el tipo, llegando a liderar la audiencia andaluza, como sucedió en los dos últimos meses del hasta ahora director. Todo el prime time está externalizado, en manos de productoras (como todos los canales), las que sustentan el esqueleto de la programación. Los puntales de la rentabilidad del audímetro son las telenovelas (y la de la sobremesa en el punto de mira por sus contenidos inapropiados para el horario protegido) y la productora ZZJ, la de Menuda noche y donde ha trabajado Pablo Carrasco, es la que se ha encargado de fijar la franja de tarde (La tarde con María), fundamental para los intereses de audiencia, aunque sin tener la química de Juan y Medio, fundamental en el éxito de audiencia iniciado en 2003. Una parrilla autocomplaciente para un segmento de población complaciente (2 millones, entre mayores, población rural y clase media-baja): es el éxito de audiencia que suspirarían otros. TV-3 está en 14,7 casi 3 puntos menos que Canal Sur. En febrero de 2005 la andaluza tocó su techo: 21,9% más 6,2% del Canal 2, cuando no había despegado Cuatro ni funcionaba La Sexta. Camacho deja ahora unos registros sobre los 17 puntos para Canal Sur, 4,4 para Canal Sur 2 y 750.000 oyentes en la radio. Los buenos resultados ligueros se difuminan si se echa un vistazo a determinados programas y se piensa en los 192 millones que nos costará el invento en 2009, año I d.c. (después del estallido de la crisis). Camacho, firme defensor del concepto de "industrial audiovisual andaluza", justifica la externalización, mal vista por sindicatos y la oposición, como una forma de contribuir a la creación de empleo y promocionar la creatividad.

Los recursos de la amplia plantilla de la RTVA están centrados, sobre todo, en la radio y en los informativos, la parcela sobre la que siempre se ha abalanzado el PP y por la que tuvo algún roce con Zarrías. El consejero criticó en su momento la programación y de aquel tirón de orejas surgió la sección de los ancianos solitarios que dio tardes de gloria. Los recelos entre Zarrías y Camacho se fueron apaciguando con los años: en fin, un seguro de vida en la jungla.

El mandato de ex director se ha extendido más de lo previsto en el tiempo por la falta de acuerdo entre las fuerzas parlamentarias para buscar un modelo de consenso, para crear un organigrama que no tuviera que aguantar las críticas que desde los primeros instantes sufrió un hombre de la máxima confianza del presidente. El proceso ha sido engorroso no sólo para redactar la normativa audiovisual andaluza, sino que después ha costado un año encontrar el relevo adecuado. Camacho, que fue tentado con otros cargos en la administración autónomica, y que suspira por picar alto en Madrid, se sentía autorizado por mantener su modelo de gestión, mientras que los dos contrapesos de Chaves, el vicepresidente Zarrías y el secretario de organización del PSOE andaluz, Luis Pizarro, pugnaban por colocar un candidato de su cuerda. El presidente, preocupado por dar una imagen de "imparcialidad y pluralidad", mirándose en el espejo de Zapatero, con el nombramiento de Luis Fernández al frente de RTVE, tomó por el camino salomónico y encontró a un nombre exclusivamente "profesional", Carrasco, lo que no ha sido suficiente para que fuera respaldado por el PP.

Camacho deja la RTVA con la mirada alta, a la espera de un proyecto a la altura de sus servicios prestados y de su carácter. Desconfiado al máximo, el ex director general de Canal Sur brinda prestidigitación económica, capacidad de trabajo y sabiduría con el machete.

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