Algeciras

La transcendental Feria de 1898

  • El Ayuntamiento debatió si celebrar esta edición o no por la guerra con Estados Unidos. Al final, se organizó para no dañar los intereses de los comerciantes y ganaderos

En 1898 la sociedad española se encontraba bajo un trauma histórico, fruto de la guerra con los Estados Unidos y la consiguiente pérdida de las colonias. Algeciras, ciudad patriótica (como reza uno de sus títulos concedidos a mediados del siglo XIX por Isabel II), no era ajena a esta difícil situación. El pueblo español había perdido a muchos de sus hijos en las lejanas islas de Cuba y Filipinas, y no pocos jóvenes algecireños habían dejado su vida en aquel apartado conflicto. En 1897, un popular  fandango, decía: "Yo que sólo tengo manos para ganarme la vida, a guerrear me llevan, madre querida". Ésta era la trágica situación social que el Ayuntamiento algecireño tendría que analizar para decidir, finalmente, si en aquel fatídico año 1898 se celebraba o no la Feria Real.

Por aquel entonces, el Consistorio estaba regido por el alcalde José Santacana, siendo secretario de la corporación  Antonio García Nouvelles. El alcalde Santacana, tras realizar las oportunas consultas a su equipo de gobierno (formado por los señores Coterillo, Puyol, Alcoba, Sangüineti, Flores, Benítez, Guadalupe, Jiménez, Gamboa, Gamba, Piné y Rodríguez España)  tomó la decisión de celebrarla y, el día 1 de mayo de aquel año, firmó el bando municipal que recogía los actos a celebrar durante la Feria Real, los días 5, 6 y 7 de junio de aquel lejano 1898. Según la documentación estudiada, la decisión se fundamentó en lo siguiente: "Al fin prevaleció en el Ayuntamiento el criterio de que este año se celebre nuestra renombrada Ferial Real. Hacerlo de otro modo, a causar a sabiendas graves perjuicios a nuestros comerciantes e industriales, tanto mayores cuanto más cercanos estamos del 5 de junio. Si este acuerdo hubiera tenido lugar a raíz de la declaración de la guerra con los Estados Unidos, hubieran sido menores los perjuicios, pero a estas alturas cuando no falta un mes, resultaría violenta y perjudicial semejante resolución". La documentación continúa fundamentando: "Las ferias, por otra parte, no son ni lo fueron nunca celebradas sólo para diversión y recreo, y esto lo sabemos todos. Lo saben los ganaderos y agricultores muy especialmente, y en este punto Algeciras puede ya contar que es una de tantas ferias importantes por las transacciones en ganado que en ella tiene lugar. Lo saben los comerciantes en toda clase de telas, los dueños de casas de huéspedes y fondas, los cafés, tiendas de comestibles y tabernas y casi todos los artesanos, sin contar a esos artistas ambulantes y vendedores de toda clases de objetos de recreo, y para el consumo. Y a éste tenor, podríamos citar por centenares las personas perjudicadas que habrían de protestar de la suspensión de la feria".

 El tiempo se le echaba encima a la corporación presidida por el mayor de los hermanos Santacana, y esto no pasa desapercibido en la documentación consultada: "Ya se está instalando ésta con la premura que el tiempo exige, en el espacioso paseo destinado todos los años a este objeto y se tienen noticias de algunos terrenos pedidos para las casetas de industriales de dentro y fuera de la población". La incertidumbre también alcanzó a las tan esperadas corridas de toros: "Hubo temores, no sabemos por qué, de que no pudieran celebrarse las corridas de toros para las que están contratados los simpáticos diestros: Rafael Guerra Guerrita y Enrique Vargas Minuto, con toros de las acreditadas ganaderías de los señores Surga y Peñalver; pero resuelto este extremo, tendrá lugar nuestra feria, en los días 5, 6 y 7 del próximo junio. Quiera Dios que noticias halagüeñas del teatro de la guerra conviertan los espaciosos salones de nuestra preciosa feria, en escenario de las más entusiastas manifestaciones de patriótico regocijo".

Cabe preguntarse, desde la perspectiva de más de una centuria en la distancia ¿cómo serían aquellas ferias de finales del siglo XIX?, y sobre todo ¿qué significado tenían desde un punto de vista socio-económico, para la ciudad? Ambas preguntas, se pueden contestar con la ayuda de lo recogido en la documentación consultada, en la que se expresa: "Estamos en plena feria. La animación ha llegado al apogeo del entusiasmo. Discurren por estas calles, miles de forasteros, traficantes, muchachas bonitas y no se habla de otra cosa que de compras y ventas, de toreros y de toros, de teatro, de bailes, y de las llegadas y salidas de trenes y vapores. La Marina, indudablemente, reúne los mejores atractivos; nada más delicioso que contemplar desde el muelle, la llegada de los vapores que proceden de Gibraltar o ver desfilar por el muelle de madera, la avalancha de criaturas que vienen a disfrutar de la genuina fiesta española.

Aquella feria, que estuvo a punto de no celebrarse por los motivos reseñados, contó con el siguiente programa: "En la noche de vísperas y como inauguración de la Feria, se quemarán variados fuegos artificiales. Dicha noche, como la de los tres días siguientes, tocará en el Real de la Feria, que será decorado con el mayor lujo, la brillante música del Regimiento de Infantería de la Reina. Al amanecer del día 5, habrá Diana por la banda de música del expresado Regimiento. En los tres días de Feria se celebrará, Mercado de Ganados. En los días 5 y 6, se verificarán dos magníficas Corridas de Toros de Muerte. La primera de la ganadería de D. Rafael de Surga y la segunda de los señores D. Basilio de Peñalver y hermano, lidiados por los afamados diestros, Rafael Guerra Guerrita y Enrique Vargas Minuto, con sus correspondientes cuadrillas. En la tarde del día 7 se efectuará una hermosa corrida de novillos toros. En las noches de Feria lucirá, además de grandes focos de luz eléctrica en el Real de la misma y paseo de Cristina, una sorprendente iluminación a la veneciana, a cargo del conocido industrial D. Juan A. Cervera. También lucirán en dichas tres noches, divertidos fuegos artificiales, bajo la dirección del entendido pirotécnico D. Enríquez Randoz. Durante los días de Feria actuarán en la misma diferentes y variados espectáculos. El Casino de esta ciudad, dará como de costumbre bailes en su elegante caseta de Feria. En los teatros principal y variedades, debutarán en las expresadas noches dos notables compañías de zarzuelas. Para mayor comodidad de las personas que concurran a esta Feria, se establecerán por las respectivas empresas, trenes, vapores y carruajes de ida y vuelta a precios reducidos. Algeciras a 1º de Mayo de 1898. El Alcalde: José Santacana y Mensayas. El Secretario: Antonio G. Nouvelles".

Aquellos momentos no eran nada fáciles para España, y menos en zonas - como el Campo de Gibraltar- que fueron consideradas de sensible riesgo para un posible ataque yanqui. Un testigo de excepción de aquellos momentos de incertidumbre bélica en la comarca, fue Emilio Santacana, quien en su obra sobre la historia de Algeciras, se expresa sobre el particular del modo siguiente: "Temíase que esta bahía fuese objeto de alguna agresión por parte suya ante ese temor hiciéronse precipitadas obras provisionales de defensa en estos contornos, que costaron gruesas sumas y que luego se abandonaron cuando la paz de París, puso término a la desigual contienda".

José Santacana tuvo el coraje de no dejarse amedrentar por una situación que ponía en peligro la economía algecireña. Una decisión contraria, hubiese significado para una débil hacienda local, el haber privado a ésta de una importante inyección económica. Su patriotismo -al que en modo alguno faltó con su decisión-, pocos años después, con motivo de la presencia del ejército español en el norte de África, tendría posibilidad de ponerlo de manifiesto, al ceder gratuitamente al Ministerio de La Guerra, parte de las tierras del cortijo de su propiedad, denominado "Pozo de la Higuera", ubicado en el término municipal de la vecina villa de Los Barrios. La cesión de la propiedad de José Santacana se efectuó mediante instrumento legal, el día 27 de mayo de 1902, en el cual se hizo constar su carácter "temporal y gratuito, volviendo a su propiedad, el día que haya cesado la necesidad".

Algeciras, junto a su valiente alcalde José Santacana (figura política local, que junto a Rafael de Muro, quedaron eclipsados ante el gran alcalde de La Conferencia Internacional, Emilio Santacana),  fue  audaz, y mientras otras poblaciones del estado se lamían sus heridas, Algeciras supo mirar al frente, ver en sus modestos tres días de Feria Real, un importante instrumento económico y lúdico, que junto a su gran situación geográfica, marcarían en el futuro siglo XX, sus señas de identidad.

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