Fragmentos de la Historia del Puerto de Algeciras (1906-1980)
Construcción del muelle de Villanueva y otras obras (1911-1921)
Instituto de Estudios Campogibraltareños
En la horquilla temporal que figura en el título de este trabajo, Algeciras cambió de manos en seis ocasiones: 1275, 1295, 1310, 1312, 1328 y 1344. En la última pasó a poder de los castellanos, pero en las cinco anteriores se la intercambiaron granadinos y meriníes. Al hilo de los acontecimientos que relatamos, existen razones para pensar que Granada nunca cedió la soberanía de Algeciras, aunque Marruecos la gobernara en solitario en la primera de las etapas anteriores.
Algeciras estuvo bajo la soberanía exclusiva de Granada entre 1238 y 1275, aunque este año sufrió un cambio a consecuencia de la llegada del sultán Abu Yusuf a la Península. En realidad, la ayuda militar de los meriníes, o benimerines, comenzó en 1264, al solicitar el rey de Granada, Muhammad I, ayuda militar a los norteafricanos.
Estos fueron llegando en pequeños contingentes y se integraron sin problemas en el ejército granadino; sin embargo, la expedición armada que encabezó el sultán Abu Yusuf, en la primavera de 1275, tenía otro alcance bien distinto.
A esta conclusión se llega después de leer el relato que se hace en Al-Dajira al-saniyya, la crónica más antigua de lo benimerines. Según esta fuente, la llegada masiva de los magrebíes se produjo de manera sorpresiva para Granada al ser mantenida en secreto por los benimerines, lo que hace sospechar que la llamada de auxilio partió de la familia de los Banu Asqilula, gobernadores de Málaga, Guadix y Comares, a espaldas del propio rey de Granada.
Abu Yusuf desembarcó en las playas de Tarifa y después vino a Algeciras, plaza que le fue entregada por su gobernador, rebelde al monarca nazarí. Por tanto, resulta claro que no fue Muhammad II quien entregó Algeciras a los benimerines a cambio de su ayuda contra Castilla, sino que la llegada del sultán de los meriníes a tierras de la Península fue considerada desde Granada como una invasión parecida a la que hicieran los almorávides, casi dos siglos antes, con la intención de colocar bajo su hegemonía a todas las taifas de al-Andalus.
Después de las campañas del sultán meriní contra las plazas castellanas de Vejer y Écija, se reunió en Algeciras con el rey de Granada y los Asqilulas. El resultado de la entrevista no fue del agrado de Muhammad II, quien volvió muy descontento a Granada.
Las sospechas que tenían los granadinos respecto a la verdadera intención de los magrebíes se convirtieron en realidad cuando el gobernador de Málaga, Asqilula como hemos dicho, entregó esta plaza a los meriníes en febrero de 1278.
Muhammad II de Granada no se mantuvo impasible ante la nueva situación, así que empleando procedimientos torticeros consiguió que el gobernador meriní de Málaga le devolviera esta plaza en febrero de 1279.
Las tensiones entre norteafricanos y granadinos terminaron en julio de aquel mismo
año, a consecuencia del bloqueo naval de Algeciras por parte de Castilla; en esta situación, los meriníes pidieron la colaboración de los granadinos y prometieron devolverles Algeciras.
Pero, al no cumplir lo acordado después de la victoria conseguida por la alianza musulmana, el asunto pasó a mayores cuando el emir Abu Yaqub, hijo del sultán Abu Yusuf, buscó la alianza de Alfonso X contra Granada, ofendido todavía por el asunto de Málaga.
En esta situación los magrebíes atacaron la plaza granadina de Marbella cuando se
produjo una nueva llegada de Abu Yusuf a la Península en 1279, coincidiendo con el inicio de la construcción de Al-Biniyya.
Según las fuentes musulmanas que seguimos, entre las razones de Abu Yusuf para construir la Al-Biniyya estaba la de separar a su ejército de la población de Algeciras que, por sentirse granadina, no debió acoger muy gratamente a los norteafricanos, aunque en Al-Dajira se diga que el sultán “sentía vergüenza de que la gente de Algeciras se viera en el apuro de tener que alojarle cuando pasaba a la Península para hacer la yihad”.
En esta dinámica, al ir en aumento las tensiones políticas entre meriníes y granadinos, los primeros atacaron Marbella y Ronda . Por este motivo, cuando Alfonso X de Castilla pidió ayuda al sultán Abu Yusuf para combatir la rebeldía del infante don Sancho, los granadinos se alinearon con este último.
Este enfrentamiento entre benimerines y granadinos se extendió hasta mayo de 1283, cuando el emir Abu Yaqub actuó como mediador entre las partes, antes de que el rey de Marruecos regresara a su reino en el otoño de 1283, de donde no pasó de nuevo a la Península hasta en el otoño de 1285 para poner sitio a Jerez.
La contundente reacción de Sancho IV hizo volver al sultán a Algeciras, donde falleció en la primavera de 1286. El trono de Marruecos pasó entonces a manos de su hijo, Abu Yaqub, quien entregó algunas plazas de la Península a los granadinos, pero no Algeciras y Tarifa.
Al continuar estas plazas en manos de los benimerines, en contra de la voluntad de Granada, se alió esta con Castilla para recuperarlas. El proyecto castellano-granadino contemplaba ganar las dos plazas citadas y repartirse luego lo conquistado, pero a finales de 1292 solo la plaza tarifeña quedó en manos de Castilla, reino que había cargado con el mayor peso de las operaciones.
Los granadinos reclamaron Tarifa a Castilla, pero al no entregársela Sancho IV, el
rey de Granada recurrió de nuevo a la potencia norteafricana en el otoño de 1293 con el fin de recuperar la plaza en disputa.
A pesar del apoyo de Abu Yaqub no se ganó Tarifa en 1294, por lo que el sultán de los benimerines comenzó a perder interés en la Península; así que en 1295
entregó a Muhammad II de Granada todas las plazas benimerines a este lado del Estrecho, incluida Algeciras.
A partir de 1295, un Reino de Granada en ascenso fue capaz de arrebatar Ceuta a los meriníes en 1306, y gobernar en esta plaza hasta 1309. Marruecos, Aragón y Castilla recelaron de la posición dominante de Granada en la región del Estrecho, así que formaron una alianza para desbancarla.
En aquella compleja asociación contra Granada, cabe señalar que Castilla y Aragón pactaron la conquista y reparto del reino granadino en el llamado acuerdo de Alcalá de Henares.
Cuando los rumores de aquel acuerdo llegaron a la capital granadina se organizó una conspiración para derrocar al monarca reinante, Muhammad III, y entronizar a su hermano Nars, en marzo de 1309.
Poco más tarde comenzaron las negociaciones entre Fez y Aragón para repartirse Ceuta, pero el definitivo acuerdo no se alcanzó hasta mediados de julio del mismo año, razón por la que la flota aragonesa que había de bloquear Algeciras, según lo acordado entre Aragón y Castilla, intervino en el bloqueo de la todavía granadina
Ceuta; entonces, los ceutíes prefirieron ponerla en manos del sultán benimerín antes que caer en manos cristianas.
Perdida la presa africana, la flota aragonesa abandonó las aguas de Ceuta y se dirigió a
las de Algeciras, cuando el rey de Castilla ya la cercaba por tierra sin el apoyo de la flota aragonesa, razón por la que las operaciones iniciales no alcanzaron la efectividad deseada.
No obstante, se ganó Gibraltar en septiembre de 1309, mientras Almería era cercada por el rey de Aragón, motivo por el que el monarca de Granada buscaba de nuevo el apoyo militar de los meriníes en octubre del mismo año, llegando a un acuerdo con el sultán Abu l-Rabi.
En las negociaciones se acordó que este recibiría las plazas de Algeciras y Ronda a cambio de ayuda militar y económica, pero también se acordó la entrega en matrimonio de una hermana del rey granadino al sultán de Marruecos.
Siendo así, no sorprende que algunos autores piensen que Algeciras entraba en la dote de la princesa granadina, pero sea de la forma que fuese, lo cierto es que los benimerines se posicionaron en Algeciras con pleno consentimiento de Granada.
Para cumplir lo anteriormente acordado el rey de Granada entró en negociaciones con Fernando IV, ofreciéndole una fuerte contrapartida si el rey castellano levantaba el cerco a Algeciras. Como el rey castellano comenzaba a tener problemas en sus filas, no dudó en iniciar negociaciones con el granadino a través del arráez de Andarax.
Este personaje llegó al real castellano de Algeciras en galera, desde Málaga y acompañado de un representante del rey de Aragón, extendiéndose las conversaciones a lo largo de quince días.
Finalmente, el rey de Castilla consiguió una indemnización de cincuenta mil doblas por levantar el sitio, además de la devolución de las villas de Quesada y Bedmar.
Por lo que a Algeciras se refiere, sabemos que para el mes de abril ya estaba en manos de Marruecos, junto a otros seis fortalezas más; tal circunstancia disgustó a Castilla, por lo que se rompieron las treguas establecidas hasta que en mayo se firmó en Sevilla un nuevo acuerdo en el que el rey de Granada se reconocía vasallo del castellano, pagando 11.000 libras anuales en concepto de parias durante siete años.
Aquella manera de actuar del rey de Granada no gustó a todos los de su reino, apareciendo pronto las disensiones y más tarde la guerra civil.
Por entonces un nuevo sultán regía los destinos de Marruecos, Abu Said, quien no tardó en enviar a su hermano como gobernador de Algeciras en 1311. No obstante, fue aquella una situación pasajera, pues este sultán no quiso inmiscuirse en los problemas dinásticos de los nazaríes y terminó entregando Algeciras a Granada en 1312, reino que la gobernó en exclusiva hasta 1328.
Para esta fecha las relaciones entre Granada y Castilla habían cambiado bastante, especialmente a partir de 1325, año en el que el que dos niños, Alfonso XI con catorce años y Muhammad IV con diez, llegan a los tronos de Castilla y Granada respectivamente.
En 1327 Alfonso XI inició la ofensiva contra Granada cuando este reino pasaba por una complicada situación interna que desembocó en guerra civil a consecuencia de las diferencias entre los tutores del monarca granadino.
En la pugna por el poder quedó desguarnecida la frontera occidental del reino, por lo que el visir de Muhammad IV, uno de los tutores, optó por recurrir al auxilio de los meriníes cediéndoles primero las plazas de Ronda y Marbella, así como Algeciras al año
siguiente.
Entonces el sultán Abu Said envió a su hermano como gobernador militar de Algeciras, lo que no implicaba que los meriníes tuvieran la soberanía de la plaza. Esto se deduce de los datos que proporciona Andrés Giménez Soler, correspondientes al verano de 1329.
Una vez terminada la guerra civil granadina, según este autor, las guarniciones fronterizas del reino de Granada contaban con efectivos de procedencia magrebí y andalusí conjuntamente, en proporción de tres a uno a favor de los primeros.
Por lo que a Algeciras se refiere, nos informa que la guarnición de esta plaza estaba
compuesta por 150 zenetes y 50 granadinos. Por tanto, parece que no estamos muy desencaminados al pensar que aquel acuerdo se había realizado de manera amigable.
Por lo anterior entendemos que Granada mantenía la soberanía sobre la plaza del
Estrecho, aunque cediera el control militar de la misma.
También te puede interesar
Fragmentos de la Historia del Puerto de Algeciras (1906-1980)
Construcción del muelle de Villanueva y otras obras (1911-1921)
Lo último
La Estantería | Literatura infantil y juvenil
'¿Por qué lloras?'. Para trabajar las emociones tanto con pequeños como con sus padres
CONTENIDO OFRECIDO POR San Miguel