El sepulcro del 'papa de las periferias', epicentro de las peregrinaciones a Roma

Desde horas antes de abrir sus puertas, Santa María la Mayor registra ya colas de fieles, algunos de ellos ni siquiera católicos o cristianos

El algecireño José Ángel Cadelo, frente a la tumba del papa Francisco

Colas en Santa María la Mayor.
Colas en Santa María la Mayor. / EFE/Vatican Media

La tumba del papa Francisco se ha convertido espontáneamente en el epicentro de las peregrinaciones a Roma con motivo del Año Jubilar. Desde algunas horas antes de que abra sus puertas la Basílica de Santa María la Mayor ya hay formada una cola de fieles que discurre por la fachada izquierda, la de la Via Liberiana, y se organiza después en un serpentín de vallas en la Plaza del Esquilino. Allí, cientos de fieles esperan su turno para orar ante los restos del que ya empieza a ser llamado el papa de las periferias o, simplemente, para mostrar sus respetos al que acercó la iglesia a los descartados de la sociedad.

Ambiente en los alrededores de Santa María la Mayor

Tal vez lo más destacado de esta fila de peregrinos no es que los haya de todas las edades y nacionalidades, sino que muchos de ellos ni siquiera son católicos o cristianos. Así lo destacaban algunos de los voluntarios del jubileo 2025 que velan por el orden de la cola y que atienden las pequeñas incidencias que han venido surgiendo desde el pasado domingo, sobre todo lipotimias o mareos en personas de cierta edad. Uno de esos voluntarios, Marco, relataba que había visto ya esta mañana a varias familias musulmanas entre los que esperaban para entrar a la basílica y pasar ante la tumba de Francisco.

Los titulares de los negocios de los alrededores de Santa María la Mayor están felices y creen que este nuevo foco de atracción para la cristiandad tiene carácter permanente. Ricardo, propietario de una pequeña tavola calda de la Via Carlo Alberto afirma con satisfacción que ha tenido que contratar a otro camarero para atender las numerosas mesas de su local desde que el cuerpo de Bergoglio fue enterrado en Santa María.

También la discreta y milenaria Basílica de Santa Práxedes, a escasos metros de la basílica papal, recibe estos días una afluencia a la que no estaban acostumbrados sus cuidadores. Allí se encuentra una venerada reliquia que ahora adquiere una nueva popularidad y proyección internacional: la columna que para muchos creyentes es aquella en la que ataron a Jesús para azotarlo. El portero voluntario de esta parroquia romana afirmaba orgulloso que jamás habían recibido esa afluencia diaria de fieles y turistas.

Una afluencia que, por cierto, contrasta con la que reciben estos días templos como la Santa Croce in Gerusalemme: llamaba la atención ayer la escasa afluencia a esta basílica normalmente atiborrada de fieles que quieren ver uno de los clavos de la crucifixión o el cartel de Inri de la cruz de Cristo, reliquias que han dejado de ser trending topic desde el fallecimiento de Francisco.

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