'Europa Sur' reúne a los componentes del histórico cuarteto de Algeciras

Los reyes eméritos del Carnaval Especial

  • Se cumple el 15º aniversario del segundo premio en Cádiz de 'Esta familia está colgá'

  • "El año anterior hubo gente que fue al Falla con la misión de increparnos", cuentan

Por separado son Sergio Saavedra, Ramón López, Francisco Luque, Carlos Naranjo y Pepe Rebolo. Juntos fueron la revolución de la modalidad de cuarteto en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas de Cádiz (COAC). Han sabido mantener el tipo tras quince años. Sergio Saavedra está igual que cuando se subió a las tablas del Teatro Falla allá por 2003. Pepe Rebolo usa tres tallas menos de pantalón desde entonces.

Desmenuzar el cuaderno de bitácora de un éxito sin parangón resulta complicado, más aún si para entender la magnitud del cenit hay que explicar un pelotazo mucho más grande. En resumidas cuentas, estos cinco algecireños se hicieron con un segundo premio en el COAC con el cuarteto Esta familia está colgá (2003). Un año antes entraron como un elefante en una cacharrería en la Tacita de Plata y se hicieron con un primero con Ozú Opá. Dos historias similares con finales diferentes. No tendría este periódico suficientes páginas para recoger lo vivido aquellos años. Érase una vez...

"No confiaba en que Ozú Opá gustase al público", asegura Carlos Naranjo

A Pepe Rebolo y a Ramón López les salieron los dientes de leche juntos en el popular barrio de San Isidro. Rebolo (Algeciras, 1966) vivió en Ruiz Tagle y López (Algeciras, 1960) en la calle San Antonio. Tocaron la pelota sobre el ilusorio estadio de la plazoleta. La calidad de ambos era pésima, aunque Pepe llegó a jugar en el Huracán. Con sus cortísimas aptitudes futbolísticas más que Huracán era un mero temblor. El destino les tenía guardado otros derroteros en los que triunfar.

Carlos Naranjo (Algeciras, 1966) nació en la Cañá de los Tomates, ese barrio que se levanta allende el extinto paso a nivel de La Piñera. Desarrolló su vis cómica desde muy joven. Llegó a tener un dúo humorístico del que intentó vivir, pero en esto de la farándula ya se sabe.

Sergio Saavedra (Algeciras, 1975) se crió en La Reconquista y Francisco Luque (Algeciras, 1971), en adelante Peco, por como se le conoce, en El Rinconcillo. Luque empezó en esto del carnaval a muy temprana edad. Ahí conoció a Ramón. Ambos forjaron una amistad que les llevó a ser la pareja más conocida del carnaval de Algeciras. Una suerte de Tip y Coll indivisible durante muchos años. Otros con mucha maldad los asemejan más al Pulga y al Linterna. ¡Vaya guasa!

Rebolo participó de comparsas de José Luis Rodríguez Martínez, Rodri. Saavedra hizo lo propio, pero en las de Pepe de la Paz. Cuando decidieron hacer un cuarteto solo Ramón y Carlos tenían experiencia en la modalidad. Ambos participaron en dos cuartetos en los años 1988 y 1989. Ramón escribió primero Don Renato y los tres novatos y, luego, Este puchero está soso. Carlos, por su parte, participó en Entre Hacienda y el Ayuntamiento no nos comemos un pimiento de Juan Martínez y Butrón y, en 1989, en Pelotón de mantenimiento de carros de comwater. La decisión la tomaron Ramón y Rebolo durante el transcurso de la Inesperada de 2001. Había que reunir a cuatro y participar en Cádiz.

Carlos Naranjo estaba en la lista de candidatos el primero. Tenía experiencia y estaba en barbecho tras su participación en el 2000 en la chirigota de Manuel Calderón Pa muestra un botón, que alcanzó las semifinales. Ramón dudaba si actuar, pero sería el autor. Eso era lo único seguro en este incierto proyecto que comenzaba a germinar. Rebolo luciría el 3 en este equipo. El equipo lo completaría Peco Luque.

Ramón López tuvo que desistir por problemas personales y se centró en la parcela de la autoría. Faltaba uno. Sergio Saavedra era el elegido. Sería el Fernando Hierro, por aquello del cuatro a la espalda.

Salieron adelante con una parodia de los personajes de la serie americana South Park. No fue fácil. El tipo implicaba actuar de rodillas, primera dificultad. El estribillo era un arma de doble filo que dependía de la comprensión del público gaditano, a la sazón menos abierto a lo foráneo que en nuestros días. Segundo inconveniente. La tercera y más cruda fue el fallecimiento del padre de Rebolo. Un día de octubre, al inicio de los ensayos, sufrió un infarto en la calle San Antonio. Al día siguiente volvió a salir el sol, signo inequívoco de que había que seguir.

El resto de la historia es por todos conocido. El desaparecido periodista de la Cadena SER Pepe Benítez aseguró en las bambalinas que se trataba de un pelotazo. El locutor de Canal Sur Radio Juan Manzorro auguró el primer día su pase a la final. Estos cinco algecireños se hicieron con un primer premio, insuflaron aire a la modalidad y bordaron en hilo de oro sus nombres en los mejores tapices del carnaval. Con el tiempo reconocen que hubo gente que fue al Falla con la misión de reventar su actuación.

Llegar no es dificil, sí lo era mantenerse. Decidieron repetir. Volver, pero con la frente bien alta. Pepe Rebolo encontró en la portada de un diario gratuito una imagen de las marionetas de la compañía teatral de títeres de la Tía Norica. Preguntó a un compañero de trabajo si no le resultaba familiar. "Son idénticos a Carlos y a Peco", dijo. Había empezado una nueva historia. La mayor dificultad, los ribetes del éxito anterior. El más duro rival, ellos mismos.

Joaquín Rider y Pepe Pecino dibujaron a mano el decorado. Se trataba de un taller en el que vivían las marionetas. Tres personajes estaban claros: Tía Norica, Batillo y Don Reticurcio. El reparto, también. Carlos Naranjo, Peco y Sergio Saavedra interpretarían a estos, respectivamente. Paco Ocaña y Amalia Pérez diseñaron un cuarto personaje: una niña de pelo rubio que se llamaría Magdalena y a quien daría vida Pepe Rebolo. La familia Ocaña sufragó por entero los gastos de los trajes que tejió una modista de Los Barrios. La compañía teatral gaditana le pidió incluso un boceto de Magdalena para incluirlo en el sainete.

Ramón sintió vértigo a la hora de escribir. "Teníamos mucha más presión por lo que habíamos hecho el año anterior", dice. Estuvieron cinco meses ensayando en los bajos de un conocido local de la ciudad con una peculiaridad: pasaban todo el ensayo sujetos a unos elásticos que les simulaban ser títeres.

La respuesta de Cádiz fue positiva. Muy positiva. Para Carlos Naranjo, este era mucho mejor.

"Nunca estuve seguro de que Ozú Opá fuera a gustar. Era una idea dificil esa de cantar rodillas y dentro de una televisión. El tiempo me quitó la razón", confiesa. Sergio Saavedra enfermó en semifinales y a pique estuvo de suponerle mucho más que una anécdota hoy día. "Primero me dijeron que era un resfriado común. Después un proceso gripal. El problema derivó en una neumonía. La segunda vuelta de las semifinales actué con un Urbason pinchado minutos antes de hacer el pasacalles. En la final fue lo más complicado. El médico del Falla tuvo que administrarme una inyección minutos antes de que se abriera el telón", cuenta.

Obtuvieron un segundo premio y exportaron la idea más allá de las lindes de Andalucía. Llegaron incluso a Mayorga, provincia de Valladolid. Estos cinco algecireños dan para un libro de anécdotas.

En Mayorga habían sido contratados para las fiestas del pueblo y estaban anunciados como chirigota de Cádiz. A falta de cinco minutos para el inicio del contrato, las dos mil sillas que se encontraban dispuestas en la plaza (según el INE, en 2016, tenía 1.618 habitantes) estaban vacías. Pensaron en suspender y en no cobrar la actuación, por deferencia a cómo les habían tratado los organizadores los dos días previos. El vino había corrido como el agua de un grifo y Ramón López comió chorizo de Castilla hasta la extenuación. La atención recibida fue propia de una pléyade de maharajás. Mejor que en casa podría decirse. "Hablamos con el organizador y le dijimos que no se preocupase, que había sido un placer y que nos marchábamos. Entonces ese hombre, en un perfecto castellano, dijo: ¡Si es que ahora tiramos el cohete, joder!", apunta Saavedra.

Al primer chupinazo, una marea de mil personas arribó en la plaza como si de San Fermín se tratara. Al segundo ya era insostenible. Un alfiler hubiera pinchado a catorce de forma simultánea.

Innumerables las vivencias de estos cuarteteros que en solo dos años se hicieron un hueco privilegiado en los anales de Don Carnal. Pepe Rebolo es actualmente funcionario; Peco Luque, operario de acería; Sergio Saavedra, contramaestre jubilado; Ramón, desempleado; y Carlos, pintor. Quince años no pasan en balde. Disolvieron el cuarteto en 2012. Saavedra y Naranjo lo dejaron en 2009 por motivos laborales y personales. Tenían treinta años cortos cuando cumplieron un sueño. Aquellos dos años sirvieron para exportar el Carnaval de Algeciras a todos los confines de la región. Siempre con la misma bandera, la de su tierra. No volverán, o sí. Lo que es seguro es que no será igual. Nada ocurre dos veces. Lo que el tiempo les depare es una incógnita. Lo cierto es que son los reyes vitalicios del Carnaval Especial.

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