El renacer de la ciudad de Algeciras en el siglo XVIII (1704-1766)

Algeciras, una ciudad portuaria en el estrecho de Tarifa (siglos VIII-XIX)

Algeciras recuperó su independencia en 1755 y se consolidó como la nueva cabecera económica y portuaria del Campo de Gibraltar

Los términos de Algeciras en los siglos XVI y XVII: el duque de Medina Sidonia y Fernando de Zafra

Vista (muy idealizada) de Algeciras desde el mar, en torno al año 1745.
Vista (muy idealizada) de Algeciras desde el mar, en torno al año 1745. / Litografía de Lamglumé

Desde que en el año 1502, habiendo pasado Gibraltar y sus términos a estar bajo la jurisdicción de la Corona, convertida en ciudad de realengo, los Reyes Católicos (como se ha referido en el anterior capítulo de la serie) procedieron a ordenar la realización de un estudio de sus términos para conocer la calidad de las tierras y las posibles rentas que podrían generar para la Corona y para el Concejo de la ciudad. Esta labor se la encargaron a su secretario Fernando de Zafra. El 20 de junio del citado año Zafra remitió a los Reyes una extensa memoria con el resultado de sus pesquisas, lo que posibilitó la repoblación de los términos y el repartimiento de los diferentes echos e campos entre los nuevos repobladores. De los 1.450 habitantes que moraban en el territorio de Gibraltar en 1502 (en buena parte, términos de la antigua Algeciras) se pasó a los 5.800 en el año 1528.

Muchos de estos vecinos se asentaron en las ruinas de Algeciras y en sus alrededores, principalmente en el solar de la arruinada ciudad (donde ya poseían casas y cortijos), en la vega del río de la Miel y en las fértiles dehesas situadas en los entornos de Getares y en la Punta (Punta Carnero). Cuando en el mes de agosto del año 1704 la escuadra anglo-holandesa se apoderó de la ciudad de Gibraltar, muchos de sus vecinos habitaban en lo que habían sido términos de Algeciras.

Retrato del rey Fernando VI bajo cuyo reinado Algeciras logró su independencia de San Roque.
Retrato del rey Fernando VI bajo cuyo reinado Algeciras logró su independencia de San Roque. / Louis-Michel van Loo

Algunos personajes destacados de la ciudad eran dueños de cortijos y huertas situadas en los terrenos de la desaparecida Algeciras y en sus alrededores como las familias de los Gálvez y los Tizón, Sebastián de Velasco, Melchor de Mesa y la familia Varela, que era dueña de un cortijo ubicado junto al oratorio de San Bernardo. En 1690, la familia de los Gálvez tenía un cortijo en los entornos de la actual Plaza Alta, en el que había un oratorio para atender a los que habitaban en aquella zona. Otro cortijo, existente en los entornos de las arruinadas murallas algecireñas en las postrimerías del siglo XVII, era el de Melchor de Mesa, que “lindaba con el arroyo Salado, con las tierras del Convento de las monjas de Santa Clara, con las ruinas de Algeciras y con la mar”. En otro documento de 1700 se mencionan las tierras de pan sembrar que llaman de don Carlos, en Algeciras; y en otro de 1703, al cortijo del Novillero “que está en Algeciras”, y que tenía huertas y campos de pan sembrar (Archivo de Protocolos Notariales de Algeciras y Archivo de Simancas, G. M. Leg. 3618).

Con la toma de Gibraltar por los anglo-holandeses la mayor parte de sus vecinos abandonó la ciudad dirigiéndose y asentándose en los entornos de las ermitas de San Roque y de Los Barrios, y algunos en la arruinada Algeciras; aunque muchos miembros de la hidalguía gibraltareña marcharon para establecerse en Ronda, Málaga, Marbella o Granada.

Plano del proyecto de conducción de agua desde el sitio que llaman Fuente del Rey (en la sierra del Cobre) hasta la Plaza Baja de Algeciras. Año 1726.
Plano del proyecto de conducción de agua desde el sitio que llaman Fuente del Rey (en la sierra del Cobre) hasta la Plaza Baja de Algeciras. Año 1726. / Archivo General de Simancas

El Concejo municipal, con los libros de Actas Capitulares y los símbolos de la ciudad, se asentó en la nueva población de San Roque a la espera de poder retornar a la ciudad expoliada en nombre del pretendiente al trono, el Archiduque Carlos de Austria. En los años que siguieron a la pérdida de Gibraltar sus vecinos vivieron en la precariedad y la necesidad de ir consolidando estas nuevas poblaciones una vez asumido que la ciudad de Gibraltar no iba a ser recuperada por el ejército español.

Aunque el Concejo de Gibraltar y otros símbolos relevantes de la ciudad, fueron trasladados a San Roque, con los regidores y demás personal del Ayuntamiento, lo cierto es que, en las décadas siguientes, sería la población de Algeciras, mejor situada en el litoral y con un puerto que fue importante en los siglos pasados, la que asistiría a un desarrollo demográfico que se consolidaría a partir del año 1755, cuando lograra la segregación e independencia política y económica de San Roque.

No cabe duda de que la nueva Algeciras debe buena parte de su existencia, como pujante ciudad portuaria, al ingeniero militar Jorge Próspero de Verboom que, después de inspeccionar las fortificaciones de Ceuta, retornó a Algeciras para preocuparse de su desarrollo urbanístico y hacer un estudio de las murallas y de sus posibilidades de refortificación “a la moderna”, (destacado personaje al que se dedicará el siguiente capítulo de esta serie).

Plano de la resurgida Algeciras levantado por J. P de Verboom en enero de 1724.
Plano de la resurgida Algeciras levantado por J. P de Verboom en enero de 1724. / Archivo General de Simancas

Veintidós años después de que la ciudad hubiera renacido de sus cenizas, las autoridades de Algeciras, alegando que los términos que ahora gozaba San Roque habían pertenecido a la Algeciras medieval y que era su población la más dinámica demográficamente y la mejor situada en el arco de la bahía, elevaron al rey la primera reivindicación para que se le concediera el estatus de ciudad con ayuntamiento propio independiente de San Roque.

Jorge Próspero de Verboom, escribió, en octubre de 1721, una carta dirigida al marqués de Castelar con este tenor: “Están las Algeciras en un sitio, no sólo de lo más a propósito para servir de antemural contra los moros africanos, sino también de los demás enemigos que Su Majestad puede tener en Europa. Y es de forma que haciendo de él una plaza de armas, tal que con tanta facilidad se puede establecer uno de los mejores puertos de todo el Mediterráneo sirviéndose de lo que la naturaleza le ha dado”.

Hacia el año 1720 el incremento de la población hizo que se quedara pequeño el oratorio de Nuestra Señora de Europa que ejercía las funciones de improvisada parroquia. Las autoridades civiles y religiosas vieron la necesidad de construir un nuevo templo que estuviera acorde con la importancia que estaba adquiriendo la ciudad. El obispo de Cádiz, Lorenzo Armengual de la Mota, hizo una donación de 1.000 reales para que se comenzaran las obras de la nueva iglesia, cuyos trabajos se acometieron, además con las limosnas de los vecinos, rifas benéficas y la recaudación obtenida mediante la celebración de espectáculos públicos. El 11 de enero de 1724 el obispo emitió un decreto por el que se erigía como parroquia “la iglesia del sitio de Algeciras” separada de la iglesia de Los Barrios. En el año 1736 los trabajos estaban casi finalizados, aunque el templo no pudo ser inaugurado hasta el 6 de junio de 1738.

En 1730 el teniente coronel Juan de la Fita volvió a plantear la petición de segregación ante el Consejo de Castilla sin que obtuviera ninguna respuesta. Cuatro años más tarde se volvió a solicitar la devolución de los términos apoyándose, en esta ocasión, según Ignacio López de Ayala, “en los muchos vecinos que había en Algeciras y en la utilidad de su puerto”. Las autoridades de San Roque respondieron, ante la demanda de las autoridades algecireñas, con un informe en el que refutaban las consideraciones alegadas.

Sin embargo, la reivindicación de Algeciras continuó hasta que, mediante la intervención del Comandante General de Campo de Gibraltar, don Francisco de Paula Bucarelli y Ursúa, en el año 1755, se aprobó por el Consejo de Castilla, mediante Real Resolución emitida el 6 de septiembre de 1755, la división de los términos que habían pertenecido a la ciudad de Gibraltar entre las poblaciones de San Roque, Los Barrios y Algeciras, concediéndose a Algeciras el título de Ciudad (que había poseído desde el año 1344, cuando el papa Clemente VI se lo concedió mediante la bula Gaudemus et exultamus emitida por este pontífice el 30 de abril del citado año) y autorizándole a tener ayuntamiento propio.

Retrato de Francisco de Paula Bucarelli y Ursúa, Comandante General del Campo de Gibraltar.
Retrato de Francisco de Paula Bucarelli y Ursúa, Comandante General del Campo de Gibraltar. / E.S.

Después de trescientos ochenta y seis años Algeciras volvía a tener un término municipal —aunque muy mermado con respecto al que poseyó en el medievo— y un ayuntamiento propio para que se gobernaran autónomamente sus vecinos y se administraran los bienes del municipio. La nueva ciudad, cuyo puerto había sido la base de la escuadra hispano-francesa en el asedio de Gibraltar de 1727, se fue erigiendo en la cabecera económica, administrativa y militar de la comarca.

De acuerdo con los estudios realizados por el profesor Mario Ocaña, las nuevas poblaciones —sobre todo la nueva Algeciras— no solo se formaron con vecinos procedentes de la expoliada Gibraltar, sino que, en las décadas siguientes, acudieron pobladores de la serranía de Ronda, de Estepona, de Tarifa y de la provincia de Sevilla.

Hacia el año 1742 el tráfico comercial en el puerto de Algeciras, sobre todo con Gibraltar y Marruecos, se había incrementado notablemente. En ese año por Real Orden se estableció una aduana con el fin de grabar con los impuestos reglamentarios el citado tráfico. Sin embargo, seis años más tarde, en 1748, se suprimió dicha aduana porque se alegaba que perjudicaba a los puertos de Tarifa y Cádiz que, tradicionalmente, habían monopolizado el comercio con los puertos norteafricanos. Pero, a pesar de la prohibición, las embarcaciones procedentes de Marruecos continuaron acudiendo al puerto de Algeciras por su cercanía y excelentes condiciones de fondeo y resguardo, lo que obligó a las autoridades de Hacienda a reconsiderar lo establecido en 1748. El 29 de junio de 1766 se remitió una orden al Director de Rentas Generales por la que se rehabilitaba la Aduana del puerto algecireño.

En otro orden de cosas, en 1764 se creó el pósito de Algeciras, pues hasta esa fecha, sus moradores, como los de Los Barrios, dependían del pósito que existía en la ciudad de San Roque, aunque con la oposición del Ayuntamiento sanroqueño, que se negaba a tener que dividir en tres partes (dos de ellas para los nuevos pósitos de Los Barrios y Algeciras) los caudales y el grano almacenado en el suyo.

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