El Puerto de Algeciras a través de la Historia

La llegada del ferrocarril y el muelle de madera

  • Estos dos hechos y las mejoras de las comunicaciones viarias con Tarifa y Cádiz hicieron que la ciudad se extendiera hacia el sur

  • La Villa Vieja se revalorizó con chalets de lujo y, más tarde, con hoteles como el Reina Cristina y el Anglo-Hispano

El muelle de Madera de la Compañía del Ferrocarril. Fotografía tomada en 1906.

El muelle de Madera de la Compañía del Ferrocarril. Fotografía tomada en 1906.

Desde que comenzó la expansión del ferrocarril por España, a partir del año 1848, se acometieron estudios para llevar el nuevo y revolucionario medio de transporte hasta la bahía de Algeciras, más por atender los intereses de industriales y comerciantes instalados en Gibraltar que por favorecer el desarrollo de las aisladas poblaciones españoles de su entorno. No obstante, las autoridades eran conscientes de que al mismo tiempo que con la llegada del ferrocarril, debían abordarse la modernización de las comunicaciones por carretera y las muy necesarias obras del puerto de Algeciras. Hasta el año 1868 no se inauguró un servicio de diligencias regular entre las ciudades de Cádiz y Algeciras, aunque hubo que esperar al año 1880 para que se terminara la carretera que uniría Algeciras con San Fernando y la construcción del conocido como puente del Matadero, en las afueras de la ciudad.

En la última década del siglo XIX, Algeciras, favorecida por el auge general logrado en la Nación durante la Restauración y la Revolución Industrial, vivirá su etapa más próspera desde el resurgimiento de la ciudad a principios del siglo XVIII. A partir de 1880 se acometen obras de adoquinado de calles y de dotación de madronas para la recogida de aguas residuales. En 1884 se adoquinó la primera calle de la ciudad, que fue la de San Pedro (actual Joaquín Costa). En 1891 se adoquinó la calle del Convento y la parte alta de la calle Real. En 1893, le tocó el turno a la calle de Tarifa y a la Plaza Juan de Lima. En 1894 fueron las calles Rocha, General Castaños, Torrecilla, Cristóbal Colón y Bailén, así como los alrededores de la Plaza Alta. Todas estas obras de mejoras viarias venían a demostrar el empuje económico de la ciudad en aquellos años.

La llegada del ferrocarril en 1892, la construcción del muelle de Madera, inaugurado dos años después, y las mejoras de las comunicaciones viarias con Tarifa y Cádiz, hicieron que la ciudad se extendiera hacia el sur. La denominada Villa Vieja, ahora situada en las inmediaciones del muelle privado y de la vía férrea, comenzaría a revalorizarse, erigiéndose en dicha zona chalets de lujo y, algo más tarde, hoteles, como el Reina Cristina y el Anglo-Hispano.

La pluma de Santacana nos dejó un testimonio de aquella novedosa transformación que estaba protagonizando Algeciras, especialmente en la zona sur. Escribe el alcalde literato: “Estas importantes obras (se refiere al Hotel Reina Cristina y a las casas de lujo surgidas en su entorno), unidas a las del muelle del ferrocarril, han operado un efecto sorprendente. Lo que antes se hallaba poco menos que abandonado en el barrio Sur del Río y tenía escaso valor en venta, hoy se ve solicitado con empeño y con aumento considerable en precio... Los propietarios pudientes, al columbrar el porvenir que a dicho barrio se presenta con la construcción del hotel y la carretera, restauran sus fincas y se aferran a ellas... Algunos de ellos (vecinos del Peñón) han empezado a edificar casas de recreo en las alturas del Chorruelo que quedan fuera de los terrenos del Hotel...”.

La locomotora 'Jimena', que se utilizó en los trabajos de tendido de la línea en el tramo entre Algeciras y Jimena de la Frontera. La locomotora 'Jimena', que se utilizó en los trabajos de tendido de la línea en el tramo entre Algeciras y Jimena de la Frontera.

La locomotora 'Jimena', que se utilizó en los trabajos de tendido de la línea en el tramo entre Algeciras y Jimena de la Frontera.

Pero el desarrollo de la ciudad abarcó muy diversos aspectos, además del urbanístico, donde las mejoras eran muy notorias. Desde mediados del siglo XIX se documentan en la ciudad tres fábricas de corcho, mencionadas por Pascual Madoz, que serían cuatro a finales de siglo, vinculadas a empresarios catalanes y al auge que la exportación de vino de esa región española hacia Europa estaba experimentando. La población de Algeciras había alcanzado la cifra cercana a los 13.000 habitantes en 1895.

La población de Algeciras había alcanzado la cifra cercana a los 13.000 habitantes en 1895

La belleza de la ciudad a finales del siglo XIX, con sus calles bien adoquinadas, las blancas fachadas de sus casas, las rejerías y los tejados de tejas árabes, era apreciada por los forasteros que visitaban Algeciras. Don Ramón Martínez García, que estuvo en la ciudad el 4 de mayo de 1897, nos dejó estas amables palabras sobre la ciudad: “Parece y es Algeciras una importante ciudad por sus edificios y hermosos contornos. Se ve una iglesia con elevada torre, el acueducto sobre el río de la Miel, buenos jardines y fértil campiña. Es Comandancia general, y hay guarnición numerosa como corresponde a su posición militar frente al Peñón”.

Esa era la ciudad que, situada frente a la pujante colonia inglesa de Gibraltar, vería, por fin, colmados sus deseos de poseer un puerto que pudiera competir con el gibraltareño y que fuera el motor de su desarrollo, paralizado en los últimos cien años por la falta de instalaciones portuarias adecuadas y de caminos que unieran la ciudad con Cádiz, Málaga y Ronda; aunque el tan esperado proyecto de construcción de un puerto para la ciudad hubiera tenido que llegar de la mano de una empresa extranjera: The Algeciras-Gibraltar Railway Company Limited, (Compañía del Ferrocarril de Bobadilla a Algeciras), propietaria también de la Compañía de Vapores que uniría el citado puerto con el de Gibraltar. La compañía se había constituido merced a los desvelos de Luis Lombart, un marino mercante de Gibraltar.

Estación del Ferrocarril en la actual Avenida Agustín Bálsamo. Fotografía tomada en 1905. Estación del Ferrocarril en la actual Avenida Agustín Bálsamo. Fotografía tomada en 1905.

Estación del Ferrocarril en la actual Avenida Agustín Bálsamo. Fotografía tomada en 1905.

El proyecto, aprobado en el año 1888, lo redactó Juan Morrison Macqueen, que ostentó el cargo de director de la Compañía, y el inversor financiero fue Alexander Henderson. La empresa inglesa proyectaba tender una línea entre la estación de Bobadilla y Gibraltar con la construcción de un puerto en Puente Mayorga. El Gobierno de la Nación entendió que aquel trazado, que sólo beneficiaba los intereses de la Roca, pondría en manos extranjeras el futuro desarrollo de la bahía y las expectativas de expansión portuaria de la ciudad de Algeciras. La intervención gubernamental obligó a la empresa inglesa a modificar el trazado haciendo que la línea terminara en Algeciras, donde se construiría un muelle para la conexión ferroviaria con los vapores que hacían el trayecto Gibraltar-Algeciras.

El proyecto de ferrocarril contemplaba la conexión entre Bobadilla y Gibraltar, pero el Gobierno de la nación obligó a que se modificara y llegara hasta Algeciras

En el mes de septiembre de 1888 comenzaron las obras por los dos extremos de la línea para facilitar el acopio de materiales. El primer tramo, entre Algeciras y Jimena, se inauguró el 13 de septiembre de 1890 y el tramo final, entre Ronda y Jimena entró en servicio el 27 de noviembre de 1892, según refiere en su documentado libro el profesor Martínez Selva.

En 1893 se construyó un ramal desde la estación algecireña (en la actual avenida Agustín Bálsamo) hasta el muelle de madera que se instaló en ese mismo año, estando ya en servicio a principios del año 1894. El muelle de Madera se localizaba en la orilla derecha del río, frontero al viejo malecón de mampostería conocido, desde ese año, como muelle Viejo. Se trataba de un estrecho muelle sostenido por pilotes sobre el que discurrían las vías del ferrocarril (primero una y después dos). Disponía de un tacón lateral que daba al sur con una grúa de vapor para carga y descarga desde los barcos a los vagones, y viceversa, ampliación que se llevó a cabo en 1899.

Grúa de vapor de la Compañía del Ferrocarril de Bobadilla a Algeciras destinada a la carga y descarga de mercancías desde los barcos a los vagones del ferrocarril estacionados en el muelle de Madera. Grúa de vapor de la Compañía del Ferrocarril de Bobadilla a Algeciras destinada a la carga y descarga de mercancías desde los barcos a los vagones del ferrocarril estacionados en el muelle de Madera.

Grúa de vapor de la Compañía del Ferrocarril de Bobadilla a Algeciras destinada a la carga y descarga de mercancías desde los barcos a los vagones del ferrocarril estacionados en el muelle de Madera.

Emilio Santacana refiere, en 1901, que la orilla izquierda (debe decir derecha) o sea Sur del río, “tenía muros endebles y medio derruidos que únicamente sostenían el terreno, y había delante de ellos una pequeña playa, formada por los arrastres pluviales y los levantes, en la que varaban embarcaciones menores, sirviendo á la vez de pequeño astillero. Todo esto desapareció en 1893, cuando la Compañía del Ferrocarril hizo el muelle de madera y llevó allí la locomotora”.

A partir del año 1894, el puerto de Algeciras contó con un muelle de titularidad pública, de muy escaso calado, (el muelle Viejo o muelle Comercial) en la orilla izquierda del río, de un pequeño paseo de ribera en la Marina y de un muelle perteneciente a la Compañía del Ferrocarril de Bobadilla a Algeciras en la orilla derecha del citado río. Aquellas incipientes estructuras portuarias sirvieron para canalizar el tráfico que se hacía con Gibraltar por medio de la Compañía de Vapores Sur de España y para la carga y descarga de mercancías llegadas por ferrocarril a Algeciras; pero, pronto, aquellas infraestructuras quedaron obsoletas, expresando la propia Compañía que explotaba el muelle, en 1906, la necesidad de una ampliación o la construcción de un nuevo muelle, en esta ocasión de mampostería.

Estación-apeadero del puerto hacia 1906 con la oficina de venta de billetes de la Compañía del Ferrocarril. Estación-apeadero del puerto hacia 1906 con la oficina de venta de billetes de la Compañía del Ferrocarril.

Estación-apeadero del puerto hacia 1906 con la oficina de venta de billetes de la Compañía del Ferrocarril.

Para las instituciones y ciudadanos que habían pugnado a lo largo de setenta años por la construcción de un puerto en la ciudad, aquellos dos muelles y la enorme actividad que, gracias a la llegada del ferrocarril, se había generado en torno a la zona portuaria, eran una auténtica bendición, aunque no por ello cejaron en el intento de lograr las necesarias mejoras y ampliaciones. Así lo refleja, en 1901, el alcalde Santacana cuando refiere que “el pequeño y derruido muelle que antes había, por el que con grave riesgo se desembarcaba y que casi exclusivamente servía para el trajín de los faluchos de Gibraltar, se ve hoy recompuesto y ampliado, siendo ya insuficiente para las mercancías que, con destino a ésta o en tránsito, desembarcaban los vapores costeros que hacen escala tres o cuatro veces por semana…”.

En el año 1910, el muelle Viejo aún servía para el atraque de faluchos que iban a Gibraltar con carga o pasaje. En ese año, el escritor Luis de Armiñán embarcó en él para visitar la colonia inglesa. Escribe lo que sigue: “Ahora vamos en un falucho a Gibraltar… Son las seis de la mañana de un día de junio… Con el bichero se ha separado el falucho del muelle de piedra de Algeciras. Es un muelle corto y ancho, que tiene delante, en veinte brazas, la plana piedra de la Galera y un poco más allá la Galerilla, como un hijuelo que le saliera a la mayor… A remo se toma la distancia, mientras en el muelle de madera (al otro lado del río), que avanza un poco más, el Aline despega moviendo el agua con sus ruedas…”.

Un tren en el ramal ferroviario que llegaba al muelle de Madera en 1910. Un tren en el ramal ferroviario que llegaba al muelle de Madera en 1910.

Un tren en el ramal ferroviario que llegaba al muelle de Madera en 1910.

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