ESTAMPAS DE LA HISTORIA DEL CAMPO DE GIBRALTAR

Los puentes medievales de Algeciras

  • Los viaductos documentados por medio de las intervenciones arqueológicas y de los planos conservados en el Archivo General de Simancas tienen su origen en el Imperio Romano o en al-Andalus

Con la letra A: ruinas del puente medieval, reedificado entre los años 1736 y 1738. Con la letra B: puerta de Tarifa. (“Plano y Perfiles de la Puente. Parte del terreno de Alxeziras y Billa Chica situada en el río de la Miel”, 5 de octubre de 1736. Archivo General de Simancas).

Con la letra A: ruinas del puente medieval, reedificado entre los años 1736 y 1738. Con la letra B: puerta de Tarifa. (“Plano y Perfiles de la Puente. Parte del terreno de Alxeziras y Billa Chica situada en el río de la Miel”, 5 de octubre de 1736. Archivo General de Simancas). / E.S.

Los puentes eran en el pasado y, lo siguen siendo en la actualidad, complejas estructuras viarias indispensables para mantener operativa la red de comunicaciones terrestres que unían las ciudades y las regiones, tanto para permitir el tránsito de personas y sus monturas, como para facilitar las relaciones comerciales.

En el Imperio Romano, surcado su territorio por una enorme red de calzadas, los puentes eran considerados obras arquitectónicas de gran importancia estratégica, construidos por expertos arquitectos e ingenieros usando novedosas técnicas, algunas de ellas todavía utilizadas. Para el ejército romano tenían una especial relevancia, pues por esos puentes y calzadas se desplazaban las legiones con sus caballos, acémilas y carros transportando las armas y la impedimenta. De su fortaleza y perdurabilidad dan fe los numerosos puentes de esa época conservados y, todavía en uso, en la Península Ibérica, como los de Córdoba, Mérida, Alcántara (Toledo), Salamanca y Orense, entre otros.

Los puentes medievales documentados en Algeciras y su entorno fueron, algunos, construidos en origen por los romanos y, otros, por los poderes musulmanes establecidos en al-Andalus. No se puede asegurar que los que servían para cruzar los ríos Palmones (cuyos estribos muy arruinados han sido localizados hace algunos años) y Guadarranque, que formaban parte de la calzada llamada Vía Augusta, que servía para enlazar Carteia con Baelo Claudia y Gades, se hallaban aún operativos en la Edad Media, pero sí sabemos que el que estaba situado donde luego se edificó el conocido como puente del Matadero, para cruzar el río de la Miel, se hallaba activo en la época musulmana de acuerdo a lo recogido en las fuentes árabes y cristianas medievales.

Tres puentes de época medieval se han documentado en la ciudad de Algeciras por medio de las intervenciones arqueológicas y de las fuentes gráficas conservadas en el Archivo General de Simancas. Dos de ellos fueron construidos para salvar el cauce del río de la Miel y, el otro, fue edificado o reconstruido por los castellanos sobre el foso defensivo de la ciudad delante de la llamada puerta del Fonsario o del Cementerio cuando reedificaron las murallas, muy deterioradas por la acción de los trabucos, en el flanco norte de Algeciras durante el cerco cristiano de 1342 a 1344.

Uno de estos los puentes -reconstruido y vuelto a poner en uso a principios del siglo XVIII-, servía para cruzar el río de la Miel y posibilitar el tránsito de personas, animales y carros en el antiguo “arrecife” o calzada que, partiendo de la puerta de Tarifa (situada en el tramo de muralla donde hoy se halla la actual plaza Juan de Lima), se dirigía a esta ciudad.

Es muy probable que los musulmanes reconstruyeran el puente que, en ese lugar, debió existir desde época romana, como hicieron con otros muchos puentes de época andalusí que la investigación arqueológica ha permitido descubrir que se erigieron sobre antiguas estructuras romanas.

Otro puente medieval se utilizaba para conectar ambas villas, cruzando el río de la Miel a la altura de la actual calle Duque de Almodóvar, frente a la fachada del Hotel Anglo Hispano. Permaneció arruinado desde la destrucción de Algeciras medieval a finales del siglo XIV hasta el año 1819, cuando se reedificó, conservándose, hasta esa fecha, sólo los dos machones o estribos adosados a cada orilla, como se puede ver en el plano de 1736 que se adjunta. La Crónica de Alfonso XI lo cita diciendo que en una celada que pusieron los cristianos a los sitiados, “fueron a la puente y se toparon con los caballeros de la villa nueva”. Se ha de interpretar que se refiere al puente que se hallaba delante de la puerta existente “entre ambas villas”. (Se conserva la doble rampa de esta puerta en el Patio del Coral).

Se reconstruyó ante la necesidad de comunicar la ciudad con el llamado Campo Sur o Villa Vieja, donde estaba comenzando a edificarse viviendas y existía un tejar y numerosas huertas. En ese año, el Ayuntamiento vio la necesidad de volver a conectar ambas zonas de Algeciras como lo estuvieron en la Edad Media.

Sin embargo, los documentos más esclarecedores sobre estos dos puentes medievales de Algeciras, son tres planos conservados en el Archivo General de Simancas. Uno de ellos, fechado el 5 de octubre de 1736, pertenece al proyecto de reconstrucción del puente medieval ubicado en el camino que discurría en dirección a Tarifa, cuyas ruinas se localizaban al Sur de la ciudad. Se reconstruyó en ese año con el fin de ser usado por los repobladores de Algeciras después de su resurgimiento. Otro es un plano de 1761 y, el tercero, otro plano levantado por Jorge Próspero de Verboom en el año 1724.

Según el primero de estos planos, entre los años 1736 y 1738 se procedió a la reconstrucción del que cruzaba el río en el camino de Tarifa. Dicho puente que tenía tres ojos o vanos y del que se conservaba, todavía, parte de los dos pilares que servían de apoyo a la arcada, algo de los tajamares y los dos estribos o machones laterales que fijaban el puente a ambas orillas. El puente, restaurado, aunque muy estrecho, pues la calzada no superaba los 3 metros y medio de anchura, estuvo en uso hasta que fue sustituido por el llamado puente del Matadero en el año 1880.

Pero el citado plano de 1736, y el del año 1761, nos aportan otros datos de enorme interés en relación con estos dos puentes medievales. En ellos aparecen los restos del puente arruinado, de un solo ojo, que servía para comunicar ambas villas a la altura de la embocadura de la calle Duque de Almodóvar, como ya se ha referido. Este puente se reconstruyó en el año 1819 recibiendo el nombre de puente Viejo o del Cristo (por hallarse junto a la Capilla del Santo Cristo de la Alameda). El plano de 1736 dice, en relación con este puente: Ruina y vestigio del puente que servía de comunicación de una a la otra villa que es Villa Chica. Y en el de 1761, el ingeniero escribe: Puente antiguo caído que comunicaba a Villa Vieja.

Con la reconstrucción del puente de tres arcos entre 1736 y 1738 y el de un solo ojo, en 1819, la ciudad volvió a contar con los mismos puentes que tuvo la Algeciras medieval en los siglos XIII y XIV.

El tercer puente con que contó Algeciras en el medievo, fue el que servía para, salvando el foso defensivo, acceder hasta la llamada, por la Crónica de Alfonso XI, puerta del Fonsario o del Cementerio, denominada de Gibraltar por Jorge Próspero de Verboom en el siglo XVIII. Es un puente atípico, pues consistía en una estructura de mampostería que debilitaba el aparato de defensa de este ingreso de la ciudad, pues facilitaba a los posibles atacantes poder llegar a la puerta y agredirla con gran facilidad. Lo recomendado, desde el punto de vista poliorcético, era que esta clase de puentes fueran de madera y levadizos para que pudieran alzarse cuando el enemigo se acercara.

Es, sin duda alguna, la estructura más sobresaliente de cuantas conforman el conjunto excavado en la Prolongación de la Avenida Blas Infante. Tiene una longitud de 7,80 metros y una anchura de 3,20 metros. Es de un sólo ojo formado por un arco-bóveda de medio punto de ladrillo que descansa -mediante molduras de media caña- sobre los muros ataludados de la escarpa y la contraescarpa del foso. Dicha bóveda es de mampostería encofrada, conservando, a la altura de la línea de imposta, los mechinales que debieron servir para sostener la cimbra sobre la que se vertió el mortero de calicanto. En los frentes sur y norte, la bóveda se refuerza con sendos arcos de ladrillo. Sobre la fachada sur se conservan los restos de una cornisa con moldura de arenisca calcárea que debió sustentar el pretil, hoy desaparecido. Las dos fachadas se hallan decoradas con arcos ciegos de ladrillos que cabalgan unos sobre otros (ocho en cada una de ellas). Su pavimento es de cantos rodados embutidos en argamasa rica en cal, presentando, al menos, dos fases constructivas.

Es muy probable que ya existiera cuando Alfonso XI puso cerco a la ciudad de Algeciras entre los años 1342 y 1344. Pero la obra arquitectónica que ha llegado hasta la actualidad data de los años posteriores a la rendición de la ciudad en marzo de 1344. Cuando los castellanos procedieron a realizar las obras de reconstrucción de esa parte de la muralla y del foso, que había sido muy dañada por los lanzamientos de bolaños durante los veinte meses que duró el cerco, también debieron reconstruir o erigir de nueva planta la torre en cuyo seno se abría la puerta del Fonsario y el puente que servía para salvar el foso y acceder a ella.

Sin embargo, de la existencia de este puente fijo de mampostería se pueden extraer algunas conclusiones, no siendo la menos importante de ellas el hecho de que si sus constructores sacrificaron, en parte, la seguridad de la puerta, a la que precedía, al facilitar el acceso de los posibles asaltantes hasta ella en vez de aislarla mediante la construcción de un puente retráctil, este supuesto déficit poliorcético debieron asumirlo porque entendieron que las cualidades defensivas del conjunto eran tan elevadas que la adición de un puente fijo no perjudicaba la inexpugnabilidad de la puerta, abierta en el seno de una inmensa torre exenta rodeada por el foso.

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