Museo de Algeciras

La pieza del mes: Santo Domingo de Guzmán

  • Un cuadro atribuido al obrador de Zurbarán, en el Museo Municipal de Algeciras

Santo Domingo de Guzmán.

Santo Domingo de Guzmán.

Quiero comenzar agradeciendo a la directora del Museo Municipal de Algeciras, Rosabel O'Neill Pecino por ofrecer la realización del comentario de la Pieza del mes sobre la obra Santo Domingo de Guzmán, atribuida a la Escuela de Francisco de Zurbarán.

Se trata de una de las obras más singulares que posee la Colección Municipal, depositada en el año 2002 por la familia Vigo Montero-Carmona en nuestro Museo tras la firma de un convenio que se renueva cada dos años.

Aún recuerdo aquella mañana en la que junto a ella y nuestra compañera Yolanda, acudimos al domicilio familiar, ubicado en el Parque de Bolonia, y la forma tan afectuosa como fuimos recibidas.

En una de las estancias del domicilio colgaba el admirable lienzo motivo de nuestra visita. Se trataba de tener un primer contacto visual con la obra con el fin de valorar su autoría, así como su estado de conservación antes de formalizar su depósito en el museo.

Fruto del convenio firmado con la familia, la obra fue restaurada en el año 2005 por nuestra restauradora, Yolanda Oliva, tras los resultados de los estudios analíticos realizados por la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, dirigidos por el Catedrático Francisco Arquillo, así como de la necesaria investigación histórica.

Del cuadro Santo Domingo de Guzmán de la colección algecireña, con número de inventario 2.379, sólo se conoce un documento histórico. Se trata de cuatro folios manuscritos firmados en Sevilla el 22 de abril de 1905 por José Escacena y Diéguez, Artista y Restaurador de cuadros antiguos que, tras un informe pericial, atribuye la obra a Francisco de Zurbarán.

Además de los datos aportados por Escacena y, tratándose de una obra de la que no se ha descubierto firma, del análisis formal y estilístico se desprende un juicio valorativo que, en todo caso, se debe tomar como provisional, que amplía la adscripción de la obra al elenco de artistas que trabajaron en el obrador de Zurbarán.

Entrando en el análisis de la obra, se trata de un lienzo recortado que representa al fundador de la orden dominicana como un joven orlado con barba y tonsura, que mira directamente al espectador. Su mano derecha se apoya sobre el pecho en actitud de recogimiento y como único atributo sostiene en la mano izquierda la vara de azucenas, símbolo de pureza.

El tratamiento táctil de las telas del hábito y la compleja disposición de los plegados, dan a la pintura un carácter escultórico característico en la pintura zurbaranesca. Respecto al color, los blancos que dominan son un refinado juego de grises, ocres claros y azulados, al igual que el fondo sobre el que se recorta la figura: un cielo grisáceo en el que no hay ninguna referencia paisajística.

Todo el conjunto provoca una sensación de monumentalidad y ascética devoción que para el visitante no pasarán desapercibidas si se acerca a nuestro Museo, a su sala de Bellas Artes, donde espléndidamente luce.

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