El patito feo de Algeciras: se vende por cinco euros y mucho miedo
Un vecino intenta deshacerse de un peluche ganado en la feria que, según confiesa, atemoriza a toda la familia. El anuncio ha causado furor en redes: “Tiene cara de resaca”, comenta uno; “llévalo a Fátima”, propone otro
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Algeciras/Hay objetos con alma, cuadros que miran desde dentro, muñecos que susurran en la oscuridad, peluches que al caer la noche parecen pactar con el más allá. Y luego está el pato de Tana.
Tana N.V., vecino de Algeciras, publicó recientemente en un grupo de Facebook un anuncio que es, al mismo tiempo, una oferta comercial y una súplica desesperada: “Vendo peluche de pato por 5€. Me tocó en la feria en una tómbola y ahora en mi casa le da miedo a toda la familia. Es feo de cojones y aunque yo le he cogido cariño, está antes mi familia que el pato. Está en su caja original y me costó 30€ conseguirlo. Hablar por privado”.
El texto fue breve, pero suficiente. La publicación desató una avalancha de comentarios. Nadie quería al pato, pero todos querían hablar de él. De su fealdad inabarcable. De su mirada ligeramente estrábica. De su pelaje gris plomo, impropio de ave, y de ese pico naranja del tamaño de una empanada. Un pato que, lejos de graznar, parece emitir juicios. Un pato que no juega: juzga.
“Es feíllo y parece que está enfadado”, apunta una usuaria, probablemente con razón. “El pato tiene cara de resaca aún”, diagnostica otro, quizás tras observarle fijamente un rato largo. “¿Y por qué te gastaste 30€ en conseguirlo si era tan feo?”, pregunta otro. “Lo que llevarías un colocazo de mil pares de cojones”, calibra otro. El pato ha provocado reacciones de todo tipo: asombro, risa, desconcierto. Alguno ha sugerido llevarlo “a Fátima”. Otros, más prácticos, han sentenciado: “Si en tu casa no lo quieren, en la nuestra tampoco.”
La historia recuerda vagamente al cuento de Hans Christian Andersen, aquel del patito feo que nadie quería, que sufría el acoso de sus hermanos, las burlas de los gansos y el desprecio de su propia madre. Con una diferencia importante: el pato de Andersen al final se convierte en un hermoso cisne. El de Tana, si acaso, terminará convertido en meme.
Por ahora, se desconoce su paradero. Nadie ha confirmado si ha sido adoptado, entregado a alguna orden religiosa, o si sigue encerrado en su caja original, sus ojos torcidos fijos en el vacío, esperando.
Lo único cierto es que en algún lugar de Algeciras, una familia duerme más tranquila desde que el pato ya no está en el salón.
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Es Director territorial SurLevante de Howden Iberia.