Origen e historia de los espacios urbanos de Algeciras: El antiguo Calvario (VI)
Continuamos aquí con los elementos de interés presentados por el segundo tramo entre las avenidas de Fuerzas armadas y del Capitán Ontañón, dentro del Calvario o Avenida de Blas Infante.
En primer lugar, se contaba el antiguo café Piñero, llamado Pizarro en sus últimos tiempos y que situado en la esquina sur de la calle Ancha con la avenida Blas Infante. Fue un establecimiento de gran prestigio y popularidad, totalmente imbricado en la historia reciente de la ciudad.
Su situación era perfecta desde un principio al estar en el centro de la antigua zona lúdica compuesta por el conjunto Plaza de Toros - Alameda Nueva - Real de la Feria - Teatro Variedades - Parque María Cristina y avenida arbolada del capitán Ontañón. En un popular blog (Algeciras Mare, callejón del Muro, 8-12-2024), se ha calificado al Piñero no solo como lugar de reunión para residentes, sino también como “punto de encuentro para artistas y bohemios” que en sus buenos tiempos funcionaba como café-cantante y “muchos artistas, especialmente aquellos que actuaban en el Casino Cinema, solían congregarse allí a altas horas de la noche después de sus espectáculos nocturnos para comer y beber algo, siendo habitual ver en su interior a cantantes, actores y otros personajes del espectáculo de la época”.
Especialmente tenía su apogeo durante la feria y celebraciones taurinas, siendo en todo momento uno de los más populares puntos de encuentro de la sociedad algecireña. Aquí tenían lugar tratos y transacciones, como en otros establecimientos de la ciudad, especialmente en el área de la plaza Alta y calle Convento.
El Piñero era, por supuesto, un acreditado “mentidero”, donde todos los acontecimientos y rumores tenían su correspondiente eco y difusión. Sobre este aspecto, se han rescatado algunas anécdotas muy curiosas, a las que nos podremos aproximar en otro momento. Pero desgraciadamente, el Piñero-Pizarro también desapareció como tantas cosas en la ciudad.
El rey de Castilla Alfonso XI tuvo una gran importancia para Algeciras, pues no solo estuvo al frente de la cruzada internacional que la recuperó para el mundo cristiano, sino que reforzó la ciudad como metrópoli del Estrecho, trasladando aquí el obispado de la entonces decadente Cádiz, tras el fracasado intento del rey Alfonso X el Sabio de convertir aquella población en base para la expansión cristiana en África.
La irrupción en escena de un nuevo imperio africano, los Benimerines o Meriníes, que amenazaban el rico Valle del Guadalquivir, recientemente recuperado, obligó a la España cristiana a centrar sus esfuerzos en el dominio del Estrecho, para cerrar el paso a nuevas invasiones.
Como es sabido, la conquista de Algeciras era tan importante para el mundo cristiano que se organizó una cruzada y Alfonso XI dirigió una coalición internacional que asedió Algeciras entre 1342 y 1345. Fue aquel uno de los hechos de armas más importantes de la baja Edad Media y las hazañas aquí realizadas tuvieron eco en todo el mundo cristiano, que celebró la feliz culminación de tantos esfuerzos al permitir la libre navegación por el Estrecho y fluidas relaciones comerciales entre norte y sur de Europa.
Tras haberse cubierto de gloria en el asedio y entrar victorioso en la ciudad, Alfonso XI la cuidó especialmente. Algeciras, al ser la llave de dos mares y dos continentes, se convirtió en la “cruz del mundo”, como la definió acertadamente un cronista del siglo XIV. Su pérdida en 1369 no se debió a un supuesto fracaso de la repoblación, como han sugerido algunos, sino a consecuencia de que la guarnición de la ciudad se había desplazado para participar en la guerra civil castellana. Pocos años después, exactamente en 1375, al no poder defender a un tiempo Algeciras y Gibraltar, el sultán de Granada tuvo que abandonar y destruyó totalmente Algeciras para que no fuera repoblada por ninguno de sus enemigos.
Algeciras debe reconocimiento a Alfonso XI, que tanto hizo por la ciudad a fines de la Edad Media, pero, que sepamos, tan sólo había bautizado con su nombre a la antigua calle Imperial o del Convento, la actual Alfonso XI, cuando la importancia del personaje histórico merecía mucho más. Por eso fue un acto de estricta justicia el que en tiempos del alcalde Francisco Javier Valdés Escuin (1969-1971) se pensara en levantar un monumento a la memoria del insigne Alfonso XI.
La estatua de Alfonso XI
En el proyecto participaron el cronista oficial de la ciudad, Cristóbal Delgado Gómez, y el decorador José Antonio Valdés Escuin y la escultura se encargó al escultor algecireño Carlos Gómez de Avellaneda Martín, que había realizado obras como un San Cristóbal de piedra para el regimiento de automovilismo de Córdoba, el relieve en bronce de Isidro Rodríguez Cantizano, en La Línea de la Concepción o la imagen de la virgen de Fátima, realizada en cedro policromado y venerada en la Iglesia de Santa María Micaela, de Algeciras. En esta obra de Algeciras participaron también sus hijos, Carlos y Rafael.
Este ha continuado dedicándose a la escultura y obras suyas son, por ejemplo, los bustos de García Lorca, el Padre Flores y Cristóbal Delgado, así como los monumentos al cuerpo de Escopeteros o a Emilio Santacana. Tampoco se puede olvidar la representación de una embarcación prehistórica, inspirada en las del abrigo de Laja Alta, encargada por la autoridad portuaria y situada en la explanada del Saladillo.
Se habló en una anterior entrega sobre el proyecto de un conjunto monumental, con una escultura de cuerpo entero representando al rey sobre un pedestal cónico cubierto de césped en cuya base habría bajorrelieves relativos a los acontecimientos importantes de la vida del monarca; dando especial importancia a lo relativo a la batalla del Salado y el asedio de Algeciras y se rumoreó que el emplazamiento iba a ser la actual plaza de la Constitución, con lo cual el conjunto hubiera tenido una excelente visibilidad desde la actual avenida de las Fuerzas Armadas y su prolongación.
Pero entraron prisas (el alcalde dejo su cargo a los pocos meses) y al final la ambiciosa idea se redujo a la figura de Alfonso XI sobre un pedestal. El emplazamiento, como ya se ha comentado en la entrega anterior, fue desacertado, pues ocupó el lugar del busto al General Castaños, que fue desplazado, como sabemos, al interior del parque y que debería algún día ocupar un lugar más importante en la ciudad.
Se trata de una figura completa, mayor que el natural, en piedra pretensada y labrada. El rey se representa coronado y enfundado en cota de mallas sobre la que lleva una sobreveste y se cubre con un amplio manto, que retiene con la mano derecha. Con la izquierda sujeta el escudo, ornado con una gran cruz y símbolo de la cruzada internacional a cuyo frente estuvo Alfonso. Algunos detalles fueron minuciosamente documentados y reproducidos, como los guanteletes o los escarpines (zapatos de hierro articulados) y en especial la espada, reproducción exacta de la presente en una escultura de Alfonso XI, del siglo XIV y conservada en la catedral de Oviedo.
El pedestal no fue diseñado por el artista, que había pensado en un soporte discreto que no distrajera la mirada que debía concentrarse en la obra escultórica. El actual pedestal es una improvisación ajena a la idea del autor y que empequeñece a la obra, ya que esos elementos procedentes del arte greco-romano se combinaban con columnas o estatuas mucho más grandes, y además, la cornisa superior distrae la mirada, que debe pasar del suelo a la escultura con escasa distracción. El citado pedestal presenta en sus laterales relieves con el escudo de armas de Algeciras y los títulos de Alfonso XI, mantenidos hasta hoy por sus descendientes, con este texto:
“Alfonso XI. Por la gracia de Dios, Rey de Castiella, de Toledo, de León, de Gallisia, de Sevilla, de Cordova, de Murcia, de Jahen, del Algarbe, de Algesiras e Sennor de Viscaya de Molina, que conquistó esta Ciudad para la Cristiandad el día 8 de marzo de 1344, Domingo de Ramos. El Ayuntamiento de 1971”.
La inauguración fue el 19 de junio de 1971, sábado de feria, en el transcurso de los actos de celebración del 627 aniversario de la conquista de Algeciras por la cristiandad y coincidió con la inauguración de la nueva Escuela de Artes por el ministro de Educación y Ciencia, José Luis Villar Palasí. Esta escultura fue hija de su tiempo y sufrió tanto los vaivenes políticos como las limitaciones económicas propias de la época, en una población que se transformaba de pueblo en verdadera ciudad a una velocidad de vértigo.
Hasta 1971, la ciudad había honrado a sus personajes ilustres por medio de relieves (casa natal de D. José Román) o bustos (General Castaños, D. Ventura Morón) pero la estatua de Alfonso XI fue la primera escultura de cuerpo entero en un monumento público, por lo que marcó un pequeño hito en la ornamentación de la ciudad.
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