Obituario

La natación de Algeciras, de luto por Diego Zamora

  • Fue árbitro, delegado y eterno colaborador del desaparecido Club Natación Algeciras

  • Francisco García Corral rinde homenaje a "un hombre sencillo e irrepetible"

La piscina del pabellón Ciudad de Algeciras.

La piscina del pabellón Ciudad de Algeciras. / E. S.

El deporte de Algeciras está de luto por el fallecimiento de Diego Zamora, una persona vinculada a la natación de la ciudad durante más de 25 años como árbitro de la Federación Gaditana, delegado y colaborador del desaparecido Club Natación Algeciras, el equipo que precedió al actual CN Ciudad de Algeciras.

Quienes conocieron a Diego Zamora lo recuerdan como "un hombre sencillo al que nunca le fueron reconocidos sus méritos". Una de las personas que mejor retrato puede hacer de su entrañable figura, Francisco García Corral, le ha dedicado este homenaje:

Diego Zamora

Un guerrero, ese era su segundo apellido, hizo siempre honor a ello. Nos acaba de dejar físicamente, pero los que lo conocimos o lo tratamos nunca nos va a dejar, porque era una de las personas que siempre calan sin darte cuenta en tus sentimientos, y lo valoras, cuando te enteras de que ya nunca más podrás tener largas conversaciones de los más diversos temas de nuestra vida cotidiana, jamás pensé que un día tuviera que escribir algo como esto.

Su popularidad estaba en el mundo de la natación, en un ámbito aún más pequeño, el del arbitraje. Fue el representante de los árbitros de la Delegación Andaluza en Cádiz, que desarrolló a la perfección, y no creo que en el futuro exista una persona que lo lleve como él lo hizo, sin publicidad, sin protagonismo sin esperar nada a cambio. Nunca fallaba, siempre estaba donde deseabas que estuviera.

Mis últimos años al frente del Club Natación Algeciras, especialmente en la década de los noventa, desempeñaba también las funciones de delegado de club. Tuvimos una gran suerte de contar con Diego, no se le escapaba un detalle. Como anécdota, siempre lo he contado; tenía una memoria fuera de lo común, prodigiosa. Cuando en las competiciones había que rellenar las fichas de los nadadores, donde había que poner el DNI y el nombre, Diego no tenía que consultar nada, te decía todos los datos de los deportistas sin fallar en un número, eran más de un centenar, y así una vez tras otra, no era causalidad. Fue un lujo contar con él. Cuando le mostraba mi admiración por ello o le preguntaba cómo lo hacía, su respuesta era una sonrisa y ni una palabra más. Con eso me quedo, con aquella sonrisa inocente que chocaba con su aparente seriedad.

Por su físico, le comenté en más de una ocasión que si lo hubiera visto David Lean, lo habría contratado como militar japonés en la película El puente sobre el río Kwai. Su respuesta siempre era la misma, una sonrisa.

Fueron muchas horas de piscina, muchas de autobús, miles de kilómetros por toda España, disfrutamos de los mejores momentos de la natación algecireña, de las alegrías de los extraordinarios e irrepetibles nadadores que disponíamos, y de algún que otro contratiempo que queda almacenado en el baúl de las anécdotas.

Cuando nos apartamos del mundo de la natación nuestros contactos se fueron dilatando, pero que nos poníamos al día, en cuanto nos veíamos en nuestros largos paseos matutinos, especialmente en el entorno del Rinconcillo. Sus hijos (Diana y Diego) estuvieron vinculados al Club Natación Algeciras como nadadores, ahora sigue la zaga en sus descendientes.

Diego, al igual que yo, hay muchos jóvenes, una generación de deportistas, de nadadores, que nunca te vamos a olvidar. Se que estarás en el mejor lugar que se pueda estar, porque te lo mereces, te lo has ganado con tu trayectoria limpia y honrada.

Descansa en paz, amigo

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