Las murallas de la Algeciras medieval (I)
Algeciras musulmana y cristiana
Las primeras referencias de las murallas de al-Yazira al-Jadrá’ datan del siglo IX
Los musulmanes se encargaron de construir el recinto defensivo de la nueva ciudad
Loa recintos defensivos tuvieron, desde la antigüedad hasta la Baja Edad Moderna, el cometido de aislar a las poblaciones del campo exterior y darles protección ante un eventual ataque enemigo, ofrecer seguridad a los representantes del poder político-administrativo instalados en su interior, servir de elemento disuasorio, facilitar el despliegue y el posicionamiento de los elementos militares y, de esta manera, posibilitar la defensa del enclave fortificado por la guarnición, ser la plasmación física del poder y servir de medio de propaganda política ante los enemigos exteriores y los propios súbditos. Según el historiador Ben Jaldún (siglo XIV), “para que una ciudad se halle al abrigo de sorpresas, debe haber un cerco de murallas que rodee el conjunto de las casas, y ocupar el emplazamiento un punto invulnerable de fácil defensa. Debe construirse, ya sea sobre la cima de una montaña abrupta, o sobre una península de mar o de un río a efecto de no poderla franquear sino por medio de un puente o en barco. De este modo, estará bien fuerte y presentará grandes dificultades a las tentativas de un enemigo”.
Las primeras referencias de las murallas de al-Yazira al-Jadrá' datan del siglo IX, una vez que los normandos asaltaron la ciudad en el año 859. A diferencia de Ceuta, Carmona, Mérida o Toledo, que eran ciudades habitadas a la llegada de los musulmanes a principios del siglo VIII que contaban con un recinto defensivo de época romano-bizantina (en el caso de Ceuta) o visigoda, Algeciras se fundó y creció sobre la colina situada al norte de la desembocadura del río de la Miel, en tanto que las ruinas de las ciudad romana de Iulia Traducta se hallaban ubicadas en una meseta localizada al sur del río, en el lugar donde, entre 1279 y 1285, los meriníes edificaron la ciudad campamento de al-Binya, como han demostrado los estudios realizados por Rafael Jiménez Camino y José María Tomassetti. Por tanto, las primeras estructuras defensivas de la nueva ciudad fundada por Musà ben Nuzayr en el 712 debieron ser construidas “ex novo”, probablemente después del mencionado asalto de los vikingos, como refiere el historiador cordobés Ben Hayyán.
Las estructuras defensivas de la ciudad estuvieron constituidas, a partir del año 1285, por dos recintos independientes separados por el río de la Miel: la medina antigua, al norte, y la ciudad mandada edificar por el sultán Abu Yusuf al sur. El recinto norte tenía forma de un cuadrilátero irregular, con los lados más largos en los flancos Este y el Oeste. El flanco marítimo, que carecía de otros reparos o elementos adicionales de defensa (antemuro y foso), se adaptaba a las irregularidades del acantilado formando redientes y lienzos quebrados o en cremallera, sin torres de flanqueo, lo mismo que el flanco que daba al río. Los otros dos (al Oeste y al Norte), de trazado recto, disponían de barrera o antemuro y foso defensivo. Su perímetro aproximado era de 2.900 metros abarcando una superficie de 29 Ha. Contaba con tres puertas principales (de Tarifa, Jerez y del Fonsario o Gibraltar), además de la puerta de la Coracha y la puerta de las Atarazanas, cuya función era servir de entrada a las embarcaciones hasta el arsenal o el puerto interior. Además disponía de, al menos, un postigo mencionado en la Crónica de Alfonso XI. Refiere el cronista alfonsino: “Los que posaban en el fonsario (cementerio) llegaron a la puerta de la ciubdat que dician del Fonsario: et un postigo que los Moros y tenian, por do salian a las peleas, sacaronle de su logar...”
El recinto sur tenía forma de pentágono irregular con uno de sus lados sobre el acantilado y otros dos (Oeste y Norte) sobre el escarpe que daba al río. Sólo un tramo, el que miraba al suroeste, permitía un fácil acceso hasta la muralla. También disponía de antemuro y foso. Según las fuentes medievales contaba con dos puertas, una en el ángulo suroeste mencionada en la Crónica Alfonso XI en dos ocasiones, y otra en el lado norte frontera al río, mencionada como la puerta que está “entre ambas villas”.
De las estructuras defensivas de Algeciras sólo han llegado emergentes, aunque muy expoliadas, varias torres de flanqueo en el flanco meridional de al-Binya y restos de la escarpa del foso cerca del mar en el recinto norte. Por medio de intervenciones arqueológicas desarrolladas entre 1996 y 2008 y en 2019 se ha logrado exhumar un tramo de unos ciento cuarenta metros en torno a la llamada puerta del Fonsario o de Gibraltar (Prolongación de la Avenida Blas Infante), restos de la escarpa del foso en la calle Ruiz Zorrilla nº 5 y en el Paseo de la Conferencia, donde también se localizó un tramo de la barrera o antemuro. Asimismo se ha excavado un tramo, muy arrasado, de la muralla califal en la acera de la Marina y restos de la muralla y de una torre en la Plaza de Nª Sª de la Palma.
Además se conservan fotografías de elementos del recinto defensivo hoy día desaparecidos, como la puerta de las Atarazanas o del puerto fortificado (el conocido como Ojo del Muelle) que se mantuvo en pie hasta el año 1918, fotografías de 1908 de la coracha y la torre marítima que hubo en la zona nordeste de la ciudad (actual paseo Virgen del Carmen), un plano del siglo XVII con representación de las dos corachas marítimas y un grabado de principios del siglo XVIII en los que aparecen esos mismos elementos defensivos.
De 1883 se posee un grabado de la torre marítima que se alzaba en el ángulo sureste de la ciudad meriní y varias fotografías, de principios del siglo XX, de dicha torre una vez que un temporal la derribó en diciembre del año 1901. Sin embargo, la documentación más importante, al margen de los reveladores hallazgos arqueológicos, para poder conocer el trazado y los diferentes elementos que configuraron el recinto defensivo de la Algeciras medieval, son los planos levantados por Jorge Próspero de Verboom, ingeniero belga al servicio del rey Felipe V de España, entre 1724 y 1730, de las ruinas de la ciudad y su proyecto de repoblación y fortificación a la moderna, que reproducen con sorprendente fidelidad y detalle las murallas, la torres de flanqueo, el foso, las corachas, los antemuros o barbacanas y las puertas de la ciudad musulmana y, luego, cristiana.
Gracias a la documentación gráfica conservada, a las pocas estructuras que aún emergían en la trama urbana a finales del siglo XX, a lo aportado por los trabajos arqueológicos realizados y a lo reseñado en las fuentes árabes y cristianas medievales se ha podido reconstruir el sobresaliente conjunto arquitectónico que constituyeron los elementos de defensa estática de una de las principales ciudades portuarias de al-Andalus.
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