MONUMENTOS Y EDIFICIOS DE ALGECIRAS

Los muelles de los siglos XVIII y XIX

  • En 1842 los regidores Agustín Bustamante y Valentín Sáenz Laguna presentaron a la Corporación una moción en la que exponían las ventajas de construir un puerto marítimo

Litografía de la ciudad y el puerto de Algeciras realizada en 1859. Representa el embarque de tropas para la Guerra de Marruecos. (Litografía Hispana, Madrid).

Litografía de la ciudad y el puerto de Algeciras realizada en 1859. Representa el embarque de tropas para la Guerra de Marruecos. (Litografía Hispana, Madrid).

Desde que en 1755 la ciudad logró su segregación de San Roque, favorecida por su posición alejada de la zona de conflicto (Gibraltar) y con una población que había crecido de manera notable, las actividades económicas y su revalorización como puerto base de la Armada, iban a fomentar las funciones marítimas de Algeciras y la mejora de las endebles infraestructuras portuarias con que contaba.

En la segunda mitad de ese siglo, quizá como resultado del establecimiento de los navíos de guerra que necesitaban unas instalaciones mínimas para trasvasar soldados e impedimenta desde los buques a tierra firme y viceversa, se dotó al río de la Miel de un embarcadero de madera en su margen izquierda, primer elemento portuario conocido. No cabe duda de que su función, situado donde luego se construyó en mampostería el muelle Comercial, se limitaba al atraque de los faluchos que comunicaban el litoral con los navíos de guerra o de comercio que se hallaban fondeados en la rada.

En las primeras décadas del siglo XIX las infraestructuras portuarias algecireñas no habían mejorado sustancialmente. El frágil embarcadero de madera, mantenido por el Ayuntamiento y el Gremio de Mareantes, que las frecuentes avenidas del río y los temporales marítimos destrozaban cada invierno, y la playa-varadero de lo que fue después la Marina, eran los únicos elementos portuarios existentes en la ciudad. No obstante, la situación de abandono en que se hallaba el puerto de la ciudad, no dejaba indiferentes a las autoridades municipales.

En el año 1820, el regidor Juan Mendoza expuso a los síndicos de la ciudad cuan útil sería para la población la habilitación de un puerto para el comercio, dadas las malas instalaciones que hasta el presente poseía el de la ciudad. Preocupado el Consistorio por la escasez de medios con que seguía contando el puerto, de nuevo en el año 1842 los regidores Agustín Bustamante y Valentín Sáenz Laguna presentaron a la Corporación una moción y anteproyecto en los que exponían las ventajas que recibiría la ciudad con la construcción de un puerto marítimo.

En 1843, la Junta de Gobierno Provincial se interesó por el proyecto y pidió que se le enviaran los planos con objeto de remitirlos al Gobierno de la Nación. En octubre de ese mismo año fueron remitidos los documentos solicitados con escasos resultados. En el año 1847 el Gobierno encargó, a través del Distrito de Sevilla, al ingeniero Canuto Carroza –autor, unos años más tarde, del proyecto del faro de Chipiona– un proyecto para la construcción, sobre el muelle-embarcadero existente, de un muelle de madera sobre estacada con una longitud de unos 100 metros y unos 3 de anchura y con una plataforma o frente de cabeza para el atraque de los barcos. El presupuesto ascendía a 127.508 reales.

El muelle Comercial o Viejo construido por el Ayuntamiento de la ciudad en 1870. Fotografía de principios del siglo XX. El muelle Comercial o Viejo construido por el Ayuntamiento de la ciudad en 1870. Fotografía de principios del siglo XX.

El muelle Comercial o Viejo construido por el Ayuntamiento de la ciudad en 1870. Fotografía de principios del siglo XX.

El proyecto fue aprobado aquel mismo año por la Dirección General de Obras Públicas, aunque el Ayuntamiento, considerando que dicha obra no satisfacía las aspiraciones de la ciudad, además de tener un carácter provisional, la rechazó, solicitando al Gobierno que se modificara o sustituyera por otro que presentase y ofreciese mayores garantías de estabilidad y permanencia. Pascual Madoz, hacia 1845, refiere que “desde la playa, donde existe un muelle casi inútil, que en pleamar sirve de desembarcadero, á cuyo sitio llaman la Marina, se va elevando progresivamente la población.” Un acontecimiento sucedido entre 1859 y 1860 –la guerra en Marruecos– vino a demostrar cuan necesario era para el Gobierno de la Nación contar con un buen muelle de atraque en el puerto de Algeciras.

El traslado de tropas, material bélico y productos de avituallamiento desde Algeciras hasta Ceuta sufrió severos retrasos e inconvenientes por la debilidad de las instalaciones portuarias algecireñas. Esta circunstancia parece que despertó el interés del Gobierno por dotar a Algeciras del ansiado puerto y reactivó los trámites para encargar proyectos y poner en ejecución las obras de construcción. En ese mismo año de 1859, el ingeniero Juan Martínez Villa elaboró un “Proyecto de un puerto de arribada y refugio” en Algeciras.

En el preámbulo del mismo escribe lo siguiente: “En prolongación de este muro de defensa de la orilla izquierda del río y á su desembocadura, se encuentra el corto trozo de muelle embarcadero formado de escollera y mampostería de piedra en seco, que por efecto de su mal sistema de ejecución y desfavorables circunstancias de su situación se encuentra en un estado de completa ruina, y que avanzando sólo hasta la línea de bajas mareas para poderlo utilizar de algún modo en el servicio de embarque y desembarque de botes y lanchas, primeramente fue preciso que por el Gremio de Mareantes se pusiese entre las ruinas de la cabeza cuatro malas estacas y tablas que facilitasen el atraque de los botes…, y después, el referido Gremio de mareantes concluyó por tener que prolongar unos quince o veinte metros más la referida cabeza del muelle por medio de una mala é imperfecta escollera que permitiese siquiera el que los botes y lanchas ocupadas en el embarque y desembarque de personas pudiesen atracar á los bloques y piedras salientes de la misma...”.

Entre 1880 y 1887, se realizaron obras de ampliación en el viejo embarcadero

Con fecha 16 de octubre de 1895 se conserva, en el Archivo de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras, un breve proyecto con su presupuesto de ejecución para la “Conservación del Puerto y Muelle de Algeciras”. Además de enumerar los desperfectos causados por los temporales y las obras de reparación que se habían de acometer, nos ha dejado una extensa y precisa descripción del muelle Comercial o Viejo. Refiere el citado proyecto que “el pequeño muelle del Puerto, el cual está formado en dos partes, la primera, que es la más antigua (en la margen izquierda del río), está compuesta de un macizo de mampostería fundado sobre escolleras y contenido entre muros de sillería; su longitud es de 52,50 metros, en ancho 10 metros y altura de 6,50 metros sobre la pleamar viva.

Los muros y muelle se encuentran del todo desconcertados, habiendo desaparecido el mortero por completo y siendo necesario un verdadero macerado o recalzo… Esta parte de muelle se prolonga algunos metros más para buscar fondo, pero, destruida la cabeza por los temporales de sureste, para los cuales no hay más abrigo que un pequeño dique de escolleras que se prolonga en la margen opuesta del Río y que también ha sido destruido en su extremo, el Municipio arregló algo el extremo del muelle construyendo la parte del mismo, que es un macizo de mampostería sobre escolleras de 20 metros de largo y 5 de altura en la pleamar viva”.

La remodelación del viejo muelle-embarcadero a que se refiere el proyecto se llevó a cabo por el Ayuntamiento en 1870, volviéndose a repetir entre los años 1880 y 1887, cuando se realizaron obras de ampliación hasta convertir el viejo embarcadero en el conocido, desde 1893-94 –cuando se construyó el muelle de Madera de la Compañía del Ferrocarril– como muelle Viejo, cuya imagen aparece en fotografías de principios del siglo XX.

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