Algeciras, lugar de destino naval

EL SEXENIO DEMOCRÁTICO EN ALGECIRAS (1868-1874)

La Escuadra del Mediterráneo fue desplegada como carísimo instrumento disuasorio frente a los carlistas durante el reinado de Amadeo I de Saboya

Denuncia de abusos y escuadra rumbo a Algeciras

En Algeciras se espera la llegada de la escuadra española.
En Algeciras se espera la llegada de la escuadra española. / ES

Otra noticia de importancia para la economía comarcal, sobre todo para los ganaderos de la zona que suministraban sus reses a la colonia británica, fue la siguiente: “Subasta de los derechos de matadero de La Línea en el actual año económico, adjudicando el servicio en favor de D. Carlos Traverso y Moreno en la cantidad de 711 pesetas”. Aquella licitación y adjudicación tenía una gran importancia para todos los productores de la zona, quienes concentraban sus reses vivas en el matadero linense para ser sacrificadas. Posteriormente, debido a la cercanía entre el citado matadero y las carnicerías de la Roca, el producto llegaba en carretas hasta el consumidor con mayores garantías sanitarias y menores costes para los ganaderos.

En cuanto a la venida hasta el fondeadero algecireño de la flota del Mediterráneo, su almirante al mando expresó: “Saldrá hoy del puerto de Valencia para Alicante, Málaga y Algeciras, en donde se estacionará por ahora”. Sobre este amplio -y caro- movimiento de la Armada nacional, surgieron críticas de todo tipo y hasta en poético formato: “¿Cómo se mueve y se agita/ tantas idas y venidas/ ¿Son de alguna utilidad?” La rumorología se disparaba y hablaba de: “Próximos trastornos y precauciones militares que se han adoptado en la vertiente mediterránea, estableciendo retenes en los cuarteles, añadiendo que en varios pueblos se han presentado a sus amigos agentes que se titulan carlistas para excitarles a secundar un movimiento militar, que dicen, debe iniciarse [...] previniéndose que no se dejen seducir por lo que mediten su ruina.”

El señalar a nuestra ciudad como lugar de destino y donde se “estacionará” la flota no dejaba de sorprender, dada la baja influencia que en Algeciras tenía el movimiento carlista frente al mayoritario republicanismo imperante en la localidad.

Y mientras el Gobierno utilizaba a la Escuadra del Mediterráneo como carísimo instrumento disuasorio frente a los carlistas, en nuestra ciudad -y con mucho más sentido de la economía, dado que se trataba del particular bolsillo de su protagonista y no del erario público-, el comerciante algecireño Miguel Navarrete García: “Nombra al procurador Juan de Arcos Vera y a José Salvatierra Morales, ambos de este domicilio [...] para que representen a su persona y defiendan sus intereses.”

Siguiendo en el ámbito privado, Salvador González Quirós, nombrado anteriormente, vende las suertes de tierras reseñadas: “Al propietario local Manuel Ottone Solessy [...] en precio y líquida cantidad de 3.000 pesetas [...] declarando ambos que el precio es el justo y verdadero valor de lo vendido.” También, y dentro de la transacción de propiedades, en aquel verano de 1871, el gibraltareño Benjamín Calver Yngram, junto al fabricante algecireño José García Morcego: “Y siendo el primero representante de Dña. Emma Rusose, domiciliada en Liverpool, Condado de Lancaster, viuda de Mr. Ricardo Orwen Joyce, que falleció el 18 de febrero de 1869 [...] vende sus bienes situados en Algeciras, España [...] vende a D. José García Morcego dos pequeñas viviendas bajas sitas en Patio de la casa número 2 de la calle de Tarifa de esta ciudad [...] teniendo como vecino a D. Lorenzo Ronda; a la izquierda a Dña. Gertrudis Fernández y al fondo con casa de D. José Moya [...] al precio de 325 pesetas [...] siendo el precio de la venta el que vale la finca.”

Extracto de la ascendencia de Emma Rusose, propietaria de una casa en calle Tarifa de Algeciras.
Extracto de la ascendencia de Emma Rusose, propietaria de una casa en calle Tarifa de Algeciras. / ES

Al mismo tiempo que la vecina británica se desprendía de sus pequeñas viviendas situadas en el popular patio algecireño de La Morera o Morena, otros británicos, pero pertenecientes al alto almirantazgo, seguían muy de cerca el movimiento de la Armada nacional, informando: “La escuadra española del Mediterráneo, consistente en el Villa de Madrid, Numancia y Vitoria, llegó al puerto de Alicante y saldrá en dirección a Málaga y Algeciras.” Días después, las mismas y muy informadas fuentes anunciaban: “A las tres y media de anteayer embocó por el Estrecho de Gibraltar la goleta Diana sin novedad, habiendo recibido orden para que fondee en Algeciras y espere la llegada de la escuadra del Mediterráneo.”

Del mismo modo que desde los puestos de vigía, ya fuera en Punta Carnero o Sierra Carbonera, se pudo observar el movimiento en el Estrecho de la goleta española Diana, también se pudo contemplar —como en tantas otras ocasiones— el tradicional movimiento marítimo del cercano contrabando, cuando: “Los Guardacostas, sección de Algeciras.— La escampavía Liebre apresó en la madrugada, en los arrecifes del Rocadillo, un bote con 6 bultos de tabaco.La barquilla auxiliar del pontón Algeciras aprehendió en la noche y en aguas de La Atunara un falucho con 35 bultos de tabaco y una caja de lo mismo. El bote del pontón Algeciras capturó en la noche un bote con 3 bultos de tabaco. La escampavía Liebre [...] sobre una piedra de los arrecifes de Punta Carnero, 3 sacos de tabaco. La escampavía La Cierva, en los arrecifes de Punta Mala, dos botes con 7 bultos de tabaco.”

Ya fuera por el temor al aumento de la vigilancia ante la próxima llegada de la flota al fondeadero algecireño, por el buen tiempo o por cualquier otra circunstancia, lo cierto fue que en aquel caluroso mes de julio del postconstitucional 1871, los guardacostas destinados en la sección de Algeciras tuvieron que emplearse muy a fondo con los escasos medios con los que contaban para vigilar tantos kilómetros de costas. Sea como fuere, la información oficial expresaba: “Ha salido del puerto de Málaga la escuadra del Mediterráneo con rumbo a Algeciras.”

Las embarcaciones dependientes del pontón de Algeciras presentan una gran actividad.
Las embarcaciones dependientes del pontón de Algeciras presentan una gran actividad. / ES

Y mientras la nada discreta escuadra ponía rumbo hacia nuestra ciudad, el Gobierno bajo el reinado de Amadeo de Saboya había de hacer frente a los borbónicos alfonsinos —que cada vez iban tomando más fuerza—, a los carlistas y sus periódicos levantamientos, a la lucha obrera sustentada en el socialismo utópico y al implantado anarquismo bakuninista; sumándose, como caldo de cultivo, la grave crisis agraria y la pobreza generalizada, especialmente en las zonas rurales. Todo un panorama.

También en aquel caluroso mes de julio, el Gobierno presidido por Ruiz Zorrilla —que había jurado su cargo el día 24 de ese mes— aprobó la elaboración de un nuevo censo de propiedades rústicas y urbanas, consiguiendo aumentar los ingresos por la contribución territorial y saneando las arcas del Estado al devolver una deuda de 150 millones de pesetas. Otra importante decisión de este Gobierno fue la puesta en libertad de muchos presos políticos federalistas.

Esta última medida creó tal grado de malestar en los altos mandos del Ejército que un gran número de generales presentó su dimisión al rey. Amadeo I no aceptó tales dimisiones y todo quedó en un gesto de discrepancia con el Gobierno. Acto aquel que fue considerado como “muy grave”, pues venía a significar un peligroso precedente de aceptación o no de las decisiones tomadas por un Ejecutivo legítimamente establecido de acuerdo con la Constitución de 1869. Nuevamente aparecía el fantasma de las asonadas y sus espadones.

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