La llegada a la provincia de Cádiz

La Guardia Civil en Algeciras (III)

Al inicio de 1844, se continuaba pendiente de afrontar, seria y eficazmente, el problema de la seguridad pública, otro de los graves problemas que padecía España por aquel entonces

La preparación del despliegue de la Guardia Civil en Algeciras

Detalle de la Orden de Plaza del Gobierno Militar de Cádiz convocando, a los guardias civiles para pasar por primera vez, revista de comisario el 2 de enero de 1845.
Detalle de la Orden de Plaza del Gobierno Militar de Cádiz convocando, a los guardias civiles para pasar por primera vez, revista de comisario el 2 de enero de 1845.

Algeciras/La inminente llegada del nuevo Cuerpo de la Guardia Civil, a finales de 1844, a la provincia de Cádiz, como 3ª Compañía del Tercer Tercio (Sevilla), provocó una elogiosa y positiva reacción de la prensa local y provincial. Realmente la lamentable situación que venía padeciéndose en materia de seguridad pública, contribuyó eficazmente a ello.

La vigilancia fiscal de costas, fronteras y puertos se había comenzado a afrontar eficazmente con el extenso “Real decreto organizando el Cuerpo de Carabineros de costas y fronteras para impedir el contrabando”, de 9 de marzo de 1829, que contaba con 169 artículos, “Señalado de la Real mano de S.M.”, el rey Fernando VII, y que comenzaba diciendo: “Mi soberana consideración se ha fijado muchas veces sobre los medios que pudieran impedir la escandalosa extensión del contrabando, que la inmoralidad de los tiempos ha ensanchado con evidente imprudencia en mengua de las costumbres y menosprecio de las leyes.”

Tras el real decreto de 25 de noviembre de 1834 pasó a denominarse “Cuerpo de Carabineros de Real Hacienda”, donde la Institución y sus miembros fueron desposeídos del carácter militar que poseían, si bien conservó la organización militar de compañías y secciones así como la nomenclatura de los empleos igual a la del Ejército.

Finalmente, y tras diversos trasiegos y controversias de todo tipo, reflejada en variada normativa, se procedió, por real decreto de 11 de noviembre de 1842, a la organización del Cuerpo de Carabineros del Reino, dictándose al inicio de su artículo 1º, que: “El actual cuerpo de carabineros de Hacienda pública recibirá una organización fuerte, especial y militar”, pasando a depender del Ministerio de Hacienda y de la inspección general creada por real decreto de 6 de agosto anterior.

Bien encaminada entonces, a nivel nacional, el resguardo fiscal y la lucha contra el contrabando, existía entonces en la provincia de Cádiz, la 10ª Comandancia de Carabineros que tenía su cabecera en la capital gaditana, cuyo territorio cubría la provincia de Cádiz “y línea de Gibraltar”, comprendiendo “desde Sanlúcar de Barrameda y Bonanza por la costa de la bahía de Chiclana, Beger (sic), al Campo de San Roque y límites de la provincia de Málaga”. Hay que significar que quedaban entonces algo más de tres décadas y media para que la realidad de los hechos promoviese la creación de la Comandancia de Carabineros de Algeciras, que asumió la vigilancia del Campo de Gibraltar y la lucha contra el contrabando procedente de la colonia británica.

Mientras tanto, al inicio de 1844, se continuaba pendiente de afrontar, seria y eficazmente, el problema de la seguridad pública, otro de los graves problemas que padecía España por aquel entonces. Los periódicos gaditanos de la época habían venido haciéndose eco en sus páginas, de los brillantes y eficaces servicios que venía ya realizando el recién creado Cuerpo de la Guardia Civil en otras provincias, contra las bandas de delincuentes y demás forajidos que por aquel entonces asolaban España.

Fruto de dichos éxitos policiales fue la publicación, el 15 de diciembre de 1844, del siguiente comentario, entre otros más, en la segunda página del periódico gaditano El Comercio, que se conserva en nuestras bibliotecas y redes sociales: “La Guardia Civil principia a producir resultados ventajosos: muchos pueblos la bendicen ya por sus importantes servicios, y es indudable que si continúa prestándolos con actividad, llegará a acreditarse y a ser una institución querida del país, por la protección e inmensos beneficios que ha de proporcionarle.”

Antes de finalizar 1844, se publicó el 31 de diciembre en El Comercio, que en la orden de plaza del gobierno militar de Cádiz, se había dispuesto que el personal de la Guardia Civil ya presente en la ciudad, mientras parte del nuevo Cuerpo proseguía aposentándose en otras localidades de la provincia, debía pasar la revista de comisario a las 11:30 horas del 2 de enero de 1845, tras los jefes y oficiales de Estado Mayor y aquellos que se encontraran en situación de reemplazo.

Tres días más tarde, el jefe superior político de la provincia, brigadier Manuel Lassala Solera, pasó la primera revista a la fuerza del nuevo Cuerpo que había llegado a la capital días antes. Conforme al artículo 11 del Reglamento para el servicio de la Guardia Civil, aprobado por real decreto de 9 de octubre de 1844, sus componentes dependían de dicha autoridad, salvo en “operaciones y movimientos militares que hayan de hacerse para la ejecución del servicio”.

Ese acto público de la revista pasada el 5 de enero de 1845 fue en realidad una ceremonia de presentación, por el representante político del Gobierno de la nación, ante la sociedad gaditana, del nuevo Cuerpo que iba a comenzar a velar por la seguridad de los habitantes de la provincia, tanto en las poblaciones como en los caminos.

No en vano, la Guardia Civil era verdaderamente aquella “fuerza especial destinada a proteger eficazmente las personas y las propiedades”, que ya se había propuesto en el real decreto de 26 de enero de 1844, al objeto de llenar el gran vacío que existía en el ámbito de la seguridad pública.

Se trataba de la primera fuerza de orden público y seguridad del Estado, nacida hace ya 181 años, con verdadera vocación de permanencia y futuro, aprendidas las lecciones anteriores de otros cuerpos policiales que habían ido desapareciendo como tales, y por la que el gobierno de la nación apostaba con toda firmeza, no dando concesión alguna a posibilidad de fracasos como los sufridos en el pasado.

Es por ello, que el jefe político de la provincia, cuya procedencia militar debió seguramente fortalecer su convicción en la responsabilidad y éxito de la nueva herramienta de seguridad pública que se ponía en sus manos, puso todo su empeño en darla a conocer y apoyarla pública y oficialmente.

A la mañana siguiente, 6 de enero de 1845, la Guardia Civil volvió a acaparar la atención del público gaditano, siendo citada expresamente por la prensa local, tal y como pudo leerse en “El Comercio” al día siguiente, y reproducido en la Gaceta de Madrid una semana después. Esta vez fue con ocasión de la gran parada militar de todos los cuerpos de la guarnición de la plaza, que se había celebrado con motivo de la Pascua Militar, festividad instaurada en 1782, por Carlos III con ocasión de la reconquista de la isla española de Menorca a los ingleses.

(Continuará).

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