Juicio por el accidente mortal en la playa

Un jurado determinará si la muerte del niño arrollado por una lancha en Getares fue fortuita

  • La semirrígida que provocó el fallecimiento y la recreativa en la que iba el pequeño estaban paradas justo antes del siniestro

  • El padre de la víctima dice que vio al piloto empujar el acelerador al máximo y él defiende que le dio a la palanca por error con una rodilla 

Momento previo a la selección del jurado popular que participa en el juicio por la muerte del niño Manuel.

Momento previo a la selección del jurado popular que participa en el juicio por la muerte del niño Manuel. / Erasmo Fenoy

El 14 de mayo de 2018, a las cinco de la tarde, una lancha de gran potencia que se encontraba parada en la playa algecireña de Getares dio un repentino acelerón, elevó la proa y arrolló a una pequeña embarcación recreativa que estaba su lado. En ella se encontraba, junto a su padre y un amigo de este, el niño Manuel, que perdió la vida a los 9 años. Ese es el relato de los hechos que nadie discute. Ahora, el quid de la cuestión está en si el piloto de la semirrígida -de iniciales P. M. B. F.- provocó la muerte del pequeño como resultado de una conducta irresponsable que adoptó a sabiendas de que podía ocurrir una tragedia o, como él defiende, fue un accidente desgraciado fruto de la mala fortuna. Es decir, aceleró por chulería o por error.   

Esto es lo que debe determinar el jurado popular del juicio que este lunes ha comenzado en la Audiencia Provincial de Algeciras y que se prolongará hasta el viernes. La primera sesión se ha celebrado con un fuerte dispositivo policial en el edificio y la presencia de una treintena de amigos y familiares de la víctima, entre los que se han vivido momentos de mucha tensión, pero sin llegar a mayores.

La Fiscalía y la acusación particular ejercida por la familia coinciden en pedir para el piloto de la semirrígida 15 años de prisión e inhabilitación especial para ejercer el sufragio pasivo durante el tiempo de la condena. Además, la fiscal Aurora Andrés, directora de la Sección del Campo de Gibraltar de la Fiscalía de Seguridad Vial, solicita una indemnización de 120.000 euros para cada uno de los padres y 20.000 para cada uno de los dos hermanos del fallecido. La familia reclama también una orden de alejamiento del acusado de 800 metros del domicilio durante 25 años.

La defensa del acusado pide que se califique como homicidio imprudente, lo que significa una valoración de los hechos más atenuada, con el eximente de intoxicación alcohólica y de dilación indebida. La pena estaría entre los dos años y medio y los cinco de prisión. El piloto de la semirrígida está en prisión provisional comunicada y sin fianza desde el 18 de mayo de 2018.

El relato de los hechos que han presentado de forma provisional la Fiscalía y la familia, por un lado, y de la defensa, por otro, difiere en varios puntos.

Acusación

La acusación afirma que P. M. B. F. no tenía titulación en vigor para conducir la lancha rápida, iba con exceso de alcohol en la sangre, pero no el suficiente como para considerarlo fuera de sí, y estuvo “navegando a gran velocidad” y con una “conducción temeraria” durante más de una hora por la zona de Getares. Fue advertido e incluso increpado, siempre según su versión, por bañistas y personas que iban en otras embarcaciones recreativas y motos de agua. Durante ese tiempo, haciendo caso omiso de los avisos que recibió y, consciente de que existía una “alta probabilidad de colisionar” salió despedido en dos ocasiones. Finalmente, realizó la maniobra de salida que costó la vida al pequeño Manuel en el acto.  

Desde entonces, afirmó el abogado de la acusación particular, queda "una familia destrozada" con unos padres que "viven en el cementerio junto a la tumba de su hijo" día tras día. 

La dos partes coinciden en que en la lancha iban el piloto y otro hombre (A. J. C. G.) al que había conocido poco más de una hora antes. Según narró esta persona en el juicio, había recurrido a él para poder retirarla de las dependencias de la Guardia Civil, adonde permanecía después de haber sido incautada por transportar combustible para abastecer a las lanchas que realizan el tráfico de droga a través del Estrecho. P. M. B. F. tenía, según le dijeron, el permiso caducado y necesitaba alguien que lo pusiera. Él afirma que lo tiene, pero admite que no lo ha entregado todavía.

Vehículos de la Policía Nacional en la Audiencia provincial de Algeciras. Vehículos de la Policía Nacional en la Audiencia provincial de Algeciras.

Vehículos de la Policía Nacional en la Audiencia provincial de Algeciras. / Erasmo Fenoy

Según explicó A. J. C. G., alguien iba a recoger la lancha rápida en el Puerto de Algeciras pero avisó de que iba a llegar tarde. Se tomaron un café (él) y una cerveza (el piloto) antes de retirar la embarcación. Cuando pasaron el puente para salir del puerto, P. M. B. F. se puso al volante. Fueron a Getares, estuvieron navegando por allí y cuando volvían al puerto, les dijeron que el que tenía que recoger el barco iba a demorarse. Entonces volvieron a la playa. Se acercaron al barco en el que iba el pequeño Manuel con su padre (M. M. R.) y un amigo de este (S. L. P.) y le pidieron fuego. Según declaró el padre, que tuvo que aplazar su declaración unos minutos porque no podía articular palabra de la emoción, les dijeron que no tenían mechero y entonces vio cómo alguien llamaba al teléfono móvil del acusado, cómo este pegaba el acelerón y, con plena conciencia de lo que estaba haciendo, provocaba el accidente fatal.

Defensa

La defensa admite que navegó a gran velocidad, pero matiza que no existe límite cuando la playa no está balizada (como era el caso). También descarta que realizara maniobras peligrosas, asegura que nadie le llamó la atención y afirma que, en cualquier caso, la que le costó la vida al pequeño no la hizo con la semirrígida en marcha, sino cuando estaba parada.

El acusado manifestó que se acordaba de todo “como si fuera ayer”. Aseguró que llevaba dos semanas esperando para recoger la lancha de las dependencias de la Guardia Civil y que, cuando fue con su acompañante, vieron que no arrancaba porque había estado mucho tiempo parada. El agente que se la entregó, siempre según su versión, le dijo que le tocara unos bornes para le diera “un punto de aceleración. Para que se calentara el motor, le dio velocidad. Ya en Getares, cuando estuvo “fumándose un cigarro” junto al barco en el que iba el pequeño, afirma que fue arrancar, que el motor se había quedado doblado y que al colocarse en el potro (el asiento) golpeó sin querer con la rodilla a la palanca y aceleró a máxima potencia, provocando el accidente.

Según la acusación, el piloto intentó huir del lugar y fue su acompañante el que lo impidió e incluso le retiró las llaves. El acusado niega que quisiera escapar (afirma que se quedó en shock). El hombre que iba con él, relató ante el jurado popular que empezó a decirle que no había pasado nada, que el niño estaba bien y que se tenían que ir al puerto para guardar el barco. Entonces, efectivamente, el quitó las llaves, y las guardó para que no moviera la embarcación. También dijo que el piloto estaba sentado en el momento del accidente, por lo que no ve posible que le diera a la palanca con la rodilla.

Durante los próximos días declararán varios testigos, guardias civiles, policías nacionales y locales y sanitarios que acudieron al lugar cuando ocurrió la muerte del pequeño Manuel.

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