Un hermano bien vale un riñón

Alberto Meléndez donó hace 30 años a su hermano mayor, José, el órgano vital que le salvó de una grave insuficiencia renal · Ambos se sienten orgullosos del trasplante, que fue el primero realizado en Andalucía

Alberto conversa en el bar Las Duelas, que regenta en Algeciras, con su hermano mayor, José, peluquero de profesión.
Alberto conversa en el bar Las Duelas, que regenta en Algeciras, con su hermano mayor, José, peluquero de profesión.
E. Correa / Algeciras

15 de febrero 2009 - 01:00

Un riñón es lo que vale la vida de un ser querido. José Meléndez Gaona, algecireño de 64 años, recibió de su hermano un órgano vital que le salvó la vida. Se trata de un hito en la sanidad andaluza logrado hace ahora 30 años. El equipo médico del hospital García Morato de Sevilla, el actual Virgen del Rocío, realizó con éxito el trasplante el 25 de enero de 1979. Era la primera vez que en Andalucía se donaba en vida un órgano a una persona. El alma solidaria fue la de Alberto, el hermano más pequeño de la familia, que cuenta ahora con 50 años.

José se encontraba mal y en Sevilla le diagnosticaron una insuficiencia renal. "Me dijeron que la única salida era un trasplante y que permaneciera el menor tiempo posible sometido a diálisis", explica. Pepe, como le conoce todo el mundo, recuerda que las sesiones que recibía en El Puerto de Santa María y Sevilla duraron nueve meses.

Alberto tenía 20 años, era deportista y resultó ser el elegido entre los médicos. "La operación empezó a las nueve de la mañana y concluyó a las dos de la tarde", explican. El donante añade que se barajaron todas las opciones, incluso que la donación no fuera de un familiar, pero que tras buenas experiencias en el extranjero y sólo una en España, aconsejaron intervenir al hermano como mejor alternativa. "Yo era el que más me parecía. Los doctores estimaron que mis tejidos eran los más idóneos. Era el más joven y la balanza se inclinó por mí", asegura. Pepe aclara que todos sus hermanos se ofrecieron y subraya que ninguno estaba deseando librarse de la hazaña. "Yo me sentí muy arropado y contento", asegura.

Sobre quién sintió más miedo ante el reto, ambos coinciden en señalar que Pepe, que era quien estaba enfermo. "Mi situación iba a ser similar a la de mucha gente que había perdido un riñón. Como yo había muchas personas por otras razones, un cálculo en el riñón o por lo que fuera. Esa experiencia de vivir 30 o 40 años sin un riñón ya existía. El riesgo era que a él le sirviera lo que yo le daba", dice. Los médicos comprobaron que el trasplante había sido un éxito cuando José orinó por primera vez tras la intervención. Por supuesto, luego los facultativos revisaron que no existía rechazo al riñón de su hermano.

Alberto revela que todos los medios de comunicación dieron cuenta del acontecimiento. Aunque no se considera un héroe, su hermano atestigua que es un "valiente". Hace treinta años la ciudad de Algeciras era más pequeña y Pepe recuerda que toda la gente se preocupó por la operación. "No queremos ser protagonistas. Lo que deseo no es que la gente conozca lo que hicimos sino que sepan que ambos estamos sanos y se animen a donar porque no hay ningún problema", insiste el donante.

La experiencia para ambos fue inolvidable. Además desvelan que los trataron como a "niños mimados". Alberto confirma que tres décadas después cuando van al hospital todavía les conocen. "Si a mi hermano se le antojaba jamón se lo ponían todos los días. Un día pidió plátanos porque hacía un año que no los comía, por su alto contenido en potasio, y le llevaron dos kilos aunque advirtiéndole de que se los tomara poco a poco", recuerdan. Asimismo, aseguran que nunca guardaban cola. "Éramos los primeros y se notaba. Ahora ya hay mucha gente trasplantada y ha dejado de ser una novedad pese a que el hecho en sí es el mismo", precisan.

En el hospital García Morato el personal preguntaba al enfermo qué le apetecía y sus deseos eran órdenes. "No había reglas para nosotros. Éramos los reyes y se portaron extraordinariamente con nosotros", puntualizan. Alberto recibió el alta al séptimo día y revela que era lo que más deseaba. "Quería volver a Algeciras porque aquello se convirtió en un trasiego de pacientes de diálisis que venían con sus familias a conocer la experiencia. Fue un peregrinaje. Cuando acababan sus sesiones me preguntaban qué notaba, cómo me encontraba. En ese tiempo no vi a nadie que se sumara. No sirvió de mucho. Era muy novedoso y la gente tenía miedo", argumenta.

Cada 25 de enero ambos hermanos recuerdan tan señalado acontecimiento. "No se me olvidará nunca. Estaré eternamente agradecido", sostiene. Sobre cómo fue el primer abrazo entre ambos, José revela que él sí lloró porque es más sensible. "Mi padre estaba muy preocupado porque no tenía un hijo en el quirófano, sino dos", asienten. A Alberto le eligieron los médicos con un mes de antelación y dice que se le hizo muy larga la espera. El jefe de Nefrología del hospital, Julián Mateo Aguilar, fue el artífice y organizador del trasplante. "Fue un padre para nosotros. Se levantaba a las cuatro de la mañana y venía al hospital a ver cómo estábamos. Él dijo que había un 95% de posibilidades de salir bien y nos dio todas las esperanzas". Los hermanos Meléndez siguen dando las gracias 30 años después a todo el equipo médico que intervino en el milagro. "Es de bien nacidos ser agradecidos. En la actualidad paso visita dos veces al año el hospital Virgen del Rocío y agradezco a los nefrólogos Pereira y Gentil su trato", añade.

Algeciras resultó pionera, gracias a estos dos hermanos, en la donación en vida de un órgano. Ahora 30 años después, el mismo hospital, el Virgen del Rocío, ha logrado con éxito el nacimiento del primer bebé medicamento que también es algecireño, y por ende, especial.

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