El fuerte de Punta Carnero, un enclave del pasado militar de Algeciras
Observatorio de La Trocha
La construcción de la fortificación responde a los planes sobre protección de la Bahía que tenía Verboom
Su diseño se basaba en la evolución y adaptación al terreno del diseño del fuerte de San Pedro, en Málaga
Aprobado un proyecto para la recuperación del fuerte de Punta Carnero en Algeciras

Hace pocos días, una noticia publicada en Europa Sur nos sorprendía gratamente: el fuerte de Punta Carnero va a ser restaurado ya que ha sido presentado un proyecto por parte del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible para la recuperación de la fortificación. La actuación será posible gracias al Programa 2% Cultural que incluye el monumento algecireño dentro de cuatro proyectos con ayudas para garantizar tanto la conservación como el enriquecimiento del patrimonio cultural español, fomentando también la creatividad artística. Los proyectos serán puestos en marcha por Puertos del Estado con un presupuesto de 2,9 millones de euros.
Los trabajos se centrarán en una primera fase en la localización de los restos emergentes, que serán excavados, profundizando hasta el nivel de los pavimentos del siglo XVIII para consolidar después el conjunto de estructuras. Es preciso realizar previamente un exhaustivo trabajo de topografía, reflejando el estado de conservación del fuerte, y posteriormente definir las diversas intervenciones para que la antigua e histórica fortificación, así puesta en valor, pueda tener una utilidad socioeconómica y cultural al poder abrirse a las visitas del público dentro de los circuitos turísticos.
El fuerte de Punta Carnero se ubica en un espectacular entorno geográfico, ya que participa de dos ámbitos privilegiados, la costa casi virgen del Estrecho en su sector oriental y el arranque de la espectacular Bahía de Algeciras. Desde ese punto se divisan dos continentes, con el Mediterráneo, Gibraltar y Ceuta. El cabo del cual toma el nombre la fortificación cierra la Bahía por el sudeste y está en una zona donde la geomorfología costera ha dado lugar a las espectaculares formaciones de flish, palabra de origen centroeuropeo cuya traducción es “terrenos deslizantes”. Se aplica aplica a un tipo de estratos que, debido a las presiones de la tectónica de placas, pasaron de una posición horizontal a otra vertical y entonces las capas más blandas desaparecieron por erosión, sobreviviendo las más duras, que unas veces tienen apariencia de muros ciclópeos y otras -cuando la erosión ha terminado atacándolas también- terminan con apariencia de diques artificiales que emergen en las mareas bajas. En otras ocasiones se ha formado una rasa costera con hileras de estratos muy unidos y con apariencia de picudos “dientes de sierra”.
La Punta del Carnero en sí es un acantilado que, afectado por la erosión marina, muy lentamente se va convirtiendo en rasa costera o plataforma de abrasión. Es un accidente muy importante en hidrografía y ha sido testigo de trágicos naufragios y combates navales. Su nombre se asocia a otros topónimos de la zona de carácter zoológico, pero tenemos otra idea sobre su origen que puede estar relacionado con antiguas y documentadas leyendas islámicas sobre el Estrecho y que daremos a conocer en su momento.
La construcción en ese lugar de una fortaleza responde a los planes sobre fortificación de la bahía que tenía Verboom, el gran ingeniero militar a quien tanto debe Algeciras. La justificación y necesidad de controlar militarmente un lugar tan estratégico venía de siglos atrás y, por ello, ya en la segunda mitad del siglo XVI se edificó una muy cercana torre almenara o atalaya costera, hoy reducida casi a sus cimientos y también conocida como “de punta Carnero” o por el extraño nombre de “torre de cuatro esquinas”. Según el algecireño Ángel Sáez, considerado el investigador más entendido sobre este tipo de monumentos, a los que dedicó nada menos que su tesis doctoral, “era la mejor emplazada de todo el litoral andaluz” y el nombre se debe a disponer en sus cuatro ángulos de matacanes o ladroneras, unos parapetos de piedra que permitían casi impunemente arrojar pesadas piedras u otros elementos defensivos. Ejemplos son la torre de Guzmán, en Conil; la del Carpio, en Córdoba; una del castillo de Alcalá de Guadaira y otra en el castillo de la Aguzaderas en El Coronil (ambas en Sevilla) y Torre de Los Picos en La Alhambra de Granada, entre otros ejemplos.
Esas torres de la costa estaban conectadas visualmente entre sí y formaban parte de un complejo sistema que abarcaba las costas españolas en sus sectores de mayor peligro, como el de las costas del Golfo de Cádiz, el Estrecho y toda la franja mediterránea. Se comunicaban por medio de señales de humo y después por medios ópticos más perfeccionados. Daban la alarma si desembarcaban los piratas berberiscos y, por esa razón, se sabe que esta torre estuvo artillada, al menos a principios del siglo XVI, siendo destruida en época reciente, en la primera mitad del siglo XX, al parecer para dificultar con su masa el tiro de las baterías de costa. Nos hemos extendido sobre esta fortificación por estar íntimamente ligada al fuerte de Punta Carnero y siendo anterior varios siglos se consideró insuficiente para cumplir su función defensiva. Y es que la zona era muy comprometida a principios del siglo XVIII.
Esta situación se debía a estar Algeciras destruida desde 1375 y estas costas tradicionalmente poco pobladas, al coincidir en ellas dos franjas geográficas de máximo peligro: la primera, la frontera entre Castilla y el reino de Granada, desde el siglo XIII hasta finales del XV, y posteriormente al existir a lo largo de las costas, desde el siglo XV al XVIII, una franja de gran riesgo a causa de los citados piratas berberiscos. Por otra parte, la crisis de la hacienda española en el siglo XVII había impedido fortificar eficientemente las costas, precisamente cuando las grandes potencias navales europeas, como Inglaterra, Holanda o Francia se lanzaron al mar en busca de sus intereses comerciales dando lugar a varios siglos de rivalidades que culminaron en el indiscutible control de los mares por Inglaterra en el siglo XIX. Tanto el Estrecho como la Bahía fueron escenario de multitud de combates, siendo especialmente grave el peligro en la ensenada de Getares con su fácil fondeo, donde desembarcaban casi impunemente los buques extranjeros para hacer aguada, recoger leña y robar ganado si se terciaba.
Pero la situación, de por sí ya suficientemente peligrosa, se precipitó entre los días del 1 al 4 de agosto de 1704 al fondear y usar como base en la ensenada de Getares la escuadra anglo-holandesa que conquistó Gibraltar para el pretendiente austríaco a la corona de España. Este hecho, poco conocido, inicia otra fase más peligrosa aun, que era la expansión británica en las costas del sur, que, al fin y tras siglos de un abandono suicida, favorecido por el cainismo de algunas poblaciones preexistentes, el gobierno de la nación -renovado por la nueva dinastía borbónica- se ocupó en serio del extremo sur de España. Ya en 1702 la ciudad de Tarifa disponía de milicias dedicadas a la defensa de costas que dan origen en 1705 a la famosa compañía de Escopeteros de Getares, así llamada por ser este el punto de mayor peligro a defender y cuyo primer acuartelamiento estaba en las alturas de Getares, en un punto desde el cual podían acudir rápidamente tanto a las costas de Estrecho como a las de la Bahía.
Muy importante fue la llegada a la zona en 1721 del más importante ingeniero militar de la corona, Jorge Próspero de Verboom, que fue el mayor defensor de la reconstrucción de Algeciras y de la organización militar de la comarca. El caso es que la muy importante Comandancia Militar del Campo de Gibraltar se crea dos años después, en 1723, abarcando el territorio bajo su mando desde Conil a Fuengirola. Es bajo este espíritu de renovación cuando se edifica en 1730 el fuerte de Punta Carnero, muy cerca de la citada torre de cuatro esquinas.
La planta era irregular, adaptada al terreno y su trazado se puede reconstruir en base a la documentación de la época y a los restos conservados. El fuerte estaba construido en una ladera, más abajo de la torre y desde un punto de vista táctico, seguía una fórmula general que constaba de tres elementos funcionales:
- Sector defensivo, formado por dos hemi-baluartes orientados hacia la parte más débil, en la gola o parte trasera y que protegían de un ataque terrestre tanto el acceso como el resto de la fortaleza. Para el tiro de los fusileros el muro estaba perforado por aspilleras simples, con amplio hueco hacia el interior y mínima abertura vertical al exterior.
- Sector logístico, dedicado a los alojamientos y servicios. En él, tras la puerta de acceso, un pequeño patio de armas y en lugar muy reforzado y defendido de disparos realizados desde el mar, estaba el almacén de pólvora. También una ampliación posterior, en el lado del oeste, alojaba el dormitorio de oficiales y la cocina. En el espacio central y a los lados del pasillo de acceso a la batería, dos estancias estaban dedicadas a dormitorio de los artilleros y de la infantería de protección, así como a conservar pertrechos de artillería. En el transcurso de las excavaciones programadas, aparecerán sin duda alguna, pozos y algibes. Entre la zona logística, los hemi-baluartes simétricos protectores de la entrada estaban reforzados por otros más irregulares y adaptados al terreno.
- Sector ofensivo, basado en una batería a la barbeta, o sea, de parapeto liso sin almenas ni merlones, que sacrificaba la protección de artilleros y piezas para permitir un amplio y panorámico ángulo horizontal de tiro a los cañones. Se sabe que en 1735 estos eran cuatro de a 24 y uno de a 18 y que en 1796 las piezas eran cinco de a 24 y dos morteros, dotación ampliable con seis cañones más de a 24 en una batería provisional.
Su diseño se basaba en la evolución y adaptación al terreno de una fórmula tan económica como eficaz, procedente del siglo XVII y del cual es cercano ejemplo el fuerte de San Pedro, en la caleta de Málaga, al parecer diseñado en 1625 o 1626 por Sebastián de Arriola, teniente capitán general de artillería. El diseño general de este tipo de fortaleza se basaba en un cuadrado en cuyas esquinas se disponían baluartes y con la puerta en el centro de la cortina que unía dos de ellos. Esta disposición básica se presenta en Punta Carnero muy evolucionada al adaptarse magistralmente al terreno para su máximo aprovechamiento táctico: los baluartes que flanquean la puerta se convirtieron en los citados hemi-baluartes simétricos, mientras que otros dos baluartes se modificaron a conveniencia, partiendo de ellos la amplia batería de planta curvada y con parapeto a la barbeta. A partir de la creación del fuerte, se puede considerar la torre de cuatro esquinas como integrada en el mismo conjunto, uniendo a su función de vigilancia y transmisión de mensajes la de auxiliar de tiro para los cañones. En tiempos normales, la guarnición de infantería era de veinte soldados, cabo, sargento y oficial, aparte de los artilleros que necesitaran las piezas, con un mínimo de cinco cada una, lo que sumaría al menos entre 20 o 30 hombres, con lo cual la dotación total del fuerte se podría calcular sobre los 70 hombres.
Este fuerte, que cruzaba fuegos con el de San García al norte y con el de San Diego al suroeste, cumplió a la perfección su cometido, pues su carácter disuasorio defendió desde el primer momento la ensenada de Getares, que era la razón principal de su existencia y durante el asedio de Gibraltar entre 1779 y 1780 protegió la cercana base de lanchas cañoneras dispuesta por el creador de estas, el famoso almirante Barceló. El fuerte, por lo tanto fue testigo de la primera acción de aquellos revolucionarios medios navales, cundo en 1779 derrotaron sorprendentemente a un navío y una fragata. Fue muy eficaz ese fondeadero de lanchas cañoneras, pero tanto estas como el Fuerte de Punta Carnero se vieron impotentes ante una enorme escuadra inglesa que rompió el bloqueo y socorrió Gibraltar pese a la desesperada y heroica salida que realizaron las lanchas.
Tras el asedio, las defensas de la Bahía se mantuvieron en buen estado durante las siguientes guerras con Inglaterra y así, el fuerte también participó en 1801 en la batalla naval de Algeciras, disparando a una escuadra inglesa que penetró desde el oeste en la Bahía para atacar a otra francesa muy inferior que, en unión de las cañoneras y los fuertes costeros españoles, logró la victoria contra fuerzas muy superiores. A partir de 1818, España e Inglaterra son aliadas en la guerra contra Napoleón. Ante el avance de las tropas francesas y el peligro de que estas utilizaran las defensas costeras de la Bahía contra las fuerzas hispano-británicas, en 1811, con autorización española, casi todos los fuertes son destruidos por los zapadores ingleses. Sobre las ruinas del fuerte, en 1864, el arquitecto Jaime Font levantó el monumental faro que hoy domina el lugar. Aún es posible distinguir parte de la curva en el lado de la costa y algunos vestigios de muros en el lado oeste.
Administrativamente, el monumento está protegido por el Decreto de 22 de abril de 1949 sobre la protección de los castillos españoles (BOE núm. 125, de 5 de mayo de 1949) y por la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español (BOE núm. 155, de 29 de junio de 1985) Está catalogado con el código CA-CAS-013. En la actuación prevista se realizará un desbroce con eliminación de elementos de época contemporánea, el posicionamiento exacto de los restos visibles, con su exploración y datación por medio de catas arqueológicas, previa al rebajado general hasta llegar al nivel de planta en el siglo XVIII, a lo que seguirá la consolidación y puesta en valor del conjunto. Este tipo de trabajos se han llevado a cabo con gran éxito en las fortificaciones de La Línea de la Concepción y en el cercano fuerte de San García, al otro externo de la ensenada de Getares. El llamado 2% cultural es una herramienta para la intervención en el patrimonio cultural que puede ser perfectamente aplicada a otros monumentos de nuestra zona, siendo prioritaria una intervención que evite el derrumbe de la torre del Fraile, visible desde el fuerte de Punta Carnero, antes de que sea demasiado tarde.
La asociación cultural La Trocha, dedicada al estudio, protección y divulgación del patrimonio cultural, aplaude esta iniciativa de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras y desea que cunda este excelente ejemplo de sensibilización de las administraciones con la protección del patrimonio Cultural, por lo que felicitamos a los impulsores del proyecto.
También te puede interesar
Lo último