IX ENCUENTRO INTERNACIONAL DE GUITARRA PACO DE LUCÍA

Diego El Cigala envuelve con su voz, piano y unos bongós, una noche de amor

Diego El Cigala y Jaime Calabuig, este jueves en el parque de Algeciras.

Diego El Cigala y Jaime Calabuig, este jueves en el parque de Algeciras.

Cruzamos corazones y océanos con Diego El Cigala, guiados por su voz, con el único sonido añadido por un piano, y los bongós a manos del propio Cigala, celebrando veinte años de Lágrimas Negras y su camino desde entonces. Lágrimas Negras fue un disco, un descubrimiento musical que supuso un boom que todavía se expande. A la vista está.

Primero, varias declaraciones de amor, que en esencia de eso va este encuentro cariñoso y meloso. Suena De por qué te estoy queriendo, de Nino Bravo. “Te quiero vida mía, te quiero noche y día, no he querido nunca así, te quiero con ternura...”

Corría el año 2000 cuando el director de cine Fernando Trueba presenta el documental Calle 54, una reunión de grandes músicos del jazz latino. Entre ellos, Bebo Valdés. Un año después, 2001, Cigala publica su disco Corren tiempos de alegría, producido por Javier Limón, una persona crucial en su carrera interpretativa, tanto por su calidad y originalidad flamencas como por la incipiente, y a la postre, determinante conexión de su cante con los sones del Caribe, y con el toque preciso y sensible de Niño Josele.

En esta producción son importantes un músico latino que le hace arreglos en todos los temas, que es el genial trompetista neoyorquino, de ascendencia puertorriqueña, Jerry González, entonces recién unido al movimiento jazzero de Madrid. A ellos, a Jerry González y a Cigala, se une, por obra y gracia de Fernando Trueba, el gran maestro del piano salsero y del jazz latino, Bebo Valdés, que lo acompaña, metiéndose en compás flamenco, en dos temas, una bulería denominada La fuente de Bebo, y el bolero que fue tan reconocido titulado Amar y Vivir, que es la segunda pieza de su concierto en Algeciras.

El entendimiento entre Valdés, Cigala y Jerry González también alcanza a una guajira montuna denominada Señor del Aire. Estos temas anuncian la posterior y extensa aproximación y entrega del cantaor a la interpretación de los clásicos hispanoamericanos y caribeños en clave de canción aflamencada. Esa senda aún no ha terminado y fue la que degustamos en el parque María Cristina de Algeciras, en la cuarta sesión del IX Festival Internacional de Guitarra Paco de Lucía, lleno de público atraído por la estela que parece infinita de Cigala con la canción aflamencada y por algunos de quienes gustan, y añoran, al Cigala más flamenco.

La noche sigue con más boleros, como el Compromiso, de Machín, y llega Lágrimas Negras, ¿cómo no? Aquí es dónde mejor está Cuba por los cuatro costados en manos del pianista Jaime Calabuig, Jumi, haciendo siempre presente la memoria del gran Bebo Valdés. Su famoso disco con Cigala lo ofrecieron en directo hace muchos años en el teatro Florida en Algeciras, todavía sin reformar, y avanzado el espectáculo sonó en el silencio atronador el deseo manifiesto de un flamenco que le dijo al cantaor desde uno de aquellos pequeños palcos que tenía el Florida: “Diego, pa cuando una buleria, hijo”.

Si, el cantaor nacido cerca del Rastro, en Madrid, tuvo un principio ligado a la línea camaronera, muy prometedora. Incluso en 2014 dio señales de querer volver a ese camino con un disco sazonado de desafortunados comportamientos del cantaor en su ronda promocional en medios de comunicación, principalmente en televisión. Se tituló Vuelve el flamenco: Homenaje a Paco de Lucía. Reunió a su vera, para esa ocasión, y vaya qué casualidad, a quienes le antecedieron en la noche del miércoles en el festival algecireño, Diego El Morao, Juan Grande, Ané Carrasco, entre otros. Pero es pasado.

El camino de Cigala, yendo y viniendo entre Europa y América, no es nuevo para el flamenco. Ahí están los cantes de ida y vuelta, que así se denominan el conjunto de palos del flamenco que tuvieron su origen en la música popular hispanoamericana. Son la guajira, la colombiana, la vidalita, la habanera, la rumba y la milonga flamenca. Esta última, dicen, importada por la gaditana Josefa Díaz Fernández, Pepa del Oro, hija de torero y cantaora, y ella más bailaora que cantaora.

En el parque María Cristina de Algeciras suena El Cigala por Roberto Carlos, Nuestro Amor es Así, paso previo para honrar la memoria de Paco de Lucía, y la de Bebo Valdés a la vez. Del cubano es Dos mujeres a la vez, más conocida como Corazón Loco. “No te puedo comprender, corazón loco, no te puedo comprender, ni ellas tampoco…” De nuevo Jumi demuestra su talento y su gran sensibilidad a la hora de llevarnos con su piano por esos mares, por esos rincones sabrosos del Caribe. Se agradece rememorar a Paco de Lucía apelando a su corazón loco de música y pellizcos flamencos.

En la velada, íntima y llena de canciones de amor, no falta el mejicano Alejandro Fernández y su Abrázame, ni Piensa en mi. Si faltara algo hasta canta la Nana del Caballo Grande, con lo que nos trajo a Camarón de la Isla.

A Diego El Cigala le queda gira por delante que le llevará por otros lugares de España y también de Estados Unidos. Lágrimas Negras, sus secuelas y todo su universo, como sus tributos a la música mejicana, todavía tiene carrete.

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