Algeciras, ejemplo de convivencia: por qué la ciudad con 9.000 musulmanes registra niveles mínimos de racismo e islamofobia

El municipio, con un 8% de población musulmana, demuestra que la diversidad y la integración son posibles gracias a su tradición fronteriza y una ciudadanía que rechaza los discursos de odio

La comunidad islámica proyecta un centro comercial y cultural en Algeciras para financiar su futura mezquita

Vecinos de Algeciras en la cola de una churrería en el mercado Ingeniero Torroja - Sánchez Arcas.
Vecinos de Algeciras en la cola de una churrería en el mercado Ingeniero Torroja - Sánchez Arcas. / Erasmo Fenoy

Algeciras, con más de 9.000 vecinos musulmanes, puede presumir de ser una ciudad libre de racismo e islamofobia. A pesar de lo que a veces pueda parecer, los algecireños son menos racistas, xenófobos o islamófobos que los habitantes de otras grandes ciudades españolas. Lo dicen los datos y lo corroboran las ONG y los líderes de las comunidades islámicas.

Los datos avalan la convivencia

Según un informe de 2023 de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA), el 30% de las personas negras residentes en España afirma haber sufrido discriminación en los últimos cinco años. Esta cifra sitúa a España entre los países con menor prevalencia de discriminación percibida por afrodescendientes en la UE. Solo Portugal (17%) y Polonia (19%) presentan porcentajes más bajos.

En el mapa español de los delitos de odio, la provincia de Cádiz se encuentra en el cuarto nivel más bajo: el número de denuncias por este tipo de delitos es cinco veces menor que en la provincia con más incidencias, según el Ministerio del Interior. Aunque se ha producido un leve aumento de las denuncias en los últimos cinco años —también en el resto de España—, los expertos atribuyen este incremento a una mayor conciencia social sobre estos delitos y a un menor grado de tolerancia hacia ellos, no a un aumento real de los casos. Es decir, se producen menos delitos, pero los pocos que ocurren sí se denuncian gracias al asesoramiento de las ONG, a que la población extranjera o musulmana ha dejado de interiorizar la narrativa racista, y a la colaboración de la Oficina Nacional de Lucha contra los Delitos de Odio (Ondod) con el tejido asociativo.

Tienda especializada en especias, hierbas y condimentos puesta en marcha por Aricha Azizi en Algeciras.
Tienda especializada en especias, hierbas y condimentos puesta en marcha por Aricha Azizi en Algeciras. / Erasmo Fenoy

Provocaciones sin respaldo ciudadano

Episodios recientes como la colocación en agosto pasado de una pancarta a la entrada de Algeciras con el lema Bienvenidos a Marrakech, o las recurrentes declaraciones de cierto político alertando de un proceso de "islamización" en la ciudad, podrían percibirse como síntomas de islamofobia. Sin embargo, estas expresiones de rechazo a extranjeros y, específicamente, a musulmanes no han recibido respaldo ciudadano alguno ni han generado polémica o debates en la opinión pública. La población nativa algecireña es consciente del crecimiento demográfico de sus vecinos de origen marroquí y, aunque mantiene opiniones desiguales al respecto según las encuestas, no identifica ese incremento ni con una estrategia para islamizar el territorio ni con una amenaza a sus valores o a los principios occidentales.

Algeciras está habitada por vecinos de 129 nacionalidades diferentes, donde el 11,7% del censo es extranjero

El pasado año, treinta establecimientos de Algeciras, principalmente de hostelería, se acogieron a la campaña Espacios libres de racismo orquestada por la Fundación Márgenes y Vínculos. No es una cifra menor, teniendo en cuenta que el porcentaje de musulmanes en Algeciras duplica la media en España y que el Mediterráneo Occidental —por delante incluso de Canarias— sigue siendo el epicentro de las rutas migratorias que conectan África con Europa.

Sin discriminación en el acceso a la vivienda

Una encuesta de 2024 del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (Oberaxe) reveló que muchas inmobiliarias españolas aceptaban prácticas discriminatorias sugeridas por los propietarios de viviendas. El miedo a impagos era el principal motivo alegado por esos propietarios para no admitir inquilinos extranjeros.

"Si tiene ingresos y puede demostrar solvencia, entonces es un buen cliente, tenga el color que tenga", Álvaro Giménez, gerente de Dune Homes

En Algeciras, sin embargo, la mayoría de las inmobiliarias consultadas por este medio tienen entre sus clientes a inquilinos extranjeros, personas negras o de origen musulmán. "Si tiene ingresos y puede demostrar solvencia, entonces es un buen cliente, tenga el color que tenga", afirma Álvaro Giménez, gerente de Dune Homes. "No conozco a ninguna inmobiliaria en la ciudad que descarte a un cliente que cumpla con los requisitos financieros que se suelen pedir para el arrendamiento". Y concluye advirtiendo que "no debe confundirse el racismo con las razonables exigencias al inquilino de nóminas, contratos fijos o fianzas".

Una madre con sus dos hijos camino del colegio por la Plaza Alta de Algeciras.
Una madre con sus dos hijos camino del colegio por la Plaza Alta de Algeciras. / Erasmo Fenoy

Integración real, sin guetos

A diferencia de lo que sucede en algunas ciudades europeas con el fenómeno de guetización —suburbios aislados integrados por grupos minoritarios con bajos ingresos y acceso limitado a recursos públicos y oportunidades—, en Algeciras, con casi un 8% de población musulmana, no existen barrios no-go o ZUS (Zonas Urbanas Sensibles). Las necesidades sociales particulares de los musulmanes (mezquita cercana para acudir cinco veces al día al rezo, establecimientos de hostelería y alimentación que garanticen el producto halal, colegios con profesores de religión islámica o red de apoyo vecinal) han dado lugar a áreas urbanas percibidas a veces por la población anfitriona como propias de una determinada minoría, pero nunca exclusivas de nadie.

Su histórica tradición fronteriza normaliza la diversidad cultural

Los espacios públicos en Algeciras permanecen, a pesar de las apariencias, cultural y religiosamente neutrales. Enclaves tan neurálgicos como el mercado Ingeniero Torroja - Sánchez Arcas son, además, ejemplo de pluralidad y convivencia: comerciantes y vendedores interactúan entre sí independientemente del origen racial o religioso de unos y otros. Así lo explica Paco Soto, presidente de la Asociación Comercio Tradicional y Mercado de Abastos, que insiste en que no aprecia racismo en su barrio y cuenta con un nutrido grupo de musulmanes activos en su asociación, todos ejemplares ciudadanos. "Yo no oigo a nadie quejarse de los marroquíes, aquí no hay tensión. Incluso hemos hecho con la mezquita del centro campañas conjuntas de recogida de alimentos para Ucrania o Valencia", sostiene.

Las tres claves de la convivencia

Las razones por las que en Algeciras apenas hay racismo o islamofobia pueden resumirse en tres: su histórica tradición fronteriza, que normaliza la diversidad cultural; el estrato social y cultural del migrante musulmán medio, vinculado casi siempre a trabajos relacionados con la actividad portuaria, comercios, talleres y transportes; y, por último, la escasa militancia política o religiosa de esos migrantes. La pacífica respuesta de la ciudad a sucesos tan dramáticos y sensibles como el asesinato del sacristán de la Palma a manos de un marroquí hace casi tres años dio buena fe del talante tolerante e inclusivo de los algecireños.

En la carnicería 'Alhambra' venden carne procedente del sacrificio de reses por el método Halal, rito musulmán que hace que los animales queden completamente desangrados.
En la carnicería 'Alhambra' venden carne procedente del sacrificio de reses por el método Halal, rito musulmán que hace que los animales queden completamente desangrados. / Erasmo Fenoy

Racismo institucional: una percepción menor

Según datos de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA) a partir de una encuesta de 2024, las personas negras en España afirman haber sido detenidas o identificadas por la policía por el hecho de ser negras en un porcentaje prácticamente similar a la media europea. Es precisamente esa percepción la que explica que las denuncias por racismo institucional en España apenas sean una tercera parte del total de las denuncias interpuestas por racismo.

Hoy apenas persisten en Europa justificaciones explícitas al racismo, fuera de los muy marginales aunque alarmantes grupos filonazis, neonazis y aceleracionistas. Sí aflora a veces el llamado racismo diferencialista, ese que no niega que todos los seres humanos sean iguales en dignidad, pero sí se opone a la diversidad social y la coexistencia alegando una hipotética incompatibilidad cultural o religiosa.

Con todo, son muy pocas las ocasiones en que en Algeciras se oyen justificaciones de ningún tipo de racismo: solo un partido político ha levantado, en los últimos años, la voz contra el colectivo musulmán por querer erigir una nueva mezquita "con minarete" (parece ser que el problema era exclusivamente el minarete), aspirar a una zona en el cementerio para enterramientos islámicos o pretender decorar las calles en el mes de Ramadán. Precisamente en España la Ley 26/92 ampara desde hace más de 30 años el ejercicio de esos derechos.

Una ciudad diversa y cohesionada

Coincidir con personas negras en la cola del supermercado o percibir el olor de la harira por las calles del centro son situaciones plenamente normalizadas en una ciudad fronteriza habitada por vecinos de 129 nacionalidades diferentes, donde el 11,7% del censo es extranjero. Y, sin embargo, el 30,6% de los encuestados piensa que los inmigrantes contribuyen a mejorar la vida en comunidad y un 35,4% que ayudan a mantener la convivencia. No es poco.

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