Archivo de Viñas de Roa

El Ayuntamiento de Algeciras convertirá la capilla del Santo Cristo de la Alameda en un fascinante museo

Exterior de la capilla del Santo Cristo de la Alameda, en la calle Cayetano del Toro.

Exterior de la capilla del Santo Cristo de la Alameda, en la calle Cayetano del Toro. / Erasmo Fenoy

El Ayuntamiento de Algeciras ha sacado a concurso la redacción de proyecto y la conversión en museo de la antigua capilla del Santo Cristo de la Alameda, la cual albergará la impresionante colección de Antonio Viñas De Roa, abogado de la ciudad que murió en 2018. 

Un jurado será el encargado de decidir cuál es la mejor propuesta para la posterior redacción de un proyecto para la musealización (diseño expositivo, propuesta museográfica, mobiliario, iluminación, señalización, contenidos audiovisuales, etc.) y apertura al público del antiguo oratorio a orillas del río de la Miel. 

Vista de Algeciras, 1890. Vista de Algeciras, 1890.

Vista de Algeciras, 1890. / Colección Antonio Viñas de Roa

El presupuesto base de licitación es de 96.000 euros, con impuestos, financiado a un 80% con fondos Edusi de la Unión Europea, y el plazo de presentación de ofertas finaliza el 20 de junio. El ganador contará luego con dos meses para ejecutar el proyecto de musealización de este nuevo espacio cultural ubicado en uno de los extremos de la calle Cayetano del Toro, en plena Villa Vieja, o llamada últimamente Barrio de la Caridad. 

El concurso podrá declararse desierto si el jurado considera que no hay propuestas que resulten suficientemente satisfactorias para los objetivos del contrato.

Acuarela de Gibraltar por B. Figallo. Acuarela de Gibraltar por B. Figallo.

Acuarela de Gibraltar por B. Figallo. / Colección Antonio Viñas de Roa

El legado de Viñas de Roa

Antonio Viñas de Roa era un brillante abogado, nacido en Madrid y afincado en Algeciras, que murió repentinamente y sin hijos con 49 años. Además de su labor como jurista, era licenciado en Historia del Arte y un empedernido coleccionista de antigüedades, con una vasta cultura sobre la antigüedad clásica.

Su espíritu renacentista le llevó a atesorar más de 360 piezas, entre cartas náuticas, mapas, litografías, grabados y dibujos, la gran mayoría relacionadas con la Bahía de Algeciras, especialmente en los siglos XVIII y XIX. La toma de Gibraltar, diversas batallas navales, los enfrentamientos durante la Guerra de la Independencia y estampas de los municipios campogibraltareños componen su rico y bello archivo, fruto, en buena parte, de sus constantes viajes y visitas a anticuarios.

Los hermanos de Antonio Viñas Roa firmaron, en octubre de 2020, el acuerdo de depósito de la colección particular del abogado, quien siempre expresó su deseo de que el archivo estuviera disponible para la ciudadanía. Los fondos han permanecido desde entonces en el Museo Municipal a la espera de la puesta a punto de la capilla del Santo Cristo de la Alameda, un acontecimiento que parece que está cerca de lograrse y que supondrá un importante impulso turístico y cultural para el Barrio de la Caridad.

Gibraltar y la bahía de Algeciras, 1782. Gibraltar y la bahía de Algeciras, 1782.

Gibraltar y la bahía de Algeciras, 1782. / Colección Antonio Viñas de Roa

La capilla de los Navegantes

El espacio expositivo que, al fin, albergará la fascinante colección de Viñas Roa es la pequeña capilla que antiguamente llamaban de Los Navegantes: un antiguo oratorio construido en 1776 por iniciativa del cura Domingo Pérez y que gozó de gran devoción por la gente del mar hasta mediados del siglo XIX. Constaba de una sola nave de planta rectangular y cubierta a dos aguas, además de un añadido que hacía la función de sacristía.

Durante el Gran asedio a Gibraltar (1779-1783), los soldados del Ejército español acudían a rezar a este templo levantado junto al puerto y el río de la Miel, en una de las vías más populares de la época, la calle Alameda, que ahora lleva por nombre Cayetano del Toro.

La capilla estaba presidida por las imágenes del Santo Cristo de la Piedad, la Virgen de los Dolores y San Juan Evangelista, a quienes los soldados y los marineros dirigían sus rezos diarios y limosnas. En sus muros colgaban diferentes clases de amuletos y exvotos que representaban escenas de naufragios que se pretendían evitar.

Material gráfico sobre Algeciras, 1854. Material gráfico sobre Algeciras, 1854.

Material gráfico sobre Algeciras, 1854. / Colección Antonio Viñas de Roa

Tal y como cuenta Antonio Torremocha, una vez finalizó el asedio de Gibraltar y firmada la paz, el oratorio de la calle Alameda cayó en un estado de abandono que obligó a las autoridades eclesiásticas a cerrarla al culto y trasladar los enseres religiosos a la próxima capilla de San Antón. Desde entonces, sólo abría al público el Jueves Santo.

Durante la quema de conventos de mayo de 1931 en toda España, pocas semanas después de haberse proclamado la Segunda República, la capilla del Santo Cristo de la Alameda fue asaltada y arrasada para convertirse primero en un almacén de vinos y, después, en un taller de reparación de automóviles

A finales de los años noventa del pasado siglo, el Ayuntamiento de Algeciras recuperó el viejo oratorio y, tras una profunda restauración, lo convirtió en sede de la sección de Arte sacro del museo municipal, siendo inaugurada en el 2002. Después de esta reconstrucción, el coqueto edificio presenta una nave principal con otras dos menores, una a cada lado, que hacen de crucero. La situada hacia el este, describe Torremocha, se cubre con una elegante cúpula que descansa sobre pechinas decoradas con elementos barrocos.

Su fachada, también de estilo barroco popular con dos cuerpos, alberga la única puerta del edificio, enmarcada por pilastras que sostienen una cornisa con molduras. Sobre ella se eleva una espadaña con vano hoy ciego, pero que en sus primeros años tuvo una campana.

El contrabando en el Campo de Gibraltar, 1894. El contrabando en el Campo de Gibraltar, 1894.

El contrabando en el Campo de Gibraltar, 1894. / Colección Antonio Viñas de Roa

La capilla, por su pasado marinero, parece el envoltorio hecho a medida para albergar, para siempre, el legado que, durante su inquieta vida, fue atesorando Antonio Viñas de Roa: las cartas náuticas de los siglos XVIII y XIX, como sacadas de una novela de Julio Verne; los mapas del Estrecho de Gibraltar, las refinadas acuarelas de la Bahía de Algeciras y los fantasiosos grabados del Peñón. 

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