Dios guarde al IECG (I)
Campo Chico
La historia de la Mancomunidad está íntimamente asociada a la de la espectacular irrupción del PSOE en 1982
Entiéndase que si bien mi confesión católica me permite acudir sin reservas a la expresión, lo hago con el debido respeto a aquellos para los que no es más que un modo tradicional, arraigado, de desear larga, buena y confortable vida o existencia a la persona, en su caso, o a la institución de que se trate.
En la tradición anglosajona, el “God Save” (Dios salve) antecede al sujeto en el que se quiere reflejar o personificar el buen deseo de que perdure por largo tiempo con buena salud. El “God Save” es una demanda instantánea que, no obstante, contiene implícitamente un para siempre. Dios salve al Rey o Dios salve a la Reina son frases muy recurridas en ámbitos de tradición monárquica, donde el uno o la otra no son ellos sino todos, pues en los monarcas reside la historia de los pueblos. Los americanos, que es como debiera llamarse a los (mal) llamados “estadounidenses”, utilizan con mucha frecuencia la mención a Dios, hasta el punto de que su lema nacional es "In God We Trust" (en Dios confiamos), presente incluso en billetes y monedas de curso legal.
No cabe suponer que citar a Dios como principio y fin de todas las cosas sea asumir como axioma que todos los sujetos del colectivo son creyentes. La asunción de la hipótesis de la existencia de Dios no se hace con la intención de sustituir a ninguna otra, sino con el deseo de integrar en el discurso lo mucho que la ciencia, el conocimiento racional, en fin, no puede explicar. Se ignora y siempre se ignorará más que lo que se sabe o se sepa; aludiendo a Dios, esa inmensa, inexpugnable y omnipresente ignorancia también es tenida en cuenta.
Alguien pensará que cuando se dice los americanos se alude a los habitantes del continente. Es verdad, pero también, si se da, a los del país que incluya el nombre de América en su denominación. Así los ciudadanos de (no “de los”) Estados Unidos de América deben ser llamados americanos. Del mismo modo que los ciudadanos de Estados Unidos de México son llamados mexicanos (recuérdese que estas equis suenan a jota en español).
Ya sé que la Real Academia Española (RAE) admite el (mal) uso de estadounidenses, pero lo hace como sinónimo de americanos. Los ciudadanos de los estados que forman la Unión Europea (UE) son europeos, sin perjuicio de que también son europeos los nacionales de estados que están en Europa y no pertenecen a la UE, como por ejemplo Suiza, Noruega, Islandia, Liechtenstein, Albania, Macedonia o Montenegro, y ahora el Reino Unido. Espero que a los conspicuos académicos no se les ocurra llamarnos un día “unioneros”, por aquello de la Unión; estaría en la misma lógica que estadounidenses. Todo ello sin entrar en detalles, como sería tener en cuenta que el verdadero nombre de Suiza es Confederación Suiza o Helvética, pues la lógica de los académicos nos llevaría a tener que llamar confederados a los suizos. Y no es baladí la apreciación, pues Schweiz (Suiza en su primitiva acepción alemana) es el nombre adaptado de uno de los estados o cantones que constituyeron el núcleo alrededor del que se formó la confederación. Me refiero al cantón de Schwyz, uno de los cuatro llamados “cantones primitivos”. En el centro de Suiza hay un lago bellísimo que se llama “lago de los cuatro cantones” (o de Lucerna, uno de ellos) que ya hoy se vería obligado a ser de cinco, pero esa es otra historia que no viene a cuento.
La larga vida que deseo, que deseamos, a nuestro admirado Instituto y a su magnífica revista Almoraima, hace necesario pedir que Dios les guarde. Como no hace mucho decía el recién reelegido director Eduardo Briones Villa, en una entrevista, se trata de una institución comarcal que incluye a Gibraltar en lo que se refiere a territorialidad cultural y abarca un amplísimo espectro de saberes, lo que no es nada común. No falta el arte flamenco ni disciplinas tales como las matemáticas, aunque bien es verdad que las actividades apuntan muy mayoritariamente hacia las humanidades.
La inclusión de Gibraltar es natural, pues el conocimiento y la investigación suponen la universalización de los conceptos, de la tarea y de los intereses. No obstante, con todo lo que tiene que ver con Gibraltar hay que tener mucho cuidado. El anacronismo de la plaza militar reúne todos los supuestos posibles de falta de fiabilidad. No me refiero a lo científico sino a las acciones y donaciones. Si los ingleses procuran quedarse con tu reloj para darte la hora, la población de aluvión variopinta de la colonia que arropa la base militar posee unas habilidades y tiene unos modos añadidos a los de la metrópoli, que dudar de sus intenciones es lo más inteligente.
La historia de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar (MMCG) está íntimamente asociada a la de la espectacular irrupción del PSOE en el poder político en 1982. El día 28 de octubre de ese año, el mapa de España se tiñó de rojo que, además de ser uno de los dos colores básicos de la bandera española, es el institucional del PSOE. Con una participación del 80% del censo, el partido liderado por el abogado laboralista sevillano Felipe González Márquez rebasó el 48% de los votos válidos. La coalición Alianza Popular-Partido Demócrata Popular (PDP), antecedentes del PP, ganó sólo en tres de las provincias gallegas y en cuatro de las castellano-leonesas. Convergencia y Unión, o sea el catalanismo burgués, se redujo a una de las catalanas, y el PNV tuvo que limitarse a dos de las vascas. La derecha aplastada y los nacionalismos haciendo mutis por el foro. España se levantó socialista y terminó la etapa base de la Transición.
En las municipales del 8 de mayo de 1983, las segundas de la Transición, en la comarca, el rojo fue de una intensidad abrumadora, el 74% de los concejales, a nivel comarcal, eran del PSOE, 91 de 123. Los socialistas se sonrojaban de éxito; en La Línea 22 de los 25 concejales, en Los Barrios 15 de 17, en Castellar 8 de 9, en Tarifa 12 de 17 y más modestamente, en San Roque 10 de 17 y en Algeciras 12 de 25 (19 con los 7 del Partido Comunista, que gobernó en el anterior período). Éramos de izquierda y no lo sabíamos, empezaba un período de nuestra historia, cercana y lejana, ante el que unos recelaban, otros se arrebujaban y los más esperaban (esperábamos) tiempos mejores.
El PSOE tenía la comarca a sus pies, podía hacer una labor histórica, pero la que hizo no lo fue del todo por la tendencia acomodaticia de la condición humana. Uno de mis mejores amigos de entonces, Juan, ya fallecido, peluquero de señoras y hombre de izquierdas, tenía su peluquería junto al edifico central madrileño del entonces Instituto Nacional de Industria, que fuera presidido durante el régimen del general Franco por Francisco Fernández Ordóñez, luego ministro de la UCD y después del PSOE, un hombre emprendedor que hizo grandes cosas tanto con Franco, como con Adolfo Suárez y ya después con Felipe González.
Juan se nutría laboralmente de las empleadas del INI, que siempre encontraban un hueco en su trabajo para acercarse a la peluquería. La llegada del PSOE al poder, con aquello de que a España no la iba a reconocer ni la madre que la parió, del gran Alfonso Guerra, dejó a Juan casi sin trabajo durante unos meses, pero poco a poco, su peluquería fue recuperando su clientela a las horas de trabajo. El PSOE iba a cambiarlo todo, pero fue adaptándose a los hábitos del personal y dejó las cosas más o menos como estaban.
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