El adolescente que quería ser locutor

Obituario

Era norma no escrita en la SER no nombrar director de la emisora de una localidad a un profesional nacido y criado en ella. Juan Carlos Narváez fue el primer director que la rompió

El mundo de la radio llora la muerte de Juan Carlos Narváez, histórico periodista que dejó huella en Algeciras y Huelva

Juan Carlos Narváez.
Juan Carlos Narváez. / Archivo hijas de Miguel Ángel del Águila
Sergio González Otal - Ex director de Radio Algeciras, de Radio Madrid y del Departamento de Relaciones Institucionales de la Cadena SER

14 de junio 2025 - 23:12

Algeciras/Sería en 1971 cuando tras un acto celebrado en Hotel Reina Cristina de Algeciras, se me acercó su subdirector, el señor Ocaña, para hablarme del caso singular de un sobrino, hijo a su vez de un familiar suyo empleado del hotel, que con 15 años estaba más en las cosas de la radio que en las propias de su edad hasta el punto de tener instalada en su casa una mini emisora y un no menos mini estudio, todo técnicamente montado por un amigo más o menos de su edad, émulo de Marconi, ambos jugando al tiempo que soñando con la radio como su futuro. Indagando supe que se trataba de Juan Carlos Narváez y Sebastián García.

“Dale a tu sobrino mi teléfono y que me llame y me traiga una grabación de lo que hace”, le dije, intrigado por tan singular historia. Unos días después tenía sentado frente a mí, en la Radio Algeciras de la calle Ruiz Tagle, al quinceañero Juan Carlos Narváez Ruiz del que me habían hablado. De mediana estatura, delgado, casi barbilampiño, de buenos modales y compostura, contestaba a mis preguntas con prontitud y seguridad en un castellano sin giros ni dejes, como si su crianza se hubiera producido en Valladolid en vez de en Algeciras de donde era y amaba. Finalicé la entrevista con un acto de confirmación preguntándole: “En caso de poder trabajar en la radio, ¿tú que querrías hacer? Y sin dudarlo ni un instante me contestó 'Quiero ser locutor'”.

En la grabación que trajo apreciamos las capacidades que tenía y en días pasó a ejercitarse como presentador de música en la emisora de 40 Principales a la que ayudó a encumbrar junto a un admirable e irrepetible grupo de jóvenes presentadores.

No pasó mucho tiempo sin que se viera que los 40 Principales se le quedaban cortos y que su destino era la SER, la radio de la palabra donde se aposentan los locutores hechos. Allí se graduó con los recordados Agustín Moriche, Pepe Ojeda, Antonio Maldonado o Maribel Solís. Y mientras trabajaba le dio tiempo a graduarse en periodismo, intuyendo con anticipación que esa sería una parte sustancial de la programación de las emisoras de radio, tras la consolidación de la democracia y la desaparición de la censura franquista.

Equilibrado, trabajador, riguroso, perfeccionista, comprensivo, solidario, leal, bondadoso, humilde... todos estos calificativos y alguno más son aplicables a Juan Carlos Narváez, periodista y locutor radiofónico. Destacaría sobre todo su lealtad que es contraria a la aceptación sin más de la norma, cuando esta es poco comprensible o no bien expresada o incluso contraria al sentido común. A lo largo de los años que trabaje con él fueron varías las ocasiones que con un previo "¿se puede?” entraba en mi despacho en demanda de mayor información sobre una instrucción, o para expresar su criterio sobre ella o incluso su desacuerdo. De aquellos encuentros, siempre amables como el los planteaba, las instrucciones y normas salieron más comprensibles o más perfeccionadas o más atemperada su oposición. Personas con este sentido de la lealtad, son impagables para la buena dirección de cualquier empresa y para el cumplimiento de sus objetivos.

Cuando después de 18 años de dirigir Radio Algeciras regresé a Madrid para hacerme cargo de la dirección de Radio Madrid y poco más tarde de la del Departamento de Relaciones Corporativas de la Cadena SER, Juan Carlos Narváez ya estaba preparado para dirigir emisoras de radio. No pasó mucho tiempo para que se le ofreciera levantar de nueva planta una en Soria, donde la SER no la tenía.

Juan Carlos Narváez entrevistando a Joan Manuel Serrat.
Juan Carlos Narváez entrevistando a Joan Manuel Serrat. / Archivo hijas de Miguel Ángel del Águila

Aceptó el reto y para Soria se fue Juan Carlos con su esposa Lola Torres, una sanroqueña de buen talante y virtudes similares a las de su marido. Algunos meses después, Lola tuvo que regresar a Algeciras para atender su familia y su trabajo, dejando solo a Juan Carlos en la fría capital soriana. La separación fue un acicate para conseguir su objetivo de hacer de SER Soria en pocos años la emisora líder de la provincia y para Lola un ejercicio de estoicismo que reforzaron los lazos matrimoniales tras los encuentros quincenales de la pareja. Los compañeros y las personas con las que convivió y trató en aquella tierra castellana aún le recuerdan con gran cariño.

El premio a su éxito fue traerle a Andalucía ofreciéndole la dirección de SER Huelva, una emisora de mayor calado profesional y económico, con mar, con más luz y con músicas y acentos más reconocibles para un algecireño. Hizo allí durante más de diez años un trabajo sobresaliente. Tengo constancia del gran aprecio personal y profesional que allí se le tenía.

Tampoco Lola le pudo acompañar en la aventura onubense. Enraizada en Algeciras y muy bien considerada en su trabajo como profesional sanitaria, tomaron la decisión de asegurar la estabilidad de los hijos, evitando el desarraigo que podría producirles el ir de allá para acá tras la estela de los retos profesionales del padre. Además ya desde Huelva, los encuentros podían ser semanales.

Nunca lo manifestó pero tengo la seguridad de que desde el primer día que llegó a Soria su iluso pensamiento estuvo en el regreso a su ciudad natal de Algeciras para dirigir la emisora decana donde comenzó su viaje radiofónico. Y digo iluso porque era norma no escrita en la SER, no nombrar director de la emisora de una localidad a un profesional nacido y criado en ella. Juan Carlos Narváez fue el primer director que rompió esa norma cuando se le nombró director de Radio Algeciras, como justo reconocimiento a su eficaz, sacrificada y apasionada entrega, tanto en lo personal como en lo profesional, reconocimiento que también correspondía a la actitud de su esposa Lola, sosteniendo la unión de la familia tras tanta separación física durante tantos años.

Como director de Radio Algeciras, cargo que ejerció hasta su jubilación, dejo los detalles su positiva evaluación a los compañeros que compartieron con él sus últimos años profesionales, aunque alguno de ellos, los más jóvenes, es posible que gracias a este obituario lleguen a conocer mejor tan admirable personaje, digno de un mayor reconocimiento que su humildad nunca persiguió.

Admiración es la palabra. También profundo cariño. Y enorme tristeza por su inesperado fallecimiento. Es lo que sentimos mis hijos y yo por su ausencia, abrazados de corazón a su esposa Lola y a sus hijos y nietos.

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