El padre Vicente Peña celebró ayer sus bodas de oro sacerdotales en la parroquia de San Antonio de Padua, su último hogar antes de jubilarse y en la que ejerció durante más de 25 años.

Explicó ayer que sus 50 años de sacerdocio se le han pasado volando y tuvo muchas palabras de agradecimiento. "Quiero mucho a la gente y la gente me quiere mucho a mí".

Es de Ceuta (1934), aunque media vida la ha pasado en Algeciras. Se ordenó en la parroquia San Pedro de La Línea y a partir de ahí ha ido dejando su granito de arena en los templos de Santa María Micaela de La Bajadilla, San Miguel Arcángel de La Granja, Los Milagros del Rinconcillo y Espíritu Santo de La Piñera. Se retiró en su querida San Antonio de Padua y su apostolado lo ha compatibilizado como profesor de Religión en los institutos del Kursaal e Isla verde y como capellán del Algeciras CF y de la plaza de toros de Las Palomas.

Siempre en Algeciras y eso es raro. De hecho, pensó que su estancia en la ciudad era solo un paso transitorio. Ha sido un gran deportista y ese espíritu lo quiso inculcar a las comunidades por las que pasó. Impulsó numerosos deportes y especialmente una modalidad que por aquella época no era muy conocida, el balonmano. De hecho, se le considera uno de los padres de este práctica en la ciudad. "Creí que era un vehículo muy bueno para atraer a la juventud".

Cuenta que han sido miles de bautizos, miles de bodas y miles de primeras comuniones. Confiesa que no se quería jubilar, pero se consuela con que sigue en primera línea, aunque de otra manera. Desde que se retiró en septiembre de 2009 echa una mano en la parroquia de La Palma, donde está inscrito y donde presta servicios pastorales. También está ligado al movimiento familiar cristiano Encuentros matrimoniales. Ayuda y orienta a parejas. Su objetivo sigue siendo el mismo: llenar a la gente de esperanza y de amor.