Algeciras

La Semana Santa es compromiso

  • Juan Carlos Vadillo Roca interpreta un rico Pregón Oficial que transforma en un bello pórtico para la Pasión de Algeciras

  • El texto invita a la reflexión y ensalza a las hermandades locales

El cuidado escenario del Pregón Oficial en el teatro Florida.

El cuidado escenario del Pregón Oficial en el teatro Florida. / erasmo fenoy

"Azahar de plazoleta, incienso de la naveta y cera que quema el cirial; Semana Santa, aquí estás". Todo decidido y todo dispuesto en los labios de Juan Carlos Vadillo Roca, Pregonero Oficial de la Semana Santa de Algeciras 2018, para desatar el tarro de las esencias en la bella ciudad de la bahía que resume toda una vida en sólo siete días, los de su Semana Mayor. Como si dos caras de una misma moneda se abrazasen, dos vientos se chocasen en armonía o una simbiosis de amor que necesitase tanto del uno como del otro; Vadillo desgranó en dos mitades de un corazón sus versos y palabras a la Pasión de Algeciras.

Dos partes que se complementan y que, sin ellas, nada tendría sentido. Con dos perfiles marcados, el del cristiano y el del cofrade. Espacio tuvo a lo largo de la obra de repartir en mimados gajos, mensajes e ideas de calado, muy diferenciadas, en dos universos que conviven de manera paralela. Por un lado, la visión catequética, reflexiva y analítica del mundo interior de las hermandades; mientras que su segundo tramo lo dedicó a ensalzar la grandeza de la nómina de cofradías locales y sus Sagrados Titulares.

El costalero tiene el privilegio de ser los pies de Cristo y el andar de María"Hay que revestirse el corazón con la túnica de la hermandad todo el año"La juventud también debe participar de la toma de decisiones de una cofradía"

El pregonero fue recibido por el público del Teatro Municipal Florida entre los olés a su presentador, Francisco Illescas, y a la magistral interpretación de la marcha Valle del Sevilla, obra de José de la Vega Sánchez, por parte de la Banda de Música Armando Herreros. El exaltador llamó a los presentes a estar dispuestos, con el alma abierta, y preparados para clamar que en sólo siete días Algeciras será más grande, más plena y más creyente con la "evangelización de la calle".

Juan Carlos Vadillo quiso destacar, de manera mayúscula en su texto, la enorme importancia del papel que juegan (con conocimiento de causa, gracias a su larga trayectoria), las Juntas de Gobierno al servicio de las hermandades y de la propia fe. Quiso dar un aldabonazo y elogiar la muchas veces poco reconocida labor y esfuerzo que los miembros de una Junta dedican durante todo el año a su corporación. En la mayoría de las ocasiones, con más espinas que rosas, por lo complejo de la empresa y la incomprensión y soledad que estos cargos acarrean. Igualmente quiso alabar, en conjunción de las cofradías con otras entidades e instituciones de carácter religioso, esa impagable dedicación voluntariosa para velar y cuidar por "el amor al prójimo", ayudando "a quién más lo necesite". Sin duda, la gran labor de esa Iglesia de la que presumía y hacía gala el pregonero.

Se refirió también a sus hermanos de corporación, al cofrade de a pie, al que reclamó "revestirse el corazón con la túnica de la hermandad durante todo el año"; pidiendo por la necesidad de una mayor implicación del nazareno de nómina en la vida diaria de la hermandad: actos, cultos, etc. Y fue, precisamente en ese punto, cuando mandó su mensaje más precavido para la conservación, cuidado y mantenimiento de dos de los bienes más importantes que tiene una cofradía: su director espiritual y los jóvenes.

Vadillo pidió sitio, espacio y hermanamiento para el guía espiritual de la corporación, siendo "también deber de la Junta de Gobierno hacer al cura un buen cofrade". Lo mismo ocurre con la juventud para la que el exaltador reclamó mayor protagonismo y presencia en las hermandades, pero no para realizar los trabajos que habitualmente se les atribuye, sino para "darles sitio y voz en las Juntas de Gobierno y en las tomas de decisiones; ahí reside el futuro de la Semana Santa".

Como 'hombre de abajo' que fue y que sigue vinculado con el mundo de las trabajaderas, por supuesto, Vadillo se acordó de los hombres del costal y la faja que son "los pies de Cristo y el andar de María". Versó sobre su figura y dedicó bellas palabras hacia ese "bendito encargo" de pasear a Dios y a su madre. "Sólo el que se ha metido debajo de un paso, sabe lo que siente"; sin duda, uno de los momentos más emocionantes del texto.

Obra que empezó a girar hacia el terreno de las hermandades para afrontar su tramo final. Recorrido por las cofradías de los barrios y periferia de la ciudad. Siempre trayendo "devoción y fe al centro", de las que confesó estar muy próximo desde sus inicios. Se deshizo en palabras hacia Ecce-Homo, Tres Caídas y Huerto. Igual que lo hizo para las hermandades con sede en La Palma y dibujó bellos versos para su Nazareno, Crucificado y Yacente.

Se explayó el pregonero a la hora de hablar de la Hermandad de Columna y su Lunes Santo. Declaró su amor embelesado por la Virgen de las Lágrimas y su absoluto cautiverio por el Misterio de Jesús Atado a la Columna y su imponente andar costalero. Lo mismo ocurrió con la Hermandad de Borriquita, corporación en la que Vadillo junto a sus hermanos conoció el mundo del costal y a la que pertenecieron fuertemente vinculados en el Paso de Jesús del Amor en su Entrada Triunfal en Jerusalén.

Pero para el pregonero, al igual que todo su texto y obra, el alma de sus devociones y su corazón se abre claramente en dos mitades que no se riñen, que se necesitan, pero que se reparten entre el Martes y el Viernes Santo. Se conmovió al recordar los inicios de la Sagrada Mortaja, antes de vislumbrar el nuevo milenio, cuando sólo era una quimera, y que a día de hoy forma parte indivisible de su vida.

Como declaró su amor, fe y devoción al Cristo de su niñez, de su familia y de sus desvelos. "Siempre tuyo Señor", le susurró en la distancia a Jesús de Medinaceli. Emoción y sentimientos a flor de piel del pregonero que llevó, deshojando verso a verso, su profunda admiración por el Cautivo del barrio de San Isidro hasta orillar en su "Amén". Palabra final que cerró un día inolvidable para Juan Carlos Vadillo Roca. ¡Bravo, Juan Carlos! ¡Enhorabuena, pregonero! Ya se otea la Semana Santa.

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