Francisco Rodríguez o el cante de un niño a cambio de un dulce
Aficionado al Fútbol Club Barcelona, Camarón era un gran aficionado del deporte rey
Los amigos y conocidos de Camarón recordaban ayer de él su bondad. Francisco Rodríguez Navarro (Algeciras, 25-11-1992), fallecido el pasado viernes en la reyerta de El Saladillo, era un enamorado del fútbol en todas sus vertientes.
El joven, residente de los pisos marrones de El Saladillo, practicó el balompié tanto de portero, como de jugador de campo. Camarón jugó en la Asociación Deportiva Taraguilla, pero sus amigos destacan todos sus años en el Lea, equipo de fútbol del barrio.
Hace dos años, se colegió como árbitro y ejerció de trencillas durante una temporada. El exsubdelegado del Colegio de Árbitros de Algeciras, Juan Carlos Crespo, define a Camarón como un chico "atento y responsable con la labor arbitral" y destaca su personalidad.
Francisco Rodríguez mantenía una relación con Tamara Sánchez, de la cual nació una niña hace tan solo tres años. Su gente asegura que estaba loco por ella.
Camarón celebraba los goles de Leo Messi cada domingo como fiel seguidor del Fútbol Club Barcelona. Ese deporte era su perdición.
El joven estaba parado y cobraba una ayuda social, aunque nunca permitió que pudiera faltar de nada en su casa. Trabajó con anterioridad en discotecas de la localidad y alrededores. Lo hacía en los controles de acceso.
Vivió toda su vida en El Saladillo. Nunca salió de ahí. De su barrio era su familia y en el mismo formó la suya. Sus amigos también eran de allí.
El apodo de Camarón tiene distintas versiones sobre su origen. Su padre, Alejandro Rodríguez, asegura que desde pequeño le llamaba Camarón. Amigos del barrio, sin embargo, remontan su origen a cuando Francisco cantaba por las calles y en la antigua Dulce Campesina de la barriada cantaba una bulería a cambio de una milhoja. O una palmera de chocolate o yema. Las meriendas costeadas con flamenco no le importaban cómo fuesen.
Tenía 24 años cuando una discusión le costó la muerte. Una pelea puso fin a los fines de semana en la plaza de los pisos marrones. Dio por zanjada la historia de unjoven que jugaba al fútbol de élite. La del barrio. La que se vivía en los clásicos del Saladillo, aquellos que enfrentaban a los de este barrio con La Piñera.
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