MONUMENTOS Y EDIFICIOS HISTÓRICOS DE ALGECIRAS

Capilla de la Dehesa de la Punta

  • Capítulo 6. A instancias del presbítero Antonio Pérez Cruzado, hacia 1778 quedó construida en la conocida como Viña Grande una iglesia para los campesinos de Getares y Punta Carnero

Grabado 'Der boleto in Algesira' realizado hacia 1830 por el alemán Wilhem Gaïl en el que aparece un grupo de personas bailando delante de la Capilla de la Dehesa de la Punta.

Grabado 'Der boleto in Algesira' realizado hacia 1830 por el alemán Wilhem Gaïl en el que aparece un grupo de personas bailando delante de la Capilla de la Dehesa de la Punta. / E.S.

Desde la incorporación de los términos de las Algeciras en 1462 a la recién conquistada ciudad de Gibraltar, las tierras que hoy constituyen el término municipal algecireño estuvieron ocupadas por vecinos de la Roca que tenían a este lado de la Bahía sus campos de cultivo, dehesas para la estancia y sustento del ganado y cortijos cuyos nombres han llegado hasta nosotros, como el Cortijo de las Monjas y el de Algeciras y las dehesas de la Punta y del Novillero. Los abruptos terrenos situados entre Getares y Punta Carnero, aterrazados como aún puede observarse en parte en la actualidad a pesar de la erosión sufrida, se dedicaban a la siembra de viñas que, según manifiesta el historiador gibraltareño Alonso Hernández del Portillo a principios del siglo XVII, junto a los viñedos situados en torno a San Roque, daban vinos de excelente calidad que se exportaban por mar a Flandes, Inglaterra, Francia y a muchas partes de España.

Aunque la pérdida de Gibraltar en 1704 y la desaparición del único puerto de exportación de los vinos de la comarca había provocado una primera quiebra de este cultivo, como lo atestigua el historiador Ignacio López de Ayala en 1782, lo cierto es que con el nacimiento de las nuevas poblaciones de San Roque, Los Barrios y Algeciras, los terrenos situados en las laderas de los montes cercanos a Getares continuaron cultivándose y sembrándose de viñedos, como se puede comprobar en la documentación conservada en el Archivo de Protocolos Notariales, y produciendo vinos hasta la decadencia y desaparición de este cultivo en la zona a causa de la plaga de filoxera en la década de los setenta del siglo XIX.

Las menciones a los viñedos “de la Punta” y los topónimos relacionados con el cultivo de la vid que se conservan en la zona, como “Viña Luna” o “Viñalona”, “Viña Grande” (donde se localizaba la capilla que es objeto de este artículo) o la “Cala de la Parra” son evidencias de la pujante actividad vitivinícola que se desarrolló en la zona sur de Algeciras en el siglo XVIII.

Fotografía de los restos de la Capilla de la Dehesa de la Punta o de la Santísima Trinidad tomada en el año 2012. Fotografía de los restos de la Capilla de la Dehesa de la Punta o de la Santísima Trinidad tomada en el año 2012.

Fotografía de los restos de la Capilla de la Dehesa de la Punta o de la Santísima Trinidad tomada en el año 2012. / E.S.

A mediados de la mencionada centuria, los numerosos campesinos, fervientes católicos, establecidos en los campos que rodeaban la ensenada de Getares y las laderas de Punta Carnero tenían enormes dificultades para asistir a la misa de los domingos o acudir a cualquiera de los actos y ceremonias que las iglesias de la ciudad organizaban y ofrecían a los fieles, así como a recibir, ellos y sus hijos, la enseñanza católica. No sólo la lejanía de aquellas tierras de labor de la ciudad de Algeciras les impedía oír la Santa Misa los días festivos, sino que durante el invierno los agrestes caminos se volvían intransitables y los arroyos desbordados imposibilitaban el traslado a las iglesias algecireñas para asistir a los oficios religiosos o recibir los santos sacramentos en caso de grave enfermedad o se atendiera cristianamente a los fallecidos.

Por esos motivos, en 1775 el presbítero Antonio Pérez Cruzado elevó al Ayuntamiento de la ciudad una petición con el objeto de que se le concediera autorización para edificar una capilla dedicada a la Santísima Trinidad, a Nuestra Señora del Rosario y a San Nicolás de Bari en la Dehesa de la Punta (situada cerca del llamado Cerro del Campanario) y poder atender, en ella, a las necesidades religiosas de los agricultores y colonos que residían en aquel apartado lugar.

El 15 de abril de aquel año el Consistorio algecireño le concedió el permiso solicitado, nombrándolo capellán de la iglesia que se iba a construir. El obispo de Cádiz, Fray Tomás del Valle, también concedió la correspondiente licencia eclesiástica para la erección de la iglesia. Existe constancia documental de que la capilla se hallaba en construcción en el mes de octubre de 1775. Según relata Manuel Pérez-Petinto, cuando aún no habían finalizado los trabajos de edificación, el capellán se quejó ante el Ayuntamiento por “los desaires y los disgustos que les causaba diariamente Sebastián de Sanjuán, alarife que estaba a cargo de las obras y que, por tal motivo, amenazaba con hacer dejación de su cargo cediendo el dinero que había gastado hasta ese día a la capilla”. Sin embargo, el Consistorio no accedió a su renuncia y teniendo en cuenta “la virtud, el celo y caridad como tiene acreditado en el servicio de los pobres de la caridad…, acuerda no admitir la renuncia por conocer lo utilísimo que es para dicha capilla, y más, por cuanto este empleo no le puede producir otra satisfacción que la del servicio a Dios en que se ocupará, como se ha ocupado, enseñando la doctrina a los colonos pobres de la Punta que no pueden venir al pueblo y socorrerlos en las calamidades…”

Esas tierras daban vinos de gran calidad que se exportaban a Flandes, Inglaterra y Francia

Gracias a un memorial entregado al Ayuntamiento de Algeciras el 21 de agosto de 1778 por el capellán de la Capilla de la Dehesa de la Punta, Antonio Pérez Cruzado, sabemos que éste dio cuenta de que, en esa fecha, la iglesia se hallaba ya terminada. También se adjuntaba un decreto de fray Juan Bautista Cervera, obispo de Cádiz desde 1777, por el que se facultaba a Bernardo Narciso Pérez, vicario de la ciudad, para que visitara la nueva iglesia y la bendijera cuando estuviera bien dotada de los necesarios ornamentos y demás objetos litúrgicos. A partir de esa fecha consta que se estuvieron celebrando los cultos propios de la iglesia en la Capilla, atendiendo el capellán a los fieles que moraban en los cortijos de los alrededores, hasta que fue desamortizada y vendidas las tierras en las que se asentaba en la década de los años treinta del siglo XIX. Abandonada a partir de esas fechas, en las décadas siguientes la sacristía y le pequeña nave que constituía el espacio dedicado al culto se utilizaron como refugio de pastores y cabreriza, estando muy arruinada cuando el cronista Manuel Pérez-Petinto escribió su “Historia de Algeciras” en 1944.

La Capilla de la Dehesa de la Punta o de la Santísima Trinidad se hallaba ubicada en la cima del monte que cierra la ensenada de Getares por el Sur en la zona conocida como “Viña Grande”. Hasta principios del siglo XXI, a pesar de su estado de ruina, aún podían identificarse sus elementos más destacados. Para su construcción se aprovechó una antigua torre almenara que remataba aquel cerro a la que se añadió un cuerpo delantero de planta cuadrada, similar en dimensiones a la base de la torre, y dos dependencias, una a cada lado, también de planta cuadrada, que hacían la función de sacristía y habitáculo del capellán, todo ello con mampostería de sillarejos unidos con mortero de mala calidad. La dependencia del lado de la Epístola sería la que se dedicó a residencia del capellán y la del lado del Evangelio a sacristía. La planta resultante de la iglesia se asemejaba a las de las iglesias de época visigoda, lo que, en el pasado, llevó a algunos investigadores a pensar que se trataba de una ermita visigoda.

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