Base naval del Califato de Córdoba

Historia del puerto de algeciras (IV)

Historia. Entre los años 880 y 914 Algeciras pasó alternativamente de estar bajo el poder de Ben Hafsún al de los emires de Córdoba, disputa que demuestra el valor de controlar el puerto

Fragmento de lápida sepulcral hallado en Algeciras (934 Era Cristiana).
Fragmento de lápida sepulcral hallado en Algeciras (934 Era Cristiana).
Antonio Torremocha

15 de febrero 2016 - 01:00

Amediados del siglo IX comienzan las rebeliones de bereberes y muladíes en las sierras del sur de al-Andalus contra el poder central. En el año 850 se sublevó un bereber de la rama de los Barani en las montañas de Algeciras y hacia el año 879 se suceden diversos disturbios en las sierras de Algeciras, Ronda y Málaga, lo que obligó al emir 'Abderrahmán II a enviar una expedición contra el principal rebelde, de nombre Yahyá al-Yazirí (Yahyá el Algecireño), que fue capturado y conducido a Córdoba. Al año siguiente comenzó la rebelión de 'Umar ben Hafsún que, desde su base de Bobastro (cerca del actual Ardales, provincia de Málaga), mantuvo en jaque a los ejércitos emirales a lo largo de cuarenta y ocho años.

Entre los años 880 y 914, Algeciras pasó alternativamente de estar bajo el poder de Ben Hafsún al de los emires de Córdoba, disputa que demuestra la enorme importancia que, para unos y otros, tenía el control de su puerto, cuya posesión podía decantar el resultado final de la guerra. La situación no se estabilizó definitivamente hasta el año 914, cuando el emir omeya logre apoderarse de la ciudad y de los territorios vecinos de Castellar, Jimena, Gaucín y Casares. Ocupar Algeciras y su estratégico puerto era uno de los objetivos prioritarios del proyecto político del emir 'Abderrahmán III que consistía en lograr la definitiva pacificación de al-Andalus y pasar a la otra orilla para controlar la expansión del enemigo fatimí y de sus aliados norteafricanos.

El 5 de mayo del año 914 partió el emir de Córdoba con un numeroso ejército. Marchó durante varias jornadas hasta llegar a los territorios que dominaba el rebelde de Bobastro y, después de tomar varias fortalezas que seguían en la obediencia de Ben Hafsún, se dirigió al valle del Guadiaro donde atacó la fortaleza de Lawra (probablemente Castellar de la Frontera) saqueándola. Desde Lawra el ejército marchó en dirección a la capital de la cora, Algeciras, entrando en ella 'Abderrahmán III sin oposición el día 1 de junio.

El emir de Córdoba permaneció unos días en la ciudad portuaria para atender a su gobierno nombrando un nuevo gobernador y ocuparse de la defensa costera del Estrecho con el fin de cortar cualquier posibilidad de comunicación entre los rebeldes y sus aliados norteafricanos. El Muqtabis (crónica del siglo XI) relata con estas precisas palabras las acciones llevadas a cabo por 'Abderrahmán III en Algeciras: Ben Hafsún y los suyos tenían en aquellas costas algunas naves que enviaban a la orilla africana a comerciar y aprovisionarse, surtiéndose de lo necesario y disfrutando de la mayor holgura, por lo que el emir mandó a los mercenarios a buscarlas y tomarlas, pues los canallas habían huido con ellas al mar. Una vez amarradas a la orilla las hizo quemar todas en su presencia con gran quebranto de los malvados que perdieron tal provecho. Esto fue visto desde la comarca vecina por las gentes de Sas (Casares), Gaucín y Castellar y otros rebeldes de los alfoces de Algeciras, provocando la desilusión y el que se inclinasen a la sumisión. Les concedió el perdón y se cuidó, durante su estancia en Algeciras, de dominar el mar y asegurarse el dominio (del Estrecho).

Del relato de Ben Hayyánse pueden extraer las siguientes conclusiones: a) La existencia en el puerto de Algeciras a principios del siglo X de una flotilla de embarcaciones de comercio utilizadas por los rebeldes para abastecerse de lo necesario en los puertos del Norte de África controlados por los fatimíes o sus aliados. La expeditiva acción contra Algeciras y su territorio estuvo motivada, sobre todo, por el interés del emir de Córdoba de aislar a los rebeldes e impedir la llegada de ayuda militar y económica, así como la entrada de propaganda religiosa subversiva, desde la otra orilla. b) Del texto del Muqtabis se desprende que la ciudad ejercía de cabecera de la rebeldía en la región del Estrecho, puesto que una vez sometida a la autoridad del emir (escenificando dicho sometimiento con el incendio de los barcos), las fortalezas de las sierras cercanas ?Casares, Gaucín y Castellar? enviaron delegaciones para solicitar su perdón. c) 'Abderrahmán III aspiraba, con su control de Algeciras, capital de la provincia meridional del Emirato, a asegurarse el dominio del Estrecho. Es muy probable que el emir pensara ya en el futuro proyecto de cruzar el mar y establecer el poder omeya sobre las tierras de la ribera africana, lo que ejecutaría dieciséis años más tarde.

Según Ben Hayyán, después de haber ocupado Algeciras, el emir hizo traer naves con tripulaciones honradas desde Málaga, Sevilla y otras ciudades leales y las apostó en su puerto con todo tipo de armas y pertrechos, dotándolas de fuego griego. Las hizo tripular por marinos expertos y les ordenó patrullar toda la costa desde Algeciras a Tudmir (Murcia). Desde entonces dominó y controló el mar y estuvo a salvo de daño por parte de las embarcaciones que lo atravesaban, haciéndose así con toda la costa y sus fortalezas.

Con el puerto de Algeciras bajo su control y convertido en una de las bases de la flota andalusí, con la ciudad regida por un gobernador, 'Abdallah ben Ishaq al-Qurasí, leal al poder central y con el convencimiento de que los príncipes y jefes tribales bereberes de la región de Ceuta esperaban su ayuda como respuesta a la presión fatimí, el califa decidió intervenir.

En el mes de marzo del año 931, una flota omeya al frente de la cual se hallaba el almirante Farach ben 'Ufayr, se concentró en el puerto de Algeciras. El 24 de dicho mes zarpó con dirección a Ceuta desembarcando sin oposición de sus habitantes en el puerto norteafricano. Una vez ocupada la ciudad, llegó a ella el gobernador de Algeciras, en quien unió (el emir) las dos funciones, para que fuera más fácil hacerse con el control de aquella costa fronteriza (el Estrecho).

En el mes de mayo se volvió a concentrar en Algeciras una potente escuadra formada por ciento veinte embarcaciones y más de siete mil hombres, que cruzaron el mar para atacar al señor idrisí de Tremecén que se había fortificado en la isla de Rasgún. El uso de Algeciras como puerto base de las campañas africanas fue constante a lo largo de todo el siglo X, alcanzando su auge en la segunda mitad de la centuria, en tiempos de Almanzor.

Antonio Torremocha. Licenciado en Historia. Académico de número de la Academia Andaluza. Director del Museo de Algeciras (1995-2007)

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