Observatorio de La Trocha | Nuestro urbanismo histórico

Barranco, Escalinata, aparcamiento y plaza

  • La plaza Virgen de las Lágrimas es un bonito y agradable espacio público construido para uso y disfrute de toda la ciudadanía

  • Problemas legales y técnicos obligan al derribo del parking bajo la plaza, lo que implica lógicamente su desaparición

La antigua Escalinata ajardinada.

La antigua Escalinata ajardinada. / E.S. (Algeciras)

La plaza Virgen de las Lágrimas es una bonita y agradable plaza pública construida como prolongación de la calle Murillo (no confundir con los rellenos del Murillo) hacia el antiguo barranco, sobre un edificio de aparcamientos. Se construyó para uso y disfrute de toda la ciudadanía algecireña, por lo tanto, es un bien común. Comunica la Plaza Alta con la avenida Virgen del Carmen mediante unas cómodas rampas, que permiten un fácil acceso a personas de movilidad reducida y a carritos de bebés. Cuenta esta bonita plaza ajardinada con un amplio mirador, desde el cual se puede contemplar una espléndida vista panorámica del puerto y la bahía de Algeciras. Ahora es motivo de atención debido a problemas legales y técnicos que sería complejo resumir aquí y en los cuales no entramos, pero que a consecuencia de los cuales existe una resolución judicial que obliga al derribo del parking bajo la plaza, lo que implica lógicamente la desaparición de esta.

Algo de topografía

Con anterioridad a los aspectos judiciales, la historia arranca de muy lejos, por lo que debemos retroceder a la morfología topográfica de la ciudad para comprender todo lo demás. El casco histórico algecireño presenta al norte del hoy tapado y desviado río de la Miel, una pequeña llanura aluvial, el barrio de La Caridad, con la Plaza Baja.

Al norte de esta planicie aparece una ladera bastante acusada, salvada por cuestas en las calles Juan Morrison, Cristóbal Colon, Prim, Rafael de Muro y Real, en unión del callejón del Muro. Estas vías están al sur de la plataforma de la Plaza Alta, que al norte desciende hacia la depresión de los Ladrillos (actual zona del Corte Ingles) mientras que al oeste está dominada por la alargada colina de San Isidro (36 m. sobre el nivel del mar). Pero en la cara que da al mar, o sea, al este, la plataforma tiene una altura media de 15 metros sobre la línea de costa, lo que se traduce en un abrupto acantilado que siempre ha dificultado el contacto directo con la orilla a lo largo de casi un kilómetro.

Un barranco impresentable

Desde la Edad Media, el poblamiento se situaba en la plataforma, sobre el citado acantilado, y a sus pies, la orilla de la bahía, con pequeñas playas entre líneas de arrecifes perpendiculares a la costa, en las mareas bajas, mientras que en las altas, las olas rompían directamente contra la base del acantilado. Tras la repoblación de Algeciras en el siglo XVIII la situación se mantuvo y si, en la parte baja de la ciudad, las casas podían presentar sus fachadas principales hacia el mar, no fue así en la citada parte alta, que relegó a la vista desde la bahía las peores fachadas traseras, los edificios industriales o las modestísimas viviendas de una planta en la calle Baluarte.

El barranco-vertedero donde se edificó la Escalinata. Al fondo es visible la espadaña de la Capilla de Europa. El barranco-vertedero donde se edificó la Escalinata. Al fondo es visible la espadaña de la Capilla de Europa.

El barranco-vertedero donde se edificó la Escalinata. Al fondo es visible la espadaña de la Capilla de Europa.

Por lo tanto, la parte alta de la ciudad tenía una fachada trasera, ante el mar, una inconfesable trastienda de marginación y subdesarrollo, donde las basuras eran arrojadas al acantilado por los escasos huecos entre las edificaciones o desde las mismas casas. Este fenómeno de las zonas traseras y marginales sigue presente hoy día, como ya denunciara el arquitecto Manuel González Fustegueras: el antiguo cauce del Río de la Miel, más allá del puente del Matadero, supone un vacío urbanístico en el centro de la ciudad, con dos periferias marginales y enfrentadas, cuando allí podría crearse el verdadero ensanche de la ciudad con su acceso central al Puerto y un nuevo centro urbano…

Los rellenos del Murillo y el Paseo Marítimo

La situación antes descrita empezó a cambiar en la postguerra, al realizarse el relleno de la costa al pie del acantilado, enrasándola con la llanura aluvial o zona del Barrio de la Caridad-Marina-Plaza Baja o sea, al nivel del puerto, a unos 2 m s.n.m. según mareas. Durante los años 50 del pasado siglo, el actual paseo marítimo consistía en una ancha carretera junto al mar, extendida de norte a sur, con sus aceras y entre ella y la base de los acantilados, el llamado Murillo, un espacio relleno con escombros y tierra, que se mantuvo muchos años, siendo zona absolutamente marginal, que paradójicamente estaba cercana al centro urbano y que era muy visible a causa del tránsito por esa nueva carretera o avenida. El Murillo era tan impresentable que fue púdicamente ocultado por unas largas tapias a su vista desde la carretera, cuando Franco pasó fugazmente por la ciudad, en la década de los 60.

Insalubridad e incomodidad

El secular problema de la incomunicación de la parte alta de la ciudad con la orilla del mar se agudizó con el nuevo paseo marítimo, muy bien recibido entonces y utilizado por la ciudadanía como área de recreo y expansión ante el mar. Por entonces, la única comunicación cómoda y viable entre esa parte de la ciudad y el paseo marítimo era desde la calle Ojo del Muelle… sin ninguna otra comunicación hasta el extremo norte del paseo, el llamado Mirador, arranque de la Playa de los Ladrillos.

Marea alta antes de los rellenos. El primer árbol señala el barranco de la Escalinata. Marea alta antes de los rellenos. El primer árbol señala el barranco de la Escalinata.

Marea alta antes de los rellenos. El primer árbol señala el barranco de la Escalinata. / E. S.

En todo ese amplio sector, la única alternativa era bajar-subir por los barrancos, por medio de algún que otro senderillo en tramos alternantes, ignorando ratas, escombros y vertederos de basura, lo cual tenía más características de periplo alpinista subdesarrollado que de otra cosa. Era el sistema que imperaba al menos desde la Edad Media y los algecireños han sido siempre muy bravos y sufridos. Por lo tanto, el incipiente Paseo Marítimo, que entonces si tenía esa función, no como ahora, sirvió para dar visibilidad al problema y a buscar soluciones.

Una institución consecuencia del horror bélico

La zona descrita no era la única del país que necesitaba soluciones urgentes, al ser todavía reciente la Guerra Civil y las ingentes destrucciones debidas a las acciones bélicas. Para ir solucionando esta desolación, nació en 1938 el Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones (SNRDR), que en agosto de 1939 pasó a llamarse Dirección General de Regiones Devastadas, ocupado en la reconstrucción de poblaciones y edificaciones dañadas o destruidas por la guerra. Pero no atendió solo a los desastres de la guerra sino a algunos de la postguerra, como la explosión de Cádiz en 1947 y otros problemas de mucha menor entidad, como el que aquí nos ocupa, hasta que el organismo fue disuelto en 1957, transfiriéndose de él ciertas funciones al Ministerio de la Vivienda.

La Escalinata monumental

Regiones devastadas tomó cartas en el asunto y sería interesante averiguar todo el proceso con sus detalles sobre petición, aceptación, diseño y ejecución sobre la unión de la ciudad alta con la orilla del mar. Se conoce un proyecto urbanístico muy ambicioso, contemplando un tratamiento integral de la zona, para comunicar a Plaza Alta con el mar por medio de una grandiosa escenografía arquitectónica, propia del mejor arquitecto del barroco.

El grandioso proyecto no realizado. El grandioso proyecto no realizado.

El grandioso proyecto no realizado. / E. S.

Hermosos pero proporcionados edificios enmarcaban la Escalinata, totalmente diferente a la luego realizada, con el complemento de jardines y fuentes. Para desgracia de la ciudad, tan mísera en planteamientos urbanísticos de categoría, el grandioso proyecto no prosperó, pero sí fue una feliz realidad la escalinata monumental construida en 1955 por Regiones Devastadas, como testificaba una inscripción en su cuerpo bajo.

Había en realidad, dos escaleras independientes y dispuestas en dos sectores laterales unidos por plataformas dispuestas en tres niveles o pisos: en el primero y más cercano al paseo marítimo, tras un pequeño jardín y entre los brazos curvos de las rampas, se disponía una gran fuente adosada a la pared, articulada esta en cinco entrantes de planta curva, a los cuales se adaptaba la barandilla metálica del segundo nivel, el de más altura, con terraza ajardinada. Su pared también se dividía con entrantes de planta curva, pero menos acusados que en el piso inferior. El tercer escalón estaba nivelado con la plaza alta y su pared no tenía entrantes, pero mantenía la misma partición en rectángulos, también conforme a la alternancia de piedra y ladrillo.

Cada piso se comunicaba con el siguiente por dos tramos inversos de escalera y el piso más bajo lo hacía con el paseo marítimo por medio de dos rampas curvas y enfrentadas. Estas, muy bien diseñadas, eran el elemento más original e interesante del conjunto; parecían brazos que acogían a quien iniciara la subida, recordando muy lejanamente a la plaza de San Pedro en el Vaticano. Los suelos estaban pavimentados al estilo granadino, con pulidos guijarros de río incrustados en cemento, recordando la técnica de ciertos mosaicos griegos, y combinando blanco y gris para formar dibujos geométricos.

Vista frontal desde el paseo marítimo. Se aprecia la armonía y equilibradas proporciones de este diseño clasicista. Vista frontal desde el paseo marítimo. Se aprecia la armonía y equilibradas proporciones de este diseño clasicista.

Vista frontal desde el paseo marítimo. Se aprecia la armonía y equilibradas proporciones de este diseño clasicista. / E. S.

Las paredes eran de ladrillo visto y buena piedra natural, con un trabajo de cantería inhabitual en la ciudad, en el cual destacaban los anchos remates de los muros que contenían las citadas rampas curvas. Los pavimentos a base de guijarros se utilizaron también en el barrio de San Isidro y ciertos aspectos constructivos como la piedra de cantería se emplearon en la edificación del estadio deportivo El mirador, en cuyo solar se levantó el actual Corte Ingles.

El conjunto de la Escalinata era muy armonioso estéticamente y su función práctica solo tenía un fallo importante y común hasta hace unos años: la carencia de rampas para discapacitados. Estilísticamente, la Escalinata presentaba la arquitectura típica de la época: imitación las formas arquitectónicas del pasado clásico. Desgraciadamente, desconocemos por ahora quién fue el autor de ese afortunado proyecto. ¡Quedan tantos detalles por averiguar en la historia de Algeciras!

Un monumento víctima de la evolución ciudadana

La Escalinata fue totalmente aceptada por los algecireños, que la convirtieron en lugar de encuentro y esparcimiento a lo largo de varias décadas. Era, además, un magnifico mirador sobre la bahía y su terraza superior fue aprovechada por la popular Cafetería Europa, que recordaran con agrado los algecireños de cierta edad. El citado relleno, conocido como El Murillo, fue cortado en dos por la Escalinata y sus primeras edificaciones en el fueron edificios militares levantados en el sector norte, como el acuartelamiento de intendencia o las residencias cercanas a la actual Escuela de Artes, siendo construcciones discretas cuyas alturas y volúmenes son moderados, acordes con el entorno. Pero la primera edificación verdaderamente impactante del paseo marítimo fue el llamado edificio Rotabel, mole muy agresiva en altura y volumen, que causó sensación incluso en Gibraltar, al ser perfectamente visible desde allí.

Es totalmente falso el rumor de que la Escalinata sea un monumento político, originándose el error en un pequeño monolito colocado en los años 60, en un jardincillo inferior y que conmemoraba el paso del Estrecho por las tropas de Franco en 1936. Era insignificante y con la llegada de la democracia fue sustituido por un ancla sobre pedestales cilíndricos. También empezó a ser punto de encuentro para drogadictos, siendo este y otros problemas de perfecta solución por medio de vigilancia y adecuado mantenimiento. Por otra parte, la apertura de la calle Trafalgar comunicaba la calle Convento con el Paseo Marítimo de forma más cómoda al no precisar escalones. También es cierto que los nuevos edificios quitaron a la escalinata vistas y luz.

Los proyectos de parking y la situación actual

Ya se quiso derribar la Escalinata y edificar allí un bloque cuyas plantas superiores serían aparcamiento, con una plaza en la más alta, proyecto desestimado en 1980. Pero en 2001 se aprobó un nuevo proyecto de parking y se demolió la Escalinata, perdiéndose un monumento que podía haber tenido otra solución a sus problemas.

Vista aérea actual con el aparcamiento, las rampas peatonales y la plaza de Nuestra Señora de las Lágrimas. Vista aérea actual con el aparcamiento, las rampas peatonales y la plaza de Nuestra Señora de las Lágrimas.

Vista aérea actual con el aparcamiento, las rampas peatonales y la plaza de Nuestra Señora de las Lágrimas. / E. S.

No entramos en lo relativo al parking, que tras un intenso pleito, va a ser demolido. Es tema altamente sensible que ha ocasionado muchas desgracias en todo lo que a él concierne. Nosotros no somos juristas, ni políticos, ni técnicos y nada podemos aportar a la solución de ese espinoso asunto. Solo somos ciudadanos, usuarios de la ciudad y nos hacemos esta reflexión: si el aparcamiento es demolido, desaparecerá la plaza de la Virgen de las Lágrimas, perdiéndose este agradable lugar de esparcimiento, un bien común de todos los algecireños.

Para salvar esa plaza, hubiera sido bonito el convertir el polémico aparcamiento en unos centros comerciales u hosteleros. Doctores tiene la iglesia y no precisamos ser convencidos de la imposibilidad de nuestro deseo. Pero Algeciras no se puede permitir el haber perdido primero uno de sus escasos monumentos -la Escalinata monumental- para luego perder también el espacio urbano que venía a compensar, aunque fuera en parte, esa pérdida. Desde esa plaza se vuelve a divisar toda nuestra bahía desde el mismo centro de la ciudad. Intentemos buscar soluciones imaginativas antes del drástico derribo. La Trocha defiende su permanencia como bien público de la ciudad. No es una propuesta, sino la modesta reflexión de unos ciudadanos de a pie que tenemos derecho a expresar respetuosa y democráticamente nuestra preocupación.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios