Algeciras

Los Amigos de Blas de Lezo homenajean al gran teniente general de la Armada en Algeciras

  • El Club Getares, escenario de un acto de reivindicación del azote de la marina inglesa en el siglo XVIII

Jaime de Castro, organizador del acto, y el comandante naval de Algeciras, Juan Carlos García Velo.

Jaime de Castro, organizador del acto, y el comandante naval de Algeciras, Juan Carlos García Velo. / E.S.

Blas de Lezo y Olavarrieta murió hace 281 años en Cartagena de Indias sin haber perdido una sola batalla. Ocurrió entonces, cuando ya no estaba, que sus enemigos aprovecharon para hacerle perder la única que podían: la de la memoria. Durante siglos, la historiografía británica se encargó de silenciar sus éxitos militares mientras la española los olvidaba. Pero no ya. O, por lo menos, no ahora. Este martes, un grupo de conocedores de su figura se ha reunido para reivindicarla en las instalaciones del Club Getares, en Algeciras, frente al Estrecho que surcó con sus barcos. No han faltado los brindis por el mal llamado 'Medio-hombre', uno de los más relevantes estrategas de la historia de la Armada española.

La historia de España está llena de héroes olvidados. Pero ninguno tan denostado como este vasco de Pasajes que se convirtió en una pesadilla de Inglaterra hasta niveles nunca alcanzados. Su figura centra una exposición que vive sus últimos días en la Comandancia Naval de Algeciras, organizada por la Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa, a través de la Subdirección General de Publicaciones y Patrimonio Cultural.

El comandante naval de Algeciras, Juan Carlos García Velo, ha participado en el acto de Algeciras, durante el que ha glosado la figura del almirante, que será objeto de algunos actos más en los próximos meses en la ciudad. Entre los asistentes se encontraba también el presidente de la Autoridad Portuaria, Gerardo Landaluce. Ya en 2014, estos amigos de Blas de Lezo se reunieron en un primer homenaje. 

El gran teniente general de la Armada es conocido por encabezar en 1741 la defensa de Cartagena de Indias con solo seis navíos de guerra, frente a la flota inglesa del almirante Vernon, ocho veces superior. El control de la plaza, considerada estratégicamente como la 'llave de Indias', fue clave para mantener el dominio español en América. Quizás aquella fue la más notoria de sus acciones, pero no debe quedarse una interpretación de su trayectoria solo ahí. 

Recibió su bautismo de fuego a los 15 años, en 1704, en la batalla de Vélez-Málaga, el mayor y último combate naval de la guerra de Sucesión entre austracistas y borbónicos. Allí, una bala de cañón mutiló su pierna izquierda. Un par de años después, en el sitio del castillo de Santa Catalina de Tolón, una esquirla de cañón le alcanzó el ojo izquierdo. Requerido entonces por sus superiores, se le ordenó abastecer a los sitiados de Barcelona al mando de una pequeña flotilla. En Rochefort rindió una decena de barcos enemigos y en 1712, mandando ya una fragata, batió y rindió al navío de guerra británico Stanhoppe. En el Segundo sitio de Barcelona perdió su brazo derecho en uno de los encuentros con el enemigo. Participó en las campañas de reconquista de Mallorca y Orán. En 1723, al mando de la escuadra de los Mares del Sur, le encargaron la misión de limpiar de corsarios y filibusteros las costas del Pacífico. 

Cojo, tuerto y manco desde los 25 años por las heridas recibidas en combate -lo que le valió el apodo de 'Mediohombre'-, Blas de Lezo es uno de los marinos más importantes de la historia naval española. Invicto en toda su carrera militar, murió poco después de la defensa de Cartagena sin el reconocimiento merecido, denostado por el rey Felipe V, y fue enterrado en una tumba de emplazamiento desconocido.

La Armada honra actualmente su memoria con el nombre de una fragata F-103, desplegada en el Mediterráneo en la operación de seguridad marítima colaborativa en plena escalada de tensión con Rusia a cuenta de la crisis de Ucrania

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