Condenado por quedarse con 405 euros hallados en una cartera durante un viaje en ferry entre Algeciras y Ceuta
El Juzgado de lo Penal número 2 de Ceuta impone al acusado una multa y le obliga a devolver el dinero, tras confesar que se apropió del efectivo durante la travesía
Dos menores condenados a dos años de libertad vigilada por intentar cruzar el Estrecho forrados de hachís

Algeciras/El ferry avanza sobre la bahía como si nada, deslizándose entre los reflejos metálicos de una mañana cualquiera. Agosto, el día 12. En la cubierta viaja un hombre con iniciales de telegrama —J.J.G.L.—, que quizá piensa en el calor, en el verano, en su vida o en su estómago. No lo sabemos. Pero sí sabemos que, en algún punto del trayecto entre Algeciras y Ceuta, encontró una cartera. Y dentro, como un secreto mal guardado, 405 euros.
Hay descubrimientos que cambian una vida. Este fue uno de ellos. Lo cuenta hoy El Faro de Ceuta.
No fue un robo, pero tampoco un despiste. Fue una decisión. El hombre miró la cartera, abrió la cremallera, vio los billetes y pensó —así lo reconoció después ante el juez— que se los iba a quedar. No preguntó por el dueño, no lo entregó al personal del barco, no acudió a la policía del puerto. Tomó el dinero y, con él, cruzó el Estrecho.
Ahora, el viaje ha terminado en el juzgado de lo Penal número 2 de Ceuta, donde el acusado ha sido condenado por un delito de apropiación indebida. Ha admitido los hechos. Su confesión fue tan sencilla como los actos: “Me la encontré y me la quedé”.
La Fiscalía pidió una sentencia condenatoria y la obtuvo. El magistrado impuso una multa de cuatro meses, a razón de siete euros por día, además de obligar al condenado a devolver los 405 euros. Una restitución literal. Una forma burocrática de deshacer un acto íntimo.
En la causa figuraba un segundo acusado. Estaba allí, sentado también frente al juez, pero su sombra no coincidía con el delito. Dijo que no sabía nada y, de hecho, fue exculpado por el propio J.J.G.L. Salió absuelto, de viva voz, por sentencia in voce, sin más.
La cartera, al final, fue el personaje silencioso de esta historia. No declaró, no reapareció. Fue el objeto que puso a prueba la ética de un hombre corriente durante un viaje rutinario. Como si en medio del mar, entre dos costas, uno pudiera perder el norte por una suma exacta: 405 euros.
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