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El mundo del toro llora la muerte de Miguelín y nace la leyenda

  • Un millar de partidarios del diestro algecireño le dieron su última vuelta al ruedo en el coso Las Palomas, donde cuajó memorables faenas y tuvo grandes triunfos

Toda Algeciras lloró la muerte de Miguel Mateo Miguelín. Ese día nació la leyenda de uno de los toreros más importantes de la historia del toreo y con ella el mito. Miguelín, torero de toreros, falleció a los 64 años en su finca El Águila en San Roque. Uno de los hijos más ilustres de Algeciras moría tras una larga y penosa enfermedad con la que luchó durante más de un año y medio rodeado de toda su familia y amigos. Esta vez un toro, el de la muerte, pudo con el genio algecireño y le pegó su peor cornada.

La triste noticia corrió como la pólvora por toda Algeciras. A partir de ahí todo fue un mar de condolencias y de pesar del mundo taurino y de sus partidarios. La capilla ardiente quedó instalada en el salón de plenos del Ayuntamiento, donde en el 2001 Miguelín vivía unos de los momentos más felices de su vida recibiendo el reconocimiento de su ciudad a través de la concesión de la Medalla de Oro. Sobre el féretro del maestro una bandera de Algeciras y alrededor el dolor de sus familiares y amigos.

Un silencio solemne y el gran respeto quedó demostrado en el ir y venir de profesionales del toro y aficionados que quisieron darle el último adiós al gran torero de Algeciras. Muchos dejaron su pésame en un libro de condolencias habilitado por el propio Ayuntamiento.

Al día siguiente, las campanas de la Iglesia de la Palma repicaban la muerte de un torero. La Plaza Alta lloraba al ver pasar el féretro de Miguelín, el lugar de recuerdos y vivencias de las grandes tardes del diestro fallecido.

Pero lo más emotivo ocurrió en torno a la una del mediodía. Bajo un sol de justicia, como el de las grandes tardes, el cuerpo del maestro llegó al coso de Las Palomas. La primera parada fue ante su monumento que la ciudad le dedicó. Un capote de paseo y la bandera de Algeciras cubrían el féretro que se adentró hacía el albero del coso algecireño para hacer su último paseíllo. El millar de aficionados rompían el silencio con ovaciones y gritos de “torero,torero” y coreando el nombre de Miguelín. Decenas de aficionados tocaban el féretro del maestro que tan grandes tardes dio en el albero algecireño.

Y en el último adiós tampoco podrían faltar sus compañeros. Los profesionales que tantas tardes compartieron paseíllos, triunfos y grandes recuerdos. El mundo del toro quiso despedir a un torero de época. Todos los que admiraron y respetaron al maestro no quisieron faltar a esta trágica cita. Allí estaban toreros como Diego Puerta, Mondeño, Miguel Márquez, Tomás Campuzano, El Soro, Galloso, Ruiz Miguel, Pedro Castillo, José Antonio Ortega, Manuel Muñoz Sevillita, el ganadero Antonio Gavira, etc. Tampoco faltaron los toreros de Algeciras, de oro y de plata, admiradores y discípulos, y como no los miembros de la peña del genio de Algeciras.

TORERO DE TOREROS

Miguelín compartió en los años sesenta y setenta grandes tardes con figuras del toreo como Luis Miguel Dominguín, Curro Romero, El Viti, Antonio Ordóñez, El Cordobés, Palomo Linares, Mondeño, Diego Puerta, Paco Camino, Rafael de Paula, Litri, Márquez, etc. Todavía se recuerda la tarde de julio del 68 cuando cortó seis orejas en Las Ventas de Madrid en la Corrida de la Prensa, algo que ningún torero ha podido igualar al día de hoy. Tampoco sus partidarios no olvidan la gran faena al toro de Gervás en la Maestranza de Sevilla, condenado a banderillas negras y al que Miguelín le cortó las dos orejas. Como torero banderillero fue uno de los más poderosos, dominó el capote con gran oficio y con la muleta destacó por su quietud y su valentía. Fue un perfecto conocedor de los encastes ganaderos, del comportamiento del toro.

Pero la personalidad del diestro algecireño fue más allá. Detrás del torero se ocultaba un hombre sencillo, afectivo con sus amigos y generoso en todos los aspectos de la vida. Aquel 21 de julio del 2003 se fue el torero y la persona, pero comenzó la leyenda y el mito de un genio, de un torero de toreros.

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